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El Marplatense
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    Un año difícil

    10 de diciembre de 2016 - 11:37
    Un año difícil
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    La gestión de Carlos Fernando Arroyo cumple su primer año de trabajo. Las fechas, a las cuales no soy muy adepto, siempre permiten trazar balances y es quizás lo único que pueden tener de favorable a mí entender. Por lo menos, casi obligadamente, uno para el ritmo y ve el conjunto de lo hecho en perspectiva.

    Los balances per se no son muy útiles sino que lo importante es ser detallista y permitirse una fuerte autocrítica para desde ahí establecer los mecanismos que generen una mejora. Eso es, en definitiva, lo que debería prevalecer.

    En un comentario breve, como este, sería injusto plantear precisiones sobre estos doce meses de Arroyo al frente de la Municipalidad de General Pueyrredón. Sin embargo, no es demasiado jugado decir que no es de lo mejor que se ha visto, y probablemente estoy siendo generoso con este intento de calificación.

    Un repaso rápido del año tiene como características seguras las salidas de los funcionarios, muchas atravesadas por el escándalo; la situación económica; y los conflictos casi permanentes, principalmente con los barrios y los empleados municipales.

    De las salidas, ya sea por decisión propia o del Intendente, se pueden contar cerca de una treintena de funcionarios, entre los de primera línea y cargos menores. Las más resonantes fueron sin dudas la de Razona, quien duró sólo una semana al frente de la Secretaria de Seguridad y no tiene reemplazante hasta el momento; la de Emiliano Giri, quien se vio envuelto en el escándalo judicial del Astillero Rio Santiago, del cual fue sobreseído; otra salida fuerte fue la de Guzmán del EMVIAL, tras aquel vuelco de la camioneta oficial; le siguió Puglisi en Cultura, secretaría que ciertamente no ha encontrado el rumbo tras ese paso al costado. Y podríamos seguir y hablar del ruidoso alejamiento de Abud, del entonces ENOSUR; de José Cano yéndose de Economía, llevándose muchas críticas ante los números municipales que viven en el rojo profundo permanente; y otros tantos renunciantes y renunciados que hicieron de este primer año de gestión un promedio que supera las dos salidas al mes.

    Con respecto a esto se podría concluir que se votó un cambio para la ciudad, pero no el cambio permanente. En esta seguidilla de salidas y expulsiones, de escándalos y polvareda política no permite construir un camino a largo plazo, un proyecto. Si bien todos los comienzos son difíciles y suelen tener lógicos reordenamientos de piezas, ya estamos a un año de gobierno, el 25% de la gestión cumplida y la característica es esa, la falta de una estabilidad real, que vislumbra la carencia de claridad con respecto al rumbo y una idea de gobierno. Confío en que el Intendente lo tiene, que hace años preparó el proyecto de la ciudad que quiere, la que satisfaga a los marplatenses y batanenses que lo votaron, pero por ahora eso no se ve.

    La cuestión económica fue otra de las características. Capítulo aparte tendrá Arroyo en este aspecto para enfilar las naves y lograr encontrar el rumbo por un mar más calmo.

    Esto es la consecuencia de una cuestión a la que no se le encuentra la vuelta hace ya casi un año. La pesada herencia estuvo y fue realmente pesada, pero cuánto tiempo se puede hablar de herencia si ni siquiera se pudo revertir la tendencia de caída.

    Seguir pidiendo ayuda para ir emparchando los momentos no debería ser la solución. Seguir mirando a Buenos Aires o La Plata para ver si cae algo, aunque sea un rayo, no puede ser la costumbre. Falta la solución de fondo y esa solución no será mágica, sino tendrá que ver con otros aspectos de decisiones o rumbos políticos que deberán tomarse. Está claro que la asistencia que llegue desde Nación o Provincia es la clave para bajar los rojos de los números, pero no deberían ser para pagar la diaria, sino la gran deuda que es el problema mayor.

    Quedará para otra oportunidad analizar si es que la única forma de gestión es con dinero. Es decir, si es realmente así como se hace ahora, que sin dinero no se puede hacer nada. O, al menos, si es que no se puede manejar el asunto de otra forma.

