Calamar: menos capturas, mejores salarios y rabas importadas
Por Roberto Garrone
El calamar, materia prima que genera las conocidas y exquisitas rabas, se ubica, cómodo, en el tercer escalón del podio de los principales productos que exporta la industria pesquera nacional detrás del langostino y la merluza, si nos guiamos por las divisas que genera, o de la merluza y el langostino si tomamos en cuenta el volumen exportado.
El año pasado, según los números oficiales, se descargaron 96 mil toneladas, un 11% menos que las descargas del 2018. Entre enero y noviembre se exportaron 84240 toneladas que generaron casi 210 millones de dólares. En el mapa total de las exportaciones pesqueras, el calamar no alcanza el 15%. de las divisas obtenidas.
Es una pesquería en la que participan casi 70 buques con permiso de pesca exclusivo de calamar para operar en aguas nacionales. De ese total la mayoría son barcos de empresas españolas o chinas, como los últimos seis permisos que se estrenaron esta temporada que comenzó el 10 de enero. De dichos países también es buena parte de la flota extranjera que ejerce la pesca de calamar sobre la milla 201 de manera ilegal, no regulada ni reglamentada. En muchos de ellos con trabajo esclavo a bordo.
El año pasado del total de capturas la flota potera capturó un 90%. El resto lo pescan fresqueros y congeladores con red de arrastre. La captura de esta flota es la que generalmente se consume en el pescado interno.
La de los poteros se exporta toda. Más allá del comprimiso que asumieron algunos armadores al momento de recibir el permiso de pesca, de reprocesar en tierra entre el 10% y el 20% (varía según cada permiso) de las capturas en tierra, ese acuerdo no se cumple y genera, no solo que las rabas se hayan convertido en un producto de lujo, sino que contribuye a la falta de trabajo en tierra.
No sé si el amigo lector ha tenido la posibilidad de entrar a una pescadería en las últimas semanas. Le evito la sorpresa: El precio del kilo de rabas roza los 800 pesos en una próxima a mi casa.
Veamos algunos números. El valor promedio del calamr exportado el año pasado alcanzó los 2491 dólares. Seamos más precisos; las 5 mil toneladas de vaina (sin cabeza, tentáculos y aletas) de calamar, tuvo un valor promedio de 4 mil dólares la tonelada. Como tubo limpio, pelado, se vendieron 39 toneladas con un valor promedio de 6500 dólares en promedio. Cuanto más valor agregado, mejor precio. Pero acá el trabajo se hace a bordo, no en tierra.
Si el gobierno estimulara el trabajo en tierra u obligara a los armadores a cumplir su compromiso, recibirá retenciones casi 590 dólares por tonelada y no menos de la mitad por la exportación de enteros. Y ese modelo se aplica a la merluza y al langostino.
A ese valor de 6,5 dólares por kilo hay que restarle el arancel que cobra China y España, principales destinos de las ventas de calamar, y desde diciembre, el 9% de retenciones que aplica el nuevo gobierno. Estas restas redondea en 5 dólares el kilo de tubo limpio. En la pescadería del Alto Constitución un kilo de rabas, cuesta más de 13 dólares.
Y ni siquiera son rabas made in Argentina. Las anillas que exhiben las pescaderías llegan importadas desde Perú, que en sus aguas territoriales cuenta con ejemplares mucho más grandes que los que habitan las profundidades de nuestro caladero.
Tal vez con estos números los armadores poteros nacionales piensen en el mercado interno donde pueden llegar con un producto más competitivo que la raba peruana. Por ahora estan con otras preocupaciones luego de suscribir el acuerdo paritario con el SOMU, que elevó la toneladas producida en un 150% para los marineros y la llevó de 100 a 250 pesos.
El salario de los obreros marítimos es lo único que ha aumentado. El inicio de la temporada marca una menor abundancia de calamar para la flota. De acuerdo a un informe técnico del INIDEP que monitorea el pulso de la pesquería, en las primeras cuatro semanas de pesca los barcos obtuvieron capturas promedio diario de 22 toneladas. El año pasado habían sido cerca de 40, muy parecida al 2018.
Mientras algunos barcos completaron la primera marea y elijieron descargar en Mar del Plata, generando un poco de movimiento en muelles dominados por la parálisis de la flota fresquera, otros prefirieron los puertos patagónicos, con estiba más cara y lenta, pero más cerca de la zona de pesca.
En estos días la flota cambiará de zona de pesca para ir en busca del stock sudpatagónico, que el año pasado brilló por su ausencia, lo mismo que el norpatagónico, que se pescará a partir de abril en aguas al norte del 44°S. Este stock también faltó el año pasado, como en el 2018.
Habrá que ver si se mantiene la merma de rendimientos las nuevas autoridades obligan a las empresas a reprocesar en tierra la porción de capturas asumida y generar la misma actividad en los muelles con la descarga con los obreros del pescado. Por ahora las rabas seguirán siendo importadas.