De la imaginaria crisis de la bosta a la actual crisis del tránsito
Existe una historia que se cuenta como cierta, aunque parece que no lo es. Sin embargo, se trate o no de una invención, tiene el poder de ponernos a pensar. Se dice que sobre fines del siglo XIX las grandes ciudades del mundo enfrentaron un problema urbano que se conoció como La gran crisis de la bosta. Ese nombre describe una de las supuestas consecuencias que tenía el medio de transporte predominante en ese entonces, que era el carro tirado por caballos. La bosta del animal, en este imaginario relato, era un problema abundante, y el pronóstico indicaba que si no se resolvía, las ciudades quedarían sepultadas bajo 2,70 metros de excremento para la década de 1950. Sin embargo, la solución real para la imaginaria catástrofe llegó antes. La invención del automóvil y su diseminación desplazó rápidamente a los carros tirados por tracción a sangre. Pero las soluciones pueden convertirse en problemas si dejamos pasar la cantidad de tiempo suficiente. En la actualidad, los automóviles causan un enorme problema de salud pública como vector de lesiones y muertes, y al mismo tiempo configuran un problema ambiental como consecuencia del consumo de combustibles fósiles. Por este motivo, desde hace tiempo, el tránsito y la movilidad son fuente de preocupación e interés para investigadores, ambientalistas, y políticos. Entre los primeros, ese interés ha conducido a tratar de entender cuáles son las condiciones que influyen sobre la elección de las distintas formas de movilidad.
Expresado de manera simple, nos movemos de un lugar a otro porque podemos, porque lo necesitamos, y porque nos gusta. Expresado de manera más compleja, cada viaje realizado tiene componentes afectivos, valorativos e instrumentales. Al mismo tiempo, los hábitos y las rutinas tienen un peso importante sobre los comportamientos de movilidad. La conveniencia y comodidad que generan tienen un peso importante sobre nuestras preferencias y pueden generar resistencias al cambio. Hay otros factores que también determinan la forma en que las personas nos movemos de un sitio a otro. En primer lugar, están las necesidades y los deseos tanto biológicos como sociales, como la alimentación y estar con otros, que generan la motivación para el viaje. En segundo lugar, se encuentra el destino hacia donde debemos desplazarnos para cubrir esa necesidad. La respuesta que demos a ambos determinantes estará condicionada por las opciones que brinda el sistema de transporte para llegar hasta allí, incluida la demanda de tiempo. La combinación de las necesidades, el destino, y las oportunidades van a condicionar la selección de la forma de movilidad preferida.
Los medios de transporte que nos permiten desplazarnos pueden ser: (1) activos y auto-impulsados, como caminar, o correr; (2) activos y que potencian el esfuerzo físico, como la bicicleta; (3) que utilizan recursos naturales, como la navegación o los vehículos movidos por tracción a sangre; y (4) los motorizados, como colectivos, automóviles, o motos, que en la actualidad utilizan principalmente fuentes de energía fósil. Los beneficios y demandas que unos y otros imponen a nivel individual y social son distintos. La movilidad activa tiene el potencial de revertir los impactos negativos sobre la salud y el ambiente que genera el transporte motorizado, sin embargo, continúan siendo opciones poco favorecidas en el diseño de los sistemas viales. La imaginaria crisis de la bosta, dejó lugar a la realidad de la crisis epidemiológica de la seguridad vial, y a la crisis ecológica del cambio climático. Imaginar y ejecutar las formas de salir de ella requiere pensar el presente para diseñar el futuro.
Fuentes:
Manuel Ansede (2018). La gran crisis de las boñigas de caballo de 1894 y el futuro de la humanidad. El País. https://elpais.com/elpais/2018/11/13/ciencia/1542126469_433670.html
Martín Caparrós (2019). La gran crisis de la bosta. Pamplinas. El País Semanal. https://elpais.com/elpais/2019/04/30/eps/1556625281_740912.html
Stradling, S. G. (2011). Travel mode choice. En: Porter, B. (de). Handbook of Traffic Psychology. Academic Press, Elsevier.