“Nadie te puede maltratar de ninguna manera”
Luego de dos temporadas en Buenos Aires y una gira por México, llega a Mar del Plata ¨Un festín en mi cabeza¨ de la dramaturga y directora Antonella Schiavoni. La obra se presenta los sábados a las 23:15 en la Sala B del Centro Cultural Osvaldo Soriano.
“La única alternativa para transformar el dolor es volverlo un espectáculo. Un festín en mi cabeza es la catarsis más sincera de una mujer a la que acaban de dejar. Una mujer que acciona, se expone, explota, transgrede sus propios límites y se busca en todo eso que ya no es y que no volverá a ser.
Con intervenciones audiovisuales, música en vivo y la representación del amor en un oso de peluche que cobra vida, ella hace de su mundo emocional una fiesta explosiva”. De esta manera describen “Un festín en mi cabeza”, protagonizada por Lucrecia Aguirre y Manuel Padrón, que cuenta además con la voz en off de Otso Laakkonen.
-¿Así como a los músicos les inspira componer más cuando sufren desamor o están mal, te pasó eso con la obra?
La obra no arranca siendo para teatro. Fue pensada no de ese modo, sino que las primeras tres páginas fueron una descarga de lo que me estaba sucediendo en ese momento. Al leerlas nuevamente me pareció divertido. Es ahí cuando decido que eso se podía transformar en un espectáculo. Me pasó que por sufrir y estar mal empecé a escribir. incluso una vez que decidí que eso iba a ser teatro, los textos que iban quedando tenían que ver con cosas que me pasaban, que me hacían llorar y enojar como persona. Y sino me sucedía nada con esos textos era porque no funcionaban y no iban.
Inclusive me costó seguir escribiendo sin sufrir. No como esa idea de que para ser artista tenés que sufrir y pasarla mal y tener experiencias no muy placenteras. Hasta que entendés que todo eso es una fantasía y podes escribir de muchas cosas. La obra viene de todo ese dolor y sufrimiento. Como dijo Meryl Streep: “agarrá tu corazón roto y transformalo en arte”.
-¿Pudiste lograr exorcizar el duelo ya después de un tiempo de representarla y compartirla con la gente?
La relación terminada quedo en el pasado. Se fue dando en el transcurso en el que la obra avanzaba. De algún modo el tiempo de vida de uno avanza con eso y vas canalizando por ahí el dolor, la bronca, la angustia, la frustración de una relación que se terminó y no sabías que se acabaría. A medida que avanzaba la obra todo eso iba sanando de algún modo. En particular me pasó que a medida que se fue representando tomé conciencia de otras cosas. Sobre todo, como mujer y que hasta el día de hoy me siguen cayendo fichas. Se termino esa relación que no era buena. Y que nadie, ninguna persona, y menos tu pareja te puede decir cómo vestirte, no te puede aislar de tus amigos, manejar tu vida y controlar tus cosas. Entender que había sufrido un tipo de violencia psicológica, que creo me di cuenta cuando estaba la obra. No antes. Salí de ese circulo vicioso gracias a la obra. Al ser representada y tomar distancia me di cuenta y pensé cómo había llegado a eso. Lo bueno es poder dar ese mensaje: nadie te puede maltratar de ninguna manera. Y eso es lo más lindo de compartirla con la gente, con los espectadores. La protagonista, Lucrecia Aguirre entendió perfectamente lo que queríamos contar.
