"Una bomba nos alcanzó, volamos por los aires y ese es mi último recuerdo"
El 14 de junio de 1982, a las 21 horas en Puerto Argentino, el Gobernador militar de las islas Malvinas, General Mario Menéndez, se rindió al General Jeremy Moore. La rendición contradecía el código del Ejército argentino que declaraba ilegal una rendición a no ser que más del 50% de los hombres fueran bajas y que se haya gastado el 75% de las municiones.
Casi cuatro décadas después, Fernando Álvarez, presidente del Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Mar del Plata, aseguró a El Marplatense que "a pesar de que pasaron 37 años son recuerdos que no se borran jamás".
Fernando Álvarez es clase 1962, lo que indica que cuando le informaron que debía embarcarse para ir a Malvinas a pelear con armas de fuego ante el ejército inglés tenía tan solo 19 años y "hacía 1 año y 3 meses que estaba en el servicio militar. Teníamos 19 años, uno actuaba por instinto", contó Álvarez.
"En Mar del Plata mandaron a la clase 63, que hacía 15 días que habían entrado al servicio militar", agregó aún incrédulo uno de los héroes nacionales.
Por su parte, en 1982 Fernando Álvarez estaba realizando su escuela como militar en el Regimiento de Infantería 7 de La Plata, el cual "cumplió un rol de los más importantes, porque a partir del 11 de junio se libró una de las batallas más sangrientas de la guerra de Malvinas que fue en monte Longdon (una elevación de 186 metros sobre el nivel del mar situada en el este de la isla Soledad en las Islas Malvinas), que fue prácticamente por donde ingresaron los ingleses, y fuimos uno de los regimientos que más bajas tuvimos", relató Álvarez en diálogo con El Marplatense.
"Siempre se recuerda esa batalla como el día que hicimos retroceder a los ingleses. Suena medio fantasioso, pero los mismos ingleses reconocieron lo que hicimos nosotros a pesar de nuestra precariedad".
Con motivo de un nuevo aniversario de la rendición del Ejército Argentino en Malvinas, en la jornada del viernes se inauguró un monumento en el barrio "2 de Abril". En ese contexto, el presidente del Centro de Ex Combatientes subrayó: "Hoy por hoy tengo el honor de ser el presidente de una de las instituciones más prestigiosas del país. Después que vinimos de la guerra tuvimos muchísimos suicidios, y una de las cosas que más rescato es poder haber ayudado a compañeros nuestros y haber logrado que en la sociedad los verdaderos héroes de Malvinas no sean olvidados".
Sin embargo, durante muchos años tanto el Estado como gran parte de la sociedad no reconoció debidamente a los soldados que participaron de aquel episodio bélico, según expresó el propio Álvarez: "Los primeros 10, 15 años el Estado estuvo ausente. En los primeros años uno reclamaba unas cosas y hoy reclamamos otras, ya somos todos abuelos. Pero en ese entonces con 20 años, uno tenía el ímpetu de un joven de llevarse todo por delante, y lo que más solicitábamos era tener una cobertura social, un trabajo, tener el acceso a una vivienda, pero durante 15 años estuvimos abandonados por el Estado y por gran parte de la sociedad que quería ocultar esto".
Desde el Centro de Ex Combatientes consideran que esa situación ha cambiado: "Siempre decimos que es un tema generacional, porque a medida que fuimos creciendo y arrimándonos a las edades de los funcionarios todo fue cambiando. Hoy las escuelas cambian el nombre y le ponen "Héroes de Malvinas", "Héroes de la Patria", y en los primeros años no podíamos ni entrar a un colegio a dar una charla".
Álvarez pasó más de 70 días en las Islas Malvinas. Tras la rendición y la vuelta a casa, nunca más pisó aquel suelo, y tiene una explicación al respecto: "Soy de los que piensa que no voy a regresar en tanto y cuanto tenga que viajar como si fuera otro país. Muchos quieren volver para cerrar algún círculo, para cerrar alguna herida, respeto la posición de muchos. Pero la gran mayoría no quiere regresar si nos tienen que firmar el pasaporte. Es como si uno quiere ir a las Cataratas y tiene que firmar un pasaporte".
Ante el triunfo de los ingleses en aquella batalla, ni Fernando ni ningún otro soldado sintió aquella sensación de derrota o de querer seguir en pie para alcanzar un triunfo que veían cada vez más lejano e imposible. "Uno lo que deseaba era que termine todo, que ya no haya más muertes. En mí regreso la artillería inglesa nos venía bombardeando como para amontonarnos en Puerto Argentino, una bomba nos alcanzó, volamos por los aires y ese es mi último recuerdo. La paz interior de que todo había terminado", sentenció el héroe nacional sobre sus últimos momentos en combate.