Soja: el gran motor económico del país
Luego de la campaña 2022/2023, fuertemente afectada por la sequía, el sector se recupera
Esta semana se conoció un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario que asegura que la producción de soja puede alcanzar las 50 millones de toneladas, en un aumento del 150% con respecto a la campaña anterior, diezmada por la sequía.
La soja es un cultivo fundamental para la economía argentina, ya que se trata del principal producto de exportación del país, con un impacto significativo en el Producto Bruto Interno (PBI) y la generación de empleo. Argentina es el tercer productor mundial de este grano. La cadena sojera genera alrededor de 400.000 empleos directos e indirectos, y aporta divisas por más de 30.000 millones de dólares al año. Además, el complejo sojero es uno de los principales motores del desarrollo industrial del país, con inversiones en fábricas de procesamiento, puertos y logística.
El desafío actual
Las primeras investigaciones al respecto del cultivo de la soja en Argentina, y la introducción de las primeras variedades, se remonta a la década de 1920. Recién veinte años más tarde, con la fundación de la Asociación Argentina de Soja, se consolida su producción comercial. En la década de 1950 se realizan las primeras exportaciones y para la década de 1970, Argentina se convierte en uno de los principales exportadores del mundo.
Si bien durante las primeras décadas del siglo XXI, Argentina se consolidó líder mundial en la producción y exportación de este grano, la actividad ha sufrido por diferentes motivos. En la campaña anterior, a causa de la sequía, que redujo su producción a niveles históricos. En la campaña actual, aún a pesar de la recuperación que implicaron las lluvias más recientes, la comercialización de esta oleaginosa está en los niveles más bajos desde la campaña 2014/2015.
Incertidumbre, la gran enemiga de la economía
Según Adrián Seltzer, referente del sector, esto se debe al nivel de incertidumbre que se vive de manera constante en nuestro país: «Cuando los precios eran medianamente atractivos para el maíz y la soja, digamos entre octubre y noviembre, con niveles cercanos a los 200 y a los 350 dólares por tonelada para la posición de la nueva cosecha en el Matba Rofex, respectivamente, la incertidumbre económica y política que dominaba la escena, ballotage presidencial mediante, conspiró contra la toma de decisiones comerciales. Y cuando comenzaron a aparecer algunas certezas, los precios ya no resultaron atractivos para los vendedores, con valores que cayeron hasta los 160 dólares para el maíz y que deambulan debajo de los 300 dólares para la soja desde diciembre. Hoy solo se va vendiendo en función de las necesidades de efectivo».
Parte del escenario actual, también se debe a la especulación: como los productores acordaron con el gobierno anterior la pesificación de sus deudas en insumos, ahora están esperando hasta último momento qué es lo que sucede con el mercado cambiario, con las retenciones y la fluctuación de los precios para vender sus dólares y saldar estas deudas: «Muchos harán todo lo posible por continuar postergando ventas, inclusive refinanciando deudas o tomando nuevos préstamos. Sin embargo, en la medida que se aproxime el grueso de la cosecha habrá un volumen que inevitablemente deberá ser vendido y que podría generar una presión bajista extra, que solo lograría ser contrarrestado si la siembra/desarrollo inicial de los cultivos en Estados Unidos presenta complicaciones», dijo Sebastián Olivero, de la corredora StoneX.
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Constante innovación
En este contexto, Argentina comienza a posicionarse como productor de nuevas variantes de soja que permitirán incentivar la producción afectando menos al medioambiente.
Esta semana se autorizó la comercialización de un cultivo de soja genéticamente modificado que es más resistente a una enfermedad llamada «quiste de la soja» y más tolerante al uso de herbicidas.
El subsecretario de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, Pablo Nardone, señaló esta semana que «el quiste de la soja está producido por un pequeño gusano de forma cilíndrica llamado Heterodera glycines, que produce graves daños en las raíces de estas plantas al afectar sus sistemas de conducción, dificultando la absorción de agua y nutrientes. Las hembras fecundadas producen de 100 a 600 huevos y luego mueren, generando una cápsula o quiste que los mantiene viables en el suelo hasta por varios años, infectando nuevas raíces».
Este desarrollo permitirá generar cultivos más resistentes en áreas como Córdoba y otras cuatro provincias del país, donde esta enfermedad ha producido, en campañas anteriores, daños económicos de relevancia.
Este nuevo cultivo se suma a otros de gran éxito a nivel mundial producidos en nuestro país, como la variante HB4, producida por Bioceres, la cual se comercializa en Brasil y China con un enorme éxito.
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