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    Prevenir antes que curar

    14 de febrero de 2021 - 12:47
    Prevenir antes que curar
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    Desde hace casi un año algunos términos médicos abundan en las conversaciones cotidianas. A diario decimos y escuchamos palabras como epidemia, pandemia, virus, tasa de letalidad, tasa de mortalidad, grupos de riesgo, prevención y muchos más. Quizás dentro de un tiempo podamos evaluar si la crisis del coronavirus ha cambiado el sentido común acerca de las enfermedades, pero por el momento es obvio que no usamos ese vocabulario para referimos a las lesiones y a las muertes viales. Sin embargo, son un problema que alcanza valores de epidemia. El número de muertes anuales estimado por la Organización Mundial de la Salud es de 1.350.000 personas. Algo que convierte a las lesiones de tránsito en una de las principales causas de muerte a lo largo de todo el ciclo vital. La Psicología del Tránsito es una de las disciplinas que tiene como objetivo entender como el comportamiento humano se relaciona con los siniestros y lesiones para mejorar las condiciones de seguridad de todo el sistema vial. Es decir, reducir la mortalidad. Por este motivo, se entrelaza con disciplinas interesadas en mejorar las condiciones que afectan la salud de la población.

    La medicina, el trabajo social, y enfoques como la salud mental comunitaria, entre otros, delimitan distintos niveles para la prevención que se conocen como primario, secundario y terciario.

    Todos estos niveles son importantes, pero suele considerarse al primario como fundamental ya que su objetivo es conseguir que las lesiones por siniestros viales no ocurran. En términos médicos sería equiparable a evitar la aparición de una enfermedad o su contagio. Si bien las lesiones por siniestros están directamente vinculadas con el comportamiento, las acciones preventivas no necesariamente deben enfocarse en el individuo. Una posibilidad es lograrlo de manera indirecta mediante cambios en la infraestructura.  Por ejemplo, intervenciones destinadas a apaciguar el tránsito como el angostamiento de calles, u otras que favorezcan formas de movilidad intrínsecamente más seguras como pueden ser el metrobus o las ciclovías. Las medidas preventivas también pueden consistir en cambios regulatorios como establecer límites de alcoholemia o reducir los límites de velocidad máxima permitida. Sin embargo, establecer normas no es suficiente, y debe ser acompañado por acciones educativas, de concientización y de control. Todas estas acciones destinadas a la prevención primaria demostraron tener efectos positivos sobre las tasas de siniestros cuando se realizaron de forma coordinada, sistemática y sostenida en el tiempo.

    En términos médicos, la prevención secundaria pretende identificar la enfermedad de forma precoz. El objetivo es detectar a las personas que cursan las primeras etapas de una enfermedad, pero que aún no presentan síntomas. En el caso de las lesiones viales la situación es un poco más difusa ya que no existe un elemento patógeno externo o interno, como puede ser un virus o una alteración genética. Los patógenos son comportamentales, como pueden ser fumar o beber en exceso. Se trata de identificar que grupos de personas se encuentran frente a un mayor riesgo de participar en algún siniestro debido a sus comportamientos y a sus características personales. Algunas preguntas que pueden guiar la búsqueda de información en este nivel pueden ser: ¿existe algún grupo de edad con mayor riesgo de morir en un siniestro?, ¿el género se vincula con una exposición diferencial a los siniestros viales?, ¿existen procesos psicológicos que se relacionan con el aumento de la probabilidad de sufrir una lesión?, ¿existen estados fisiológicos que afecten el desempeño seguro?. Responder este tipo de preguntas con fines de prevención requiere tanto de la investigación científica como de la evaluación y la intervención en contextos cotidianos. Los caminos para lograrlo no son unívocos.

    En el nivel de prevención terciaria, la acción tiene lugar una vez que el problema es manifiesto. En el caso de la seguridad vial, cuando el siniestro y sus consecuencias tuvieron lugar. El trabajo consiste en reducir su impacto sobre la salud. Podemos establecer un continuo entre la ausencia de secuelas, el trauma psicológico sin lesiones físicas, lesiones físicas, discapacidad y muerte. Las intervenciones psicológicas breves y tempranas en el momento del siniestros son una herramienta sencilla para reducir los niveles de estrés agudo y para evitar el desarrollo de síntomas de estrés postraumático. La acción rápida de los sistemas de emergencia es fundamental para salvar vidas y para reducir la gravedad de las secuelas. En síntesis, es importante entender cómo actúan las acciones preventivas en distintos momentos para contrarrestar los efectos negativos sobre la salud que tienen los siniestros viales.

    AUTOR

    Humberto Noel
    Humberto Noel

    Abogado. Ex Juez laboral.

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