Burberry: hablemos de desarraigo
Al tiempo que se sucedían desde Madrid las celebraciones de una última edición de la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, precisamente a lo largo de una notoria jornada del viernes que llegaba protagonizada por la visita de la reina Letizia, desde la otra orilla del canal de la Mancha la firma de moda británica Burberry presenta su nueva colección para la temporada Otoño/Invierno de 2022. Propuesta que se daba a conocer a lo largo de un impresionante desfile organizado en el corazón de Londres, que por su parte se singulariza por significarse como el regreso de la casa de modas a los desfiles en directo, tras dos años de presentaciones digitales.
Organizado en el interior del Central Hall Westminster, iglesia metodista ubicada en pleno distrito de Westminster cuyo espacio también se emplea como centro de conferencias, albergando igualmente áreas de exposición, oficinas, restauración o una galería de arte, desde Burberry se organizó una espectacular presentación bajo el techo abovedado de su Gran Salón, a la que no dudaron en acudir íntimos amigos de la casa, como Adam Driver, Carla Bruni, Eiza Gonzalez, Kate Moss o Naomi Campbell. Un selecto grupo de invitados, que terminó abarrotando un salón reconvertido en comedor sobre cuyas mesas, y frente al formidable órgano de 3.789 tubos con el que cuenta el edificio, no dudaron en desfilar con las prendas de esta última colección de Burberry el conjunto de modelos que se encargaron de dar carácter a la presentación, al ritmo que marcaban, en directo, la London Contemporary Orchestra mediante piezas de Max Richter y Michael Nyman, y un coro formado por un centenar de voces.
Profundizando en la idea de “permanencia” y de “comunidad”
Arrancando con una sala en plena oscuridad que comenzaba a iluminarse desvelando un suelo recubierto para la ocasión por el tradicional tono marrón de Burberry, los modelos descendían desde las escaleras del Gran Salón empezando a llenar esta suerte de comedor privado, deslizándose entre y sobre las mesas que ocupaban la parte central de un espacio que rápidamente terminó desbordado por la música ambiental y las loas y flashes de los asistentes.
Un seleccionado público que pudo de este modo descubrir de primera mano, a través de este espectáculo inmersivo con el que desde Burberry firman su regreso a los desfiles en público y en directo, las últimas creaciones de un Ricardo Tisci, fuertemente inspirado para la ocasión en el fuerte sentimiento de desarraigo que subyace bajo la sociedad actual. Una pulsión que se situaría como el empuje que nos lleva a constantemente tratar de conectar con todo y con todos aquellos que nos rodean, en algo que especialmente se denota en relación con esas tribus urbanas a las que se ha encargado históricamente de dar abrigo la capital británica. Una ciudad de Londres a la que, partiendo de esa misma idea, pero de una manera mucho más clara y elocuente, terminaban Burberry y Tisci dedicando esta colección, convertida así, de punta a punta y de extremo a extremo, en un sentido homenaje a la idea y al sentimiento de los “británico”, entendido también aquí como una cualidad que habla de tradición y de pertenencia, de antídoto frente a esa idea de desarraigo.
“Era importante para mí explorar aquello a lo que significa pertenecer”, profundizar “en cómo nuestras raíces influyen en nuestra identidad y en cómo el poder de la comunidad y de la unión, es lo que realmente le da significado al mundo”, explica el propio Riccardo Tisci sobre esta colección, a lo largo de unas declaraciones difundidas desde Burberry. “De este modo, quería que esta colección sirviera para transmitir esa intensidad de sentimientos y para celebrar no solo el hecho de estar juntos, sino la ciudad en la que nos reunimos hoy; la ciudad en la que Burberry creció y estableció una familia”.
A este mismo respecto, añade Tisci, “para mí, Londres es un lugar de ensueño, una capital construida sobre su herencia y unificada por una comunidad diversa y una actitud de querer ir más allá de los límites, de perseguir un potencial ilimitado”. En este sentido, “la colección viene a encarnar una esencia tan intangible como es la de ‘lo británico’”, concepto que se presenta como “una fusión única que honra la belleza del pasado, al tiempo que permanece enfocado hacia el futuro, con gratitud, esperanza y amor”.
Tradición y modernidad (con un toque de contracultura)
Con el fin de celebrar esa esencia de lo británico, sus propios orígenes, su herencia y su legado, valores todos ellos con los que luchar contra la sensación de desarraigo, y por extensión de la soledad que la acompaña, Tisci terminaba armando una brillantísima colección, en la que nuevamente revisitar elementos y prendas procedentes de los archivos de Burberry, para terminar de armar una propuesta capaz de hablar tanto a la tradición como a las nuevas y próximas generaciones.
Sobre una paleta cromática en la que volvieron a primar los colores tradicionalmente vinculados a la casa de modas británica, con una amplia presencia de marrones, beige y negros, junto a acentos en cálidos y otoñales naranjas, amarillos y rojos, junto a incluso rosas o verdes, la colección ahonda sus raíces en la exploración de dualidades enfrentadas, combinando cortes clásicos con estéticas punk. Dos principales influencias con las que Tisci entraba a revisitar los históricos códigos de Burberry, ahora bajo el influjo de las estéticas de esos movimientos de la contracultura británica de la década de los 70, así como de esos sentimientos por la unión y por la “permanencia” en torno a los que se construyen las tribus urbanas.
Terminando con todo ello por perfilar una colección con la que el diseñador italiano volvió nuevamente a sorprender, mediante combinaciones “genderless”, cortes asimétricos, superposiciones, deconstrucciones de prendas y unos acabados acolchados. Características más notables de un conjunto de piezas, de entre las que se sobresalen detalles como el de la recuperación del histórico escudo con hojas de roble de Burberry, mientras que otra serie de centelleantes prendas, recubiertas de cristales iridiscentes, hacían su aparición para simbolizar las mágicas noches que se dan bajo las estrellas en la campiña inglesa.
ADRIAN CABALLERO
Diseñador de Alta Costura /Presidente de CIMMAR
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