El club de las cinco: De Niro + Brasil + Gato + Jolie + Neeson
Cinco recomendaciones (o no) de cine y series para el fin de semana: “Día cero”, “Aún estoy aquí”, “Flow”, “María Callas” e “Implacable”.
DÍA CERO (miniserie) creada por Eric Newman, Noah Oppenheim y Michael Schmidt, con Robert De Niro, Jesse Plemons, Lizzy Caplan. En Netflix.
-Un poquito de realpolitik, un poquito de fantasía, un poquito de especulación sociológica y bastante de thriller plagado de giros es lo que trae esta miniserie que cuenta con Robert De Niro como estandarte. Un hackeo masivo a los sistemas tecnológicos genera un caos en Estados Unidos y para investigar el hecho convocan a un ex presidente muy querido (De Niro) para que comande una comisión. Día cero se vale del cliffhanger constante para ir sacudiendo las expectativas del espectador, y algunos de esos giros parecen poner esta ficción en otro(s) género(s). Hay algo lúdico que le funciona y nos hace querer ver más. Tal vez para las posibilidades que maneja, la resolución, más cercana a una reflexión política, puede resultar un tanto decepcionante para algunos espectadores. De todos modos Día cero intenta meterse en el debate actual sobre la verdad, la posverdad, las fake news y la política como juego de los sectores de poder, y tiene un final spilbergiano que apuesta por la nobleza, un valor no muy requerido hoy en la producción audiovisual. No está mal y tiene el plus de un gran elenco, hasta en los roles más secundarios.
AÚN ESTOY AQUÍ (película) dirigida por Walter Salles, con Fernanda Torres, Selton Mello, Valentina Herszage. En cines.
-La película brasileña nominada a tres Oscar es un notable drama basado en una historia real, la de la familia Paiva-Facciolla, que en tiempos de la dictadura en aquel país sufrió la desaparición del padre y el secuestro de la madre y una de las hijas. Salles, que vuelve al largometraje luego de estar relacionado durante más de una década a otros proyectos, construye un drama impecable sin subrayados ni didactismos, con una claridad apabullante sobre cómo deben ser narradas este tipo de historias. Para eso pone el foco en el personaje de la esposa (gran interpretación de Fernanda Torres), quien mira todo desde un lugar que es cercano y lejano a la vez, tratando de interpretar (y lo sabemos por sus gestos y sus miradas) un contexto que se resume entre la violencia y el absurdo. Hay un elemento que Salles utiliza con inteligencia, las fotografías, como testimonio de lo presente y lo ausente, también como captura de un momento trivial que se resignifica con el tiempo o todo lo contrario. Y la sonrisa, que se imprime en una foto para la posteridad y que debe ser algo irrenunciable, como forma de enfrentarse al espanto. Tal vez le sobre un epílogo, puesto ahí para generar algunas lágrimas, pero más allá de ese desliz, un film imperdible.
FLOW dirigida por Gints Zilbalodis. En cines.
-Una película que es una absoluta experiencia, emocional y física. Flow sigue a un gato que queda acorralado en medio de una inmensa inundación. No parece haber salvación posible y su vínculo con otras especies, en un bote, adquiere el rasgo de una aventura enorme y poderosa. En primera instancia la película se vale de su animación, bella estéticamente y potente, para construir un entorno de absoluto realismo que es también puramente cinematográfico. Sin diálogos, Flow se construye desde los gestos de sus personajes y de la imponencia de sus imágenes, algunas de una intensidad poco habitual en el cine actual. Una de las grandes películas del año.
MARÍA CALLAS (película) dirigida por Pablo Larraín, con Angelina Jolie, Pierfrancesco Favino, Alba Rohrwache. En cines.
-El chileno Larraín completa con este acercamiento a la cantante lírica María Callas una suerte de tríptico sobre mujeres poderosas del Siglo XX: hay que sumar a Jackie Kennedy y a Diana Spencer. El principal problema de esta trilogía, terminado el ciclo, es que sus partes son todas más una idea de producción que películas. Larrain encuentra el personaje y un conflicto base, pone a una estrella a interpretarlo (Natalie Portman, Kristen Stewart, Angelina Jolie), se preocupa por el perifollo, y narra todo como si fuera una viaje por la mente con sus cortes, fragmentaciones y disrupciones, haciendo del montaje algo fundamental. Las experiencias suelen ser agotadoras y barrocas, intransitables, y en el último sentido tediosas y repetitivas. Para Larraín, Callas fue una mujer atravesada por conflictos familiares y sentimentales (su vínculo con Onassis) que la llevaron a su autodestrucción final. Lo que narra, entonces, es esa última semana de su vida, entre delirios, reverberaciones personales, automedicación, egomanía y un intento por recuperar su voz tras varios años de alejarse de los escenarios. El problema de María Callas, la película, es que carece de atractivo, de ángel, de magnetismo, algo que estas estrellas tenían de a montón y que mucho del cine contemporáneo se empecina en quitarles en post de una tristeza crepuscular. Sólo algunos momentos de belleza en un film descartable.
IMPLACABLE (película) dirigida por Hans Petter Moland, