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    “Estrella de Mar” y un replanteo necesario

    08 de marzo de 2018 - 15:03
    “Estrella de Mar” y un replanteo necesario
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    Digo esto casi como un descargo, como una forma de poder decir o expresar con palabras algunas cuestiones que me parecen, son necesarias. Ojalá en este descargo voluntario, lo consiga.

    Si mencionamos la palabra Estado, para distintas personas significará o se graficará en sus ideas de formas distintas, pero tratemos de hacer el ejercicio más introspectivamente, quizás en el intento de obviar diferencias. Una primera impresión, una foto, una imagen sin condicionamientos ideológico-políticos, ni proyección de roles que debería cumplir.

    Simplemente la palabra: “Estado”. Tan intangible como una entelequia a la que nos cuesta abarcar en el pensamiento. Somos todos, pero a la vez actuamos como si no fuésemos ninguno. Lo de todos que no es de nadie en particular y que interpretamos como que no es nuestro, o peor, que sí lo es pero que lo maneja otro sin que nosotros podamos hacer nada.

    Sensaciones que se convierten en acciones a la hora del compromiso. Que se encargue el otro que hace las cosas mal. Me quedaría hablando de la interesantísima otredad, aunque el objetivo me lleva para otro lado, por lo que no seguiré por este camino. Retomando, diré que el Estado se termina convirtiendo en ese gran vacío burocrático en el que no sabemos bien qué pasa y los que saben la manejan a su gusto.

    Claro, estoy hablando de un pensamiento de un argentino medio, que en el mejor de los casos se puso a pensar qué es el Estado, o en todo caso, logro diferenciarlo del concepto de Gobierno. Quizás en otros lugares del mundo, la percepción sea distinta. Por cuestiones culturales, educativas o incluso porque tienen un Estado dinámico o moderno.
    Por estas tierras, los pocos que se ponen a pensar en el sentido estricto, perciben la vieja imagen de un lugar desierto pero burocrático, donde quienes accionan en nombre del Estado no logran la eficiencia, por mérito propio o por un sistema que termina por dejarlos sin el objetivo.

    Hace unos días que en la Argentina volvimos a hablar de Nepotismo y meritocracia. De esta discusión también prefiero escaparme de momento, pero ratificaré mi concepto sobre que la cuestión de fondo debería estar ligada a la idoneidad, que es mucho de lo que falta en nuestra estructura de estado. Personas capacitadas por su cargo. El apellido si se repite o no es relativo, incluso creo que es peor la militancia de todos los partidos, de todos los gobiernos, en todos los estratos del estado, que ocupan cargos a los que les lleva tiempo, dinero y esfuerzo de todos, para aprender de la función.

    Deberá entonces el Estado optimizarse en varios aspectos, modernizarse, dejar de ser esa caja sepia vacía como un teatro en desuso.

    Hay ejemplos en la actualidad que podrían contradecir esto que digo: el ACERCARTE, el equipamiento que puso la provincia en las playas, las aplicaciones para seguridad o la temporada, etc. Sin embargo, todavía hay cosas de ese gigante llamado Estado, ya sea Nacional, provincial o municipal, que merecen ser revisados.
    Hablando de idoneidad, incluso superando lo individual de algunos empleados de ese Estado que pagamos todos, ¿por qué hacer cosas para las que no estamos lo suficientemente preparados cuando hay herramientas para que eso funcione simplemente dejando que lo haga alguien idóneo? ¿En qué momento se pone de relieve el perjuicio al Estado porque un privado (sólo o en conjunto con el sector público) hace lo que no sabemos hacer por cuenta propia? ¿Es acaso preferible el mal desarrollo de una acción, a cumplir el objetivo de máxima sólo para no darle intervención a quien se dedica a eso?

    Y sí, todo esto que parece muy general quedó visibilizado en los Estrella de Mar. Fue como una gran metáfora, o ejemplo, de todo lo que vengo diciendo.

    Quiero aclarar que no es de ahora, de esta gestión, viene siendo de baja calidad, desde casi siempre. Por lo que esta crítica, que se pretende constructiva, no está individualizada en nadie, ni los de ahora, ni los de antes, ni los de antes de antes.

    Quizás sea un ambicioso intento de tratar de exponer algo que podemos mejorar y mostrarlo públicamente para que lo pensemos y lo discutamos desde el mejor lugar posible.

    Hay muchas cosas que podríamos describir como “desprolijidades” a mejorar. La “desprolijidad” aparente, no es otra cosa que una muestra gratis de un fondo sin concepto y falta de estructura de producción para un trabajo sin esas “desprolijidades”. En definitiva, no es por desprolijos, es por desconocimiento y pérdida del eje central al que deberíamos apuntar. Es, en síntesis, por dedicarnos a lo que no tenemos formación ni técnica, ni de oficio. Más claro, no estamos entendiendo algunas cuestiones del Estrella de Mar, el objetivo de fondo, que es promocionar, poner en medios de comunicación el brillo y el nivel que puede tener Mar del Plata en verano.

    Pero no, lo seguimos dejando en empleados que, se creen que hacen esfuerzos y son buenos, pero que en realidad lo único que hacen es tratar que salga. Que la fiesta se haga y pase rápido, aunque sea más o menos. Esto implica que lo “más o menos” no es la fiesta, sino lo que la ciudad muestra.

    La comunicación es la clave en todo esto y, sin embargo, la prensa trabajo en un lugar poco adecuado donde ni siquiera había internet y estaba lleno de personas que no transmitirán ni reproducirán para ningún medio, sólo van para la foto en la alfombra roja y subirlo a redes sociales.

