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    Hacer visible lo invisible

    31 de julio de 2018 - 16:54
    Hacer visible lo invisible
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    No todos somos iguales ni todos necesitamos lo mismo. Eso que parece obvio a veces no lo es tanto. El transporte es uno de los ámbitos en los que la aparente homogeneidad esconde importantes diferencias. Este es el caso de los niños, los ancianos y las mujeres. Los niños tienen características físicas y cognitivas que condicionan sus desplazamientos, algo que comparten los ancianos, quienes además ven reducida su movilidad cuando dejan de conducir; las mujeres, por su parte, tienen algunas necesidades que son aún menos evidentes.

    Veamos el caso de las mujeres y empecemos señalando una primera diferencia. En Argentina sólo un 30% de las licencias de conducir está en manos de personas de sexo femenino. Este fenómeno no es original de Argentina, se replica en distintos países y en distintas regiones, y es habitual en América Latina. Por este motivo no es casual que la mayoría de los desplazamientos realizados por mujeres sean a pie, o que ellas se encuentren entre los principales usuarios del transporte público, junto con niños y adultos mayores. Entre los últimos, también las mujeres son mayoritarias. Un dato no menor, es que tanto niños como ancianos suelen estar en mayor medida al cuidado de las mujeres, independientemente de que ellas trabajen fuera del hogar. Este fenómeno parece ser independiente del nivel de desarrollo económico de los países. En América Latina se estima que el 80% de las mujeres que trabajan a tiempo completo se encargan del trabajo doméstico y familiar. La mayor dedicación de las mujeres a las tareas de cuidado también se observa en países como España, Suecia o Estados Unidos, entre otros.

    No es equivocado suponer que uno de los motivos por los cuales las mujeres usan el transporte público es para cumplir con tareas como llevar a los niños a la escuela, a actividades extraescolares, o al médico. Algo similar ocurre con el cuidado de los adultos mayores. Sin embargo, las encuestas origen destino, una herramienta muy útil para conocer los patrones de transporte existentes en las ciudades y para diseñar cambios logísticos y de infraestructura no incluyen a las tareas de cuidado entre los posibles motivos de viaje. Incluyen otros motivos como ir y volver del trabajo, hacer compras, ir a la escuela o acompañar y encontrarse con otras personas. En algunos estudios recientes la categoría “trabajo de cuidado” se incorporó como motivo de viaje. Por ejemplo, cuando lo hicieron en España, su inclusión produjo un reordenamiento de las respuestas. Muchos de los viajes que se clasificaban como compras o visitas fueron subsumidos en esta nueva categoría. Como resultado, el trabajo de cuidado se convirtió en el segundo motivo de viaje más frecuente para las mujeres, luego del empleo (Fuente: Sánchez de Madariaga, 2013).

    Aquello sobre lo que no nos hacemos preguntas puede tornarse invisible, o pensado de manera inversa, aquello que no percibimos no genera nuestra curiosidad. Y aun así, produce efectos. En la medida que cuidar a otras personas no se considera un motivo de viaje, las líneas de transporte público no suelen incluir recorridos que contemplen estos destinos. Las frecuencias de viaje tampoco se ajustan a esta necesidad. De este modo, el transporte público es más accesible en los horarios pico vinculados a las jornadas laborales y durante los días de semana. Otros aspectos que no responden a las necesidades de sus principales usuarios son las características de los vehículos, o la infraestructura de las paradas y de los lugares de acceso. Por ejemplo, muchas esquinas carecen de rampas, no hay lugares donde guarecerse, los escalones de los colectivos son muy altos, las puertas son demasiado angostas para subir con carritos, y no hay espacios propicios para ubicarlos una vez arriba de ellos. Finalmente, no es menor mencionar que muchas mujeres sufren situaciones de acoso, abuso sexual y violencia al ser pasajeras de transporte público. Esto ha llevado a que sea cada vez más común la segregación sexual del transporte. Es decir, crear colectivos o vagones de tren exclusivos para mujeres. Esta iniciativa se ha tomado en países como México, Brasil, Alemania o Japón, entre otros. No obstante, la medida no está exenta de debates. Las principales críticas señalan su carácter sexista y que no resuelven el problema de fondo. Parece indudable que se requieren soluciones más creativas.

    Un aspecto que puede explicar por qué las mujeres utilizan más transporte público que los varones es la brecha salarial. Es decir, ellas suelen ganar menos que ellos, aún realizando la misma tarea. Entonces, el acceso a otros medios de transporte se vuelve más difícil. Por otra parte, el transporte público suele ser una fuente de gastos importante si deben realizarse varios viajes en el día, un aspecto que puede ampliar aún más la brecha en el nivel de ingresos. Nuevamente, aquí hay diferencias entre varones y mujeres, en este caso en el encadenamiento de viajes, es decir, en la realización de varios viajes cortos dentro de un viaje largo. En familias con ambos miembros de la pareja trabajadores las mujeres llegan a encadenar dos veces más viajes que los varones. Algo que puede aumentar  hasta un 50 % para las mujeres si tienen un niño o una niña menor de cinco años (Fuente: McGukin & Murakami, 2005). En la mayoría de los casos, los viajes extra tienen como finalidad ocuparse de aspectos relacionados con el mantenimiento del hogar o con las necesidades de la familia. Esto se traduce en un aumento de la duración promedio de los viajes para las mujeres en comparación con los varones, aun cuando las distancias recorridas sean iguales. Como respuesta a esta situación, en algunos lugares se están tomando inciativas especiales como permitir la combinación de viajes, en un lapso determinado de tiempo, con el valor de un pasaje único.

    A modo de cierre, es importante señalar que el transporte tiene una función muy importante en el desarrollo económico de las sociedades y en el desarrollo personal de los individuos que las conforman. Contar con sistemas de transporte eficaces y equitativos es fundamental en  cualquier ambiente urbano si se pretenden condiciones igualitarias para el despliegue de las capacidades. Para ello es necesario contemplar las necesidades de distintos grupos. Conocerlas por medio de las preguntas correctas es el primer paso para poder brindar respuestas adecuadas. Indudablemente, contemplar y desarrollar ese tipo de acciones resultará en un mayor bienestar colectivo.

     

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