Las joyas de Cadetes, con raíces arraigadas
El club Cadetes supo generar algo en sus jugadores que no todos lo hacen: generar un sentimiento de arraigo, a pesar de estar lejos de casa. Los jugadores Francisco Feuillassier, jugador del Real Madrid, Santiago Rosales, de Racing, y Ezequiel Bonifacio, de Gimnasia y Esgrima La Plata, brindaron juntos una conferencia de prensa para los más chicos del club. En el medio de ellos, estaba Juan Esnaider.
El caso de Feuillassier es, quizás, el más conocido. El joven que saltó de Cadetes al Real Madrid y debutó en el primer equipo con sólo 19 años, fue el más aclamado de la jornada.
Rosales, antes de su paso por Aldosivi que lo llevó a lucirse y poder jugar en Racing, fue jugador del "Tricolor", donde aprendió los valores y recuerda sus tardes en la Institución, pateando la pelota en el salón cuando llovía.
"Estoy orgulloso de poder estar acá después de mucho tiempo. Ver esto, volver al lugar donde veníamos a jugar un picado cuando llovía. Al lado de estos monstruos es algo lindo. A veces uno pasa momentos difíciles, pero hay que someterse a eso y seguir, por más que tengas trabas en el medio hay que seguir luchando por lo que se quiere", afirmó Santi.
Por su parte, Bonifacio, se unió a las divisones inferiores de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Previamente había jugado en Deportivo Norte, pero fue en Cadetes donde se sintió valorado y gracias al club pudo dar el salto al equipo de Primera División.
"Me siento identificado. Cuando era chico uno no tiene la noción de lo que es el fútbol, pero desde el primer día que vine acá me trataron como si fuese uno más, yo no me olvido nunca de eso. Cada vez que vengo a Mar del Plata y puedo ir a ver a la Primera o alguna categoría, lo voy a hacer. Este club me dio todo, me trató como no hicieron en Norte", sentenció Ezequiel.
Los más chicos del club escucharon atentamente a los jugadores y uno, incluso, se animó a hacerles algunas preguntas. El ambiente familiar y los valores de Cadetes hace que cada uno de sus jugadores se sienta identificado. A pesar de los años y los logros conseguidos, más los que faltan, siempre hay un tiempo para volver a casa.