Consideraciones sobre la paz en toda la península coreana: el rol de los pensadores
Transitamos en 2022 una muy especial circunstancia que Argentina y Corea tienen en común más allá de 60 años de armónicas relaciones bilaterales: “compartir la instancia de un territorio dividido / separado” –
Dado que este año, se cumplieron en Argentina los 40 años de la guerra de Malvinas, mencionaré un penoso acontecimiento común a ambos países: Por una parte, un país sin acceso a parte de su propio territorio, sus legítimas islas y por la otra una península de un mismo pueblo, escindida en dos.
Argentina y Corea, comparten no solo la presencia y el enorme aporte de los 23.063 residentes coreanos en Argentina y los 60 años de amistad. Comparten ambos países una situación de desgarramiento, una escición de su propio territorio. Una Corea dividida en dos. Una Argentina con una parte de su territorio en otras manos. No pude dejar de reflexionar sobre esto mientras escribía este texto. Este año (2022) se cumplieron en Argentina 40 años de la Guerra de Malvinas. Y si bien en Corea el acuerdo de armisticio de 1953 puso fin temporalmente a la Guerra de Corea, el conflicto continúa allí desde hace 69 años y la península coreana sigue dividida como entonces, devenida en una región fuertemente armada y el único país que aún está partido en dos, como una extensión visible de la era de la Guerra Fría.
Por ello deseo, a la luz de las excelentes relaciones bilaterales que nuestros respectivos países desarrollan; abordar desde los 60 años de relaciones bilaterales, el tema de la reunificación y pacificación de la península coreana, y el diálogo y la responsabilidad académica, como propuestas para lograrla como ejemplo para el mundo y el papel de los académicos y pensadores de hoy en pos de la paz .
Los esfuerzos para poner el foco internacional en la unificación de la península coreana, son un medio valioso para resolver la amenaza a la seguridad de la península dividida y para la búsqueda permanente de la paz y la reconciliación en el mundo; entendida la paz como una cualidad esencial y premisa básica en las relaciones internacionales, y no solo como la ausencia de guerra.
Hace 70 años que el intercambio entre ambas Coreas es inestable y conflictivo. En algunos períodos, la relación ha sido distante, con las dos partes compartiendo el mismo nivel de enemistad entre sí. En otras ocasiones, la relación se ha reanimado con intercambios diplomáticos y personales amistosos. Sin embargo, las interacciones siguen siendo muy difíciles entre dos estados que emiten mutuas amenazas, en el marco de un armisticio incierto.
Las entidades nacionales e internacionales, junto con actores regionales y subregionales, y académicos, como en nuestro caso, están cada vez más llamadas a gestionar y colaborar con operaciones multidimensionales de mantenimiento de la paz, misiones políticas y esfuerzos de mediación. Se trata de un compromiso considerable que, por su propio peso, repercute y que, influye y configura el entorno en el que debe tener lugar el diálogo político. Este hecho señala la necesidad e importancia del diálogo político, no sólo entre los actores internacionales, sino también, actores nacionales. Abordar cuestiones de confianza mutua, llegar a un consenso sobre los objetivos que deben alcanzarse conjuntamente y analizar las mejores estrategias a seguir.
Los académicos tenemos un inmenso potencial para compartir conocimientos con la sociedad y tenemos grandes responsabilidades para mantener la asociación entre el mundo académico y la sociedad. Se admite que los académicos son intelectuales que emplean un razonamiento minucioso y un pensamiento profundo, ya sea en ciencias duras o en ciencias sociales. Y tenemos una gran responsabilidad ética con la humanidad en general, para estar abiertos a la crítica y para impulsar la búsqueda de la paz y la verdad, independientemente de las consecuencias.
Las universidades y los académicos, poseen un rol estratégico. La educación superior, como eje de la actividad científica, está obligada a desempeñar un papel activo y positivo en la solución de los dilemas a los que se enfrenta la comunidad, generando conocimientos que puedan utilizarse como puente para resolver limitaciones.
El debate que el siglo XXI plantea sobre la formación del estudiante y del legado que dejamos los académicos, son cuestiones que afectan a conceptos como ciudadanía, paz, ética, moral y valores.
Vivimos en una sociedad global cada vez más autista en la cual, citando a Alfonso Berardinelli, el pensador italiano; se da la paradoja, de individuos aislados, solitarios, pero a su vez masificados. La multitud y las masas no son suelen actuar inteligentemente y autónomamente, por ello hablamos de masas. En la sociedad de multitudes moderna y en las grandes ciudades, aumenta la indiferencia moral y el egoísmo. También se observa en modas culturales e intelectuales: súbitamente todo el mundo promueve usar la misma palabra, el mismo concepto, o bien cita ciegamente a los mismos autores, incluso sin haberlos leído o comprendido. Quieren “ser como todos los demás”, sin pensar en ello, sin juzgar; padecen el temor a diferenciarse. Esta situación es la resultante de la carencia de pensamiento crítico.
