Cyrano, un héroe romántico del teatro que también brilló en el cine
La obra de Edmond Rostand, que destaca en el Teatro Tronador BNA, tuvo varias adaptaciones a la pantalla grande, algunas fieles y otras libérrimas. Una romance que nació con el cine mudo.
Con la espada, con la pluma y la palabra -como Sarmiento- Cyrano de Bergerac ha vuelto a enamorar cada noche sobre las tablas del Teatro Tronador BNA. Y lo hará durante la temporada de verano que se avecina, en esta adaptación del porteño Teatro San Martín protagonizada por Gabriel Goity. Una puesta -y una apuesta- de un texto clásico, que estrenó el autor neorromántico Edmond Rostand allá por diciembre de 1897 y que se convirtió en su gran éxito. Un éxito que se ha replicado desde siempre en los teatros de todo el mundo y que también el cine supo apropiarse.
Si bien Cyrano parece una creación puramente ficcional, es noble señalar que se trató de un poeta y dramaturgo francés que vivió durante el Siglo XVII y que fue contemporáneo de Moliére, por ejemplo. De hecho, durante la obra de Rostand se lo puede escuchar reprochando que le copió alguna obra. Intelectual libertino, De Bergerac es también considerado precursor de la ciencia ficción y, de nuevo, en la obra se puede disfrutar de una escena en la que mantiene un vínculo directo y sentimental con la Luna.
Puede interesarte
Como decíamos, Rostand alcanzó el máximo éxito con esta obra, contrariando su propia expectativa: cuentan los historiadores que antes del estreno reunió a todo el elenco para pedirles disculpa por haberlos embarcado en esta propuesta tan arriesgada. Sin embargo, con el avance de la obra, el público iba demostrando su beneplácito con aplausos y ovaciones. Comedia romántica y trágica, Cyrano da cuenta también de la gallardía de un personaje con un sentido patriótico muy fuerte. Se ha convertido, claramente, en una de las piezas culturales más emblemática y fundamentales de Francia.
Y la popularidad fue tan inmediata, que Cyrano de Bergerac tuvo su primera adaptación al cine en 1900, durante los albores del cinematógrafo. Para 1920, cuando el medio había ya desarrollado y definido un lenguaje, el texto de Rostand había logrado cinco versiones, aunque la más popular no fue vista por el autor, que murió en 1918. En 1922 se filmó la coproducción entre Italia y Francia Cyrano de Bergerac, pero no fue estrenada hasta 1925, luego de un complejo y extenso proceso de coloración de los fotogramas. Lo más significativo de la película es la capacidad de capturar mediante los clásicos intertítulos, en tiempos de cine mudo, la profusa prosa de Rostand.
La historia del Cyrano fue claramente tentadora para el mundo del cine: una historia de amor y de tragedia, con elementos de humor y con una cercanía al relato de aventuras y espadachines, tan caro al cine clásico. Precisamente en 1950 se estrena una de las más populares adaptaciones, producida por el célebre Stanley Kramer y dirigida por Michael Gordon, que le valió el Oscar a la mejor actuación a José Ferrer, quien interpretaba al Cyrano. Esta producción tiene varias peculiaridades, por empezar que el premio lo recibe un actor latino (Ferrer había nacido en Puerto Rico) por interpretar a uno de los personajes más importantes de la lengua francesa. Además que Ferrer, tío de George Clooney, fue el primer actor latino en recibir el premio de la Academia.
Las adaptaciones al cine del texto de Rostand continuaron, aunque hay también muchas reproducciones televisivas de puestas teatrales. Pero hubo que esperar hasta 1990 para que Francia tuviera la adaptación definitiva de uno de sus grandes textos teatrales. Dirigida por Jean-Paul Rappeneau, y con uno de los tesoros actorales del país, Gérard Depardieu, la película es una adaptación precisa y con todos los detalles de producción del cine galo de qualité, desde los fabulosos vestuarios y maquillajes, hasta la recreación de época ajustadísima y lujosa. La película es una fiesta visual y Depardieu logra una de las grandes actuaciones de su carrera.
Obviamente como todo texto popular, también tuvo sus adaptaciones libérrimas. Y fue el caso de Roxanne, comedia romántica de 1987 protagonizada por el gran Steve Martin como el narigón héroe romántico aquí llamado C. D. Bales, pero reconvertido a un bombero… eso sí, enamorado de la inevitable Roxanne jugada por Daryl Hannah. La adaptación, escrita por el propio Martin, es un acercamiento muy simpático a la clásica obra, algo que por otra parte el actor y guionista había hecho un año antes con Tres amigos, donde tomaba prestados elementos de Los siete samuráis de Akira Kurosawa.
Y si hablamos de reversiones y reescrituras, en 2021 tuvimos Cyrano, la que sería la versión woke de Cyrano de Bergerac, dirigida por el buen director británico Joe Wright. En esta adaptación libre, el poeta de la nariz grande ya no tiene nariz grande y está interpretado por el actor con acondroplasia Peter Dinklage, mientras que el personaje de Christian de Neuvillette es interpretado por un actor negro, Kelvin Harrison Jr. Con tanta atención por la reinvención y el gesto postmoderno, obviamente a la película le llovieron las críticas y no le fue demasiado bien, más allá de nominaciones al Oscar y los Globos de Oro.
Como buen texto inoxidable que es, seguramente seguirá habiendo más adaptaciones y reversiones de Cyrano. Por lo pronto, y aunque no tiene mucho que ver con el cine, nos vamos cantando y agitando el bracito con aquel “como Cyrano, como Cyrano, como Cyrano” que patentaron Los Auténticos Decadentes. “Como Cyrano, aquel que entregó sus poemas sólo por amor”.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión