Sabor a nada

El 25 de mayo pasado, a veinte años de la asunción a la Presidencia de la Nación por parte del fallecido Dr. Nestor Carlos Kirchner, su esposa, la Dra. Cristina Fernández, ex Presidenta y actual Vicepresidenta quien eligió e impulsó al Dr. Alberto Fernández a arribar a la primera magistratura del Poder Ejecutivo, figura central la nombrada señora en la escena política nacional en el lapso de tiempo indicado, pronunció su anunciado y esperado discurso por todos quienes se interesan por la cosa publica, en un escenario levantado para dicha oportunidad, rodeada de toda su familia, íntimos allegados y otros que lo fueron y parece que volvieron como es el caso del Ingeniero Felipe Sola, madres y abuelas de plaza de mayo, algún dirigente sindical, y la notoria ausencia ya ampliamente comentada en todos los medios de quien hoy ocupa la Casa Rosada, quien nos vino a visitar a Chapadmalal, siempre acompañado de su guitarra aunque a veces no se la vea.

También es de destacar que hubo un despliegue de grandes pantallas y parlantes en los alrededores del sitio central de acto, para que nadie se pierda nada, ni gestos ni palabras de lo que iba a decir.

Sus fieles seguidores ilusionados para que diera marcha atrás con sus afirmaciones y manifestara que se iba a presentar como candidata en las próximas elecciones.

Otra parte del “kirchnerismo” pensando que iba a bendecir a alguno de los candidatos autopostulados, y gran parte de quienes estaban pendientes de su exposición, justicialistas, opositores y ni unos ni otros, queriendo oir el esbozo de un plan político y económico en muy gruesos trazos. Ideas, programa, líneas centrales a seguir por el Estado.

En cambio el discurso fue una rémora de los logros del matrimonio Kirchner en sus gestiones; un disparo para quien fuera una vez su ministro de economía Martín Lousteau; algo que en principio sonó como un elogio para el Dr. Alberto Fernández pero que en realidad referir que algo no es tan malo como la pesíma administración del Ingeniero Macri según la dicente significa que no fue nada bueno; un furibundo ataque a uno de los tres poderes que conforman el sistema republicano elogiado por la oradora, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, enorme contradicción sobre todo cuando el sistema constitucionalmente previsto esta en marcha para destituir a quienes componen ese cuerpo; y nada que nos saque de esta destructiva realidad llamada “grieta”, acicateada por todos los costados y exponentes partidarios, y sin que surja alguien como ocurrió en el año 1973 con un diputado radical llamado Antonio Tróccoli que pedía a su rivales políticos justicialistas Héctor Cámpora y a otros interlocutores principales del Gral. Perón , “comencemos de cero, comencemos en paz”

Muchos por un cuestión etaria tal vez no conocen a quíen nombré pero es apropiado que se lo recuerde, tanto a él como a los peronistas que lo escucharon.

Y ya que estoy en el barco de la nostalgia, termino diciendo que al término del tan aguardado discurso recordé una canción que pocos años antes de ese histórico momento fuera éxito de un cantor popular el que al arribar posteriormente a la política hizo honor al título de su composición , “Sabor a nada”, como el que nos dejaron las palabras de la Sra. Fernández de Kirchner.