El intelectual académico, debería intentar lograr trasmitir a sus estudiantes, este difícil equilibrio ser singulares, críticos y pensantes, en una sociedad de masas. Y este punto de partida es una importante responsabilidad de los académicos coreanos en su propio país, el transmitir a las nuevas generaciones los lazos de pasado y presente que unen a ambas partes de la península e intentar que se involucren en la evolución de las tratativas de unificación.
Citando a M.Castells, con el nuevo paradigma social, la sociedad de la comunicación y de la información, ya no demanda el mismo tipo de profesional de antes. La figura profesional ya no se corresponde con la de una persona plena de conocimientos, que se desempeñaba mediante una serie de funciones y/o actuaciones profesionales en buena medida cerradas y repetitivas. El intelectual del siglo XXI es un individuo que posee un profundo conocimiento de una o dos disciplinas, simultáneamente con conocimientos de otras disciplinas. Es un ejemplo vivo de individuo interdisciplinar.
Por ejemplo, quienes participan en nuestros días en negociaciones de paz en Corea, ni tienen los mismos objetivos de la década del 50, obviamente, ni su formación academica o profesional o política es la misma, ni su visión del conflicto es la misma. Tampoco la inserción internacional de Corea es la misma. El “Milagro del Río Han”, por el cual Corea del Sur terminó la guerra como un país eminentemente agrícola y con el segundo menor PIB per cápita del planeta, y 40 años después ingresó en la OCDE como un país desarrollado; es hoy una pujante realidad, que, a todos quienes estudiamos a Corea, ha superado la investigación académica, para constituírse en objeto de estudio, interés y afecto –
Este nuevo patrón del profesional académico, el pensador del siglo XXI, sabe que se enfrenta a retos personales cuyas decisiones influirán tanto en su cercanía como en quienes puedan encontrarse a miles de kilómetros. Se trata de un objetivo doble por parte del académico del siglo XXI: la formación de graduados que construyan de una forma autónoma y estratégica su conocimiento específico, y paralelamente, la formación de ciudadanos inmersos en la sociedad, que actúen de forma responsable, y ética.
El perfil actual de este modelo académico, permite recibir los beneficios de la sinergia. En otras palabras, la presencia de una gran variedad de disciplinas construiría una totalidad que es más que la suma de las partes. Tales personas pueden desarrollar una capacidad única para proporcionar "una evaluación crítica de ideas y temas", ya que pueden percibir numerosos aspectos y facetas de otras areas del conocimiento. Algunas de las ideas y conceptos más revolucionarios de la ciencia de finales del siglo XX proceden de individuos cuya área de experiencia era totalmente diferente de su campo de especialización. Su visión multidimensional les permite observar una red de elementos interrelacionados que habían eludido las observaciones más meticulosas de expertos en esos campos.
En otras palabras, los intelectuales pueden señalar cuestiones que se encuentran en las áreas imprecisas de una disciplina, invisibles para los propios especialistas aún en campos propios realizando una evaluación crítica de las ideas y los problemas, y percibiendo redes invisibles entre los distintos espacios y quien además, tiene la responsabilidad y la obligación de transmitir, difundir sus conocimiento y crear en sus estudiantes la necesidad de un pensamiento crítico, hasta de sus propios postulados. La asunción de responsabilidades intelectuales puede ser el catalizador singular necesario para generar un cambio social y político generalizado aportando soluciones innovadoras que respeten valores universales como la paz, la dignidad humana, la igualdad de género, la no violencia y la no discriminación. Los actores principales de las transformaciones sociales son los jóvenes, quienes se ven más afectados por estos cambios.
En síntesis: consideramos indispensable la contribución del diálogo político para la reconstrucción de la paz en el mundo, a la luz de las circunstancias que hoy se viven en Ucrania, Venezuela, Cuba, Irán, después de intercambios de violencia física o verbal, esto es parte de la misión de entidades supranacionales como el Comité de Unificación Pacífica en
Corea o las Naciones Unidas; a fin de facilitar el consenso, fortalecer la legitimidad, crear confianza, promover la reconciliación y permitir coaliciones productivas entre los actores. El diálogo, propulsado por políticos y académicos desempeña un papel imperioso en la prevención de la violencia, la pacificación y la construcción de la paz, en la creación de instituciones por su contribución al fortalecimiento de su legitimidad y en garantizar las soluciones más adecuadas.
La Unificación de la península coreana hoy, es un paradigna, un arquetipo, lograr un principio de entendimiento, constituiría un ejemplo para aquellas sociedades profundamente divididas.
Deseo finalizar con una poesía de la destacada poeta coreana coreana Kim Nam-jo, sobre la unificación de las 2 Coreas (2006):
"El sur será como el norte, el norte será como el sur, el día en que los dos colores en la bandera de Corea se unan y se forme el morado; 70 millones de ciudadanos se convertirán en uno y mirarán hacía el cielo con las manos juntas."
Mercedes S. Giuffré