    De esta cuestión es que se desprende el tercer punto que he destacado de un año difícil de gestión: las constantes protestas. Puntualizaré en dos de ellas que son significativas.

    Una, los barrios, más específicamente las sociedades de fomento a las cuales las deudas de los convenios impagos las dejaron al borde del cierre. Meses y meses ha dejado sin pagar la gestión Pulti, sin embargo, un año después continúan con situaciones similares e incluso se han generado nuevas.

    Y, los municipales, uno de los grandes conflictos que ha tenido Arroyo en estos doce meses y que hoy mismo continúa. Apareció lo que nosotros denominamos “El fantasma del quinto día”, esa obra a la que asistimos mes a mes. A las alicaídas, siendo generoso al calificarlas, cuentas municipales se le genera un problema enorme cuando llega la hora del pago de los salarios a los empleados. Todo recrudeció con el medio aguinaldo de junio y de ahí en más, problemas hasta hoy, con paros y fuertes manifestaciones incluidas.

    Pagos desdoblados, reuniones claves para conseguir fondos, el Secretario de Economía dejando un surco en la ruta 2, paros por tiempo indeterminados, climas caldeados, retraso en la discusión paritaria, todo eso y más en los últimos meses.

    Para ir concluyendo, debo decir también que Arroyo es una persona honesta y que de eso no hay ninguna duda. También sabemos de sus buenas intenciones para con la ciudad. Sabemos eso y lo destacamos. Sin embargo cuesta encontrar puntos altos en este año.

    Se tardó mucho en entender la necesidad de los viajes a La Plata y Buenos Aires. Hablo de los viajes porque literalmente en los primeros meses se fue muy poco, pero en realidad es una metáfora de la relación con la gestión de Macri y Vidal que por suerte mejoró notoriamente. Eso se corrigió y es muy importante. Punto a favor del gobierno local, cuando ya se hablaba hasta de intervenciones y pedidos de renuncia.

    También si se quiere se puede destacar como positivo un tardío código de publicidad. Con la temporada encima se aprobó pero se logró el objetivo.

    Y además, deberíamos decir que se ha hecho una buena gestión con Provincia y Nación y se consiguió un gran volumen de obra pública, que tendrá para el año próximo una inversión que supera los 1500 millones de pesos, dentro de los cuales y obviando mencionar importantísimos trabajos, quiero quedarme para este resumido comentario con el nuevo hospital que se construirá en el mismo predio del Regional. Una gran noticia que conocimos este año y que concretará la provincia de Buenos Aires, pero que tiene que ver con gestiones locales.

    Sin dudas, me quedó corto con este análisis, que no tiene ni cerca el detalle necesario. Traté solamente de ver a grandes rasgos algunas cuestiones generales y evitando el mundillo político, del cual hay mucho para hablar con los graves detractores externos e internos del gabinete que tiene Arroyo. Pero quise encararlo desde una perspectiva general, entre los picos más altos de esta cordillera del 2016 en el gobierno municipal.

    Queda mucho por hacer y mucho por demostrar. El balance no es bueno para este año de gestión. La falta experiencia, al principio, y otras carencias posteriores, han hecho que hayamos perdido algunas oportunidades. Quiero ser optimista y ver el vaso medio lleno que me indica que sobre el final del año se mostraron algunos movimientos esperanzadores. Pero es poco hasta ahora y un año ya es una medida importante para el balance. Ojalá Carlos Arroyo pueda estabilizar su gestión, desde su gabinete hasta lo económico y se alejen todos y cada uno de los fantasmas que todavía hacen ruido por los pasillos del palacio. Ojalá el Intendente termine de encontrarle la vuelta y pueda aplicar su plan de gestión en plenitud, aunque ahora eso ya debe ser más urgente porque no hay más tiempo. Ojalá todo eso pase, que Arroyo termine siendo el gran intendente que sus votantes eligieron, porque será la única forma que se logre el objetivo de máxima el cual, según aprendí desde chico, es que nos vaya bien a todos.

     

    Nicolás Mondino - Periodista

     


     

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