Darío Lopilato: “Me encanta salir de la zona de confort”
El actor protagoniza “Antígona en el baño”, junto a Verónica Llinás y Héctor Díaz. Asegura que la temporada “arrancó mejor que el año pasado” y que le gustaría “seguir viviendo de la comedia” toda la vida.
Darío Lopilato define a Antígona en el baño, la obra que protagoniza en el Teatro Roxy junto a Verónica Llinás y Héctor Díaz, como “una experiencia”. Y vaya si lo es para el actor de tantas comedias populares que aquí se enfrentó a un desafío profesional, una pieza con referencias a la mitología griega centrada en la figura de una actriz en decadencia que quiere retirarse con una última gran obra. Pero lejos de preocuparse por correrse del lugar que el público lo tiene habituado asegura: “Me encanta salir de la zona de confort”.
La obra estuvo hasta último momento disputada entre la temporada de Mar del Plata y la de Villa Carlos Paz. Sin embargo se definieron por la Costa Atlántica: “A la hora de elegir tengo tantas temporadas hechas acá, que cada lugarcito de Mar de Plata es familiar para mí. Y gente que me ha bancado en las buenas y las malas, pasé momentos complicados por temas familiares. Tengo un recuerdo muy lindo y siempre que tengo la oportunidad vengo”.
Y vaya si acertaron. Según el propio actor comentó en diálogo con El Marplatense “la temporada arrancó mejor que el año pasado”. Así que doble premio.
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Para Lopilato la posibilidad de participar de Antígona en el baño fue una revelación. Una obra que disfrutó como espectador, aunque nunca se vio como parte del elenco. Sin embargo, en 2024 le llegó la oportunidad de reemplazar a Esteban Lamothe. Si bien en un primer momento dijo no, finalmente aceptó.
-¿Por qué dijiste no en un primer momento?
Cuando me convocaron no tenía tiempo de ensayos. Como soy muy obsesivo con el trabajo, me pongo un couch y empiezo a laburar. Después de que me saco de encima la letra, después viene la parte de la creación. Me encanta estar en el proceso creativo. Y como esto estaba encaminado… pero me gustó la idea.
-Es una propuesta diferente a lo que hacés habitualmente.
Me encanta salir de la zona de confort, siempre y cuando te den la posibilidad. “¿Por qué no me llamaron antes?” le pregunté a los productores. Por ahí no te tienen en mente hasta el momento en que se habla de vos y ahí te dan la posibilidad. Lo que fue muy loco es que lo fui a ver como público. Y en ningún momento me vi parte del elenco.
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-Una vez que ingresaste al elenco ¿pudiste aportar algún cambio?
Dicen que sí (risas). Creo que la incorporación de un actor nuevo a una obra que viene recorriendo un año la va a modificar en algo. Cada uno tiene sus formas también. Me dieron la posibilidad de hacer algo que por ahí la gente no está acostumbrada a verme. Me lo dice la gente. Eso está bueno, cuando de pronto además se generan momentos de incomodidad, momentos que modifican al público. A mí como publico me modificó. Estás viendo que suceden cosas en la obra que te modifican. Pero te dicen Antígona… No hace falta saber nada de tragedia griega para venir a ver la obra, y si sabés algo también te va a volar la cabeza.
-¿Vos cómo venías con la tragedia griega?
Nada… me llevó a meterme un poco. Son cosas que te contaron de chico, que va relatado por ese lado y después te van cerrando cosas. Es una obra que llamo una experiencia porque es una experiencia teatral que vale la pena.
-¿Te encasilla la gente, la industria o el propio actor que se siente cómodo en determinado rol?
Me encanta la comedia. Me encantaría seguir viviendo de la comedia toda mi vida. Pero uno dice comedia, y tiene un abanico muy grande. Podés hacer una dramática, desopilante, grotesca absurda. Acá es comedia desopilante, pero porque los personajes son tan humanos que hacen viva la situación. Se genera una situación cómica de lo que va sucediendo. Y si bien me agarró desprevenido, porque me gusta estar en el proceso creativo, la mesa donde estamos leyendo el libreto, al mismo tiempo es una obra que me voló la cabeza y dije “vamos”.
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-En función de lo que había hecho Lamothe ¿qué le modificaste al personaje?
Cuando entro a una obra que está armada, por respeto a los compañeros trato de seguir la línea. Pero obviamente uno tiene la impronta. Tanto Esteban como yo somos dos pianos diferentes, pero tuve mucha camaradería con él. La realidad me tiré a la pileta. Es un personaje muy atento, muy especial, muy sensible. Hasta en cierto punto también tolera muchas cosas y en el momento que estalla se pudre todo.
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