Más y mejor pueden coincidir
Todos los días tenemos la necesidad de desplazarnos de un lugar a otro, por ejemplo, para ir a trabajar, para ir a estudiar, o para divertirnos. Podemos creer que la decisión que tomamos al momento de salir de casa es una más de nuestras acciones como agentes libres, sin embargo, nuestras preferencias en términos de movilidad (como muchas otras) son a menudo automáticas y están condicionadas. La elección del medio de transporte está influida por factores personales, como el tiempo disponible o los recursos económicos; factores ambientales, como la distancias a recorrer o la infraestructura; factores psicológicos, como la valoración de los medios de transporte; y factores sociales como las políticas públicas sobre movilidad.
En este último punto, cada aspecto debe ser evaluado con detenimiento para que los resultados sean equitativos, seguros y sostenibles para todos.
La cantidad de personas que vive actualmente en las ciudades es muy grande y está en continuo crecimiento. Sus desplazamientos en vehículos privados provocan congestión, contaminación del aire, tiempos de viaje extensos, siniestros fatales y no fatales, menos espacio para actividades ajenas al transporte, y mucho estrés. La solución que la movilidad multimodal propone es generar condiciones para que distintos medios de transporte puedan ser elegidos por los usuarios para desplazarse, ya sea de forma coordinada o independiente. No obstante, se pone énfasis en privilegiar el transporte público y el transporte activo, en detrimento de los automóviles privados, a los que, aunque solo puede acceder una parte reducida de la población, se les ha dedicado mucho tiempo y espacio.
El último mundial de fútbol, que se jugó en Rusia, es un buen ejemplo para ilustrar este tema. A priori, el evento enfrentaba al país anfitrión con tres problemas: (1) la visita de un gran número de turistas, y el aumento temporario de la población, (2) un crecimiento del número de viajes urbanos e interurbanos, y (3) largas distancias entre las sedes donde se jugarían los partidos. Para afrontarlos se propuso un programa de movilidad multimodal basado en el sistema existente. Se decidió privilegiar el uso de transporte público al interior de las ciudades (metro, subte, autobús y tranvía) haciéndolo gratuito para quienes tuvieran la FAN ID (una identificación que podían sacar las personas que tuvieran entradas para los partidos). Tener esa identificación también permitía acceder a viajes gratis en tren para desplazarse entre las ciudades que eran sede del evento. Para cubrir la demanda se aumentó la frecuencia de viajes. Por otra parte, existía la posibilidad de utilizar trenes de alta velocidad, aviones y autobuses. Los pasajes podían gestionarse por medio de aplicaciones especiales. El uso de nuevas tecnologías es otro aspecto característico de los programas de movilidad multimodal, que suele considerarse como una parte del desarrollo de ciudades inteligentes. Otra opción de movilidad era utilizar una tarjeta que permitía acceder a todos los medios de transporte. En Moscú esa tarjeta se llamaba Troika y permitía conectar distintos medios de transporte durante un plazo de una hora y media con el pago de un pasaje.
Además de medidas como las adoptadas por los rusos, hay otras acciones que favorecen la multimodalidad. Entre ellas están los sistemas de park and ride que conectan el uso del auto con el transporte público o con la bicicleta; permitir que los ciclistas suban al tren o al metro con sus bicicletas; o la peatonalización de zonas urbanas, generalmente céntricas y comerciales.
Además de las ventajas para la movilidad, la peatonalización permite intercambios más cercanos entre las personas, mayor socialización y mejores condiciones de encuentro. También dinamiza la actividad económica, y mejora las condiciones de seguridad ya que el aumento de personas caminando actúa como una forma de control social que impacta en la reducción del delito. Por estos motivos, la peatonalización es una iniciativa que se extiende cada vez más en grandes ciudades del mundo, como Nueva York, Madrid, Berlín o Buenos Aires.
El reto de la movilidad multimodal es generar ciudades más compactas en las que las distancias a recorrer sean menos extensas, con sistemas integrados e inteligentes de transporte público, conectados con el uso de medios activos de transporte y en las que el uso del automóvil particular sea cada vez menor. La multimodalidad tiene grandes beneficios como disminución de la contaminación ambiental y sonora, menor gasto en el mantenimiento de la infraestructura, y menos estrés en los desplazamientos. En definitiva, hace de las ciudades lugares más amigables para vivir.