    Ayer, y hoy incluso, los medios nacionales están hablando mal de Mar del Plata. Es que lo siguen organizando personas que no saben. Entiéndase, desde la base, que es un Ente de Turismo organizando algo relacionado con el mundo del espectáculo, la cultura y el arte. Pero fundamentalmente, se trata de un show de televisión que nos sirve de promoción, porque todas las figuras que este verano se presentaron en la ciudad se muestran en Mar del Plata, en un único evento. El detalle es que no hubo televisión en vivo y faltaron las figuras. También quedará plantearle a Hernán Lombardi por qué elige el premio de Carlos Paz al nuestro.

    O, también, saber cómo fue que no se planificó para evitar la superposición. Vuelvo a esa sensación pobre de estar peleando un lugar en la TV Pública, cuando tenemos el piné para tener horario central en una canal nacional importante, o alguno internacional. Es ahí donde uno entiende que no hay previsión, ni producción, que no hay un trabajo de fondo.

    El lugar, el teatro en sí, con falencias de toda índole lógicas de un gigante del Estado. El personal, echando a los periodistas (que les recuerdo son quienes hacen que la fiesta sea grande, porque en la sala entran 1000, por los medios se llegan a millones. ¡El truco es ese, señores!, pero claro como no entienden, tampoco lo piensan). Decía, el personal (del Estado, claro) mandando a los periodistas a escribir o transmitir a la calle, diez minutos después del discurso del Estrella de Oro, que ganó Fátima Flores. Es que había que cerrar, ya se había cumplido el horario e incluso las horas extras…

    He hablado con varios colegas, incluso hemos tenido nuestra propia experiencia, y nadie se fue contento, más bien hablando de “bochorno” y de “berreteada”. Pero no crean en esto que digo, lean, vean y escuchen lo que dicen los medios nacionales.

    La posibilidad de tener algo exitoso lo convertimos en una pesadilla promocional. Mar del Plata se expone en una fiesta de las estrellas, sin algunas estrellas y con una fiesta de poca monta.

    Hace un tiempo, otro premio, el Martín Fierro le estaba sucediendo algo similar, hasta que lo reencauzaron. Claro, lo empezaron hacer personas que saben cómo es armar el show y que tienen contacto permanente con todos los medios y, además, son parte de la cuestión. Más allá de lo que nos parezca si está bien que gane tal o cual (y eso es parte del show también) la gestión de Ventura y compañía en APTRA ha revivido los Martin Fierro. Miren qué nombre justo, no? Díganme si Ventura no sería un nombre más que adecuado para nuestros estrella de Mar?.

    De hecho, permítanme la autorreferencia, asistí dos veces a la versión Federal, una con la anterior gestión y otra con la actual.

    La diferencia es abismal, la transmisión televisiva, la concurrencia de figuras que le dieron vuelo a la fiesta y un país entero hablando de lo ocurrido. Detalle que quiero agregar en este ejemplo, el tema que hayan separado el interior, del porteño. Incluso, dentro de los medios de Buenos Aires separaron radio, de televisión. Y eso también hace a la calidad y nadie debe ofenderse.

    Los presupuestos de las producciones capitalinas son sideralmente diferentes a las producciones locales, por lo que hacerlas competir sería injusto. Ergo, considero acertada la diferenciación. No se trata que aquellos sean mejores o tengan más calidad que los de acá, se trata que es lógica la diferencia, por lo que no corresponde la competencia porque no hay igualdad de condiciones. Entiendo que en los “Estrellas” debería pasar lo mismo, más aún pensando en el espectáculo a transmitir. Quien mira el evento por televisión quiere ver a las estrellas nacionales, es un hecho, por cuanto cuando vienen las ternas locales, la transmisión pierde interés. Eso hay que revisarlo, porque aunque se pueda malinterpretar lo que digo, el objetivo del premio, para nosotros como Estado, no es sólo el merecido reconocimiento a un esfuerzo de producción teatral, a una inversión o la virtud escénica y artística de alguien, lo cual es meritorio y debe defenderse porque está justificado, sino también mostrar una ciudad brillante con un espectáculo de calidad. Es decir, aprovechar a reconocer el trabajo y que lo hagan en Mar del Plata, y con eso de plataforma, darle lugar al trabajo que hace la propia ciudad que reúne tanto talento.

    Creo que debemos empezar a cambiar la tónica, que el ejemplo sea el puntapié inicial, es que el ejemplo no es más que un emergente de un Estado que necesita modernizarse, dejar de ser sinónimo de algo hecho como “para que salga y cumplir” y empezar a ser sinónimo de idoneidad. Se pueden hacer las cosas bien, sólo tienen que hacerlo quienes saben, así esto implique la colaboración externa. El mundo entero demuestra esto en cada acción.

    De este modo, quizás en un tiempo, podamos cambiar la imagen del Estado, dándonos la posibilidad de verlo con más luz y efectividad, lo que nos daría algo mejor para todos.

    Mar del Plata es mucho más que esa sensación que dejó la gala del lunes, merecemos algo mejor y podemos hacerlo, será hora de replantearnos estas cosas y dejar la pobreza del “como se puede”, para conseguir la riqueza del “se puede” y tener la ciudad que queremos y esto aplica a todos los aspectos, no sólo al Estrella de Mar.

    AUTOR

    Jorge Kupferman
    Jorge Kupferman

    Broker de Miami Life Realty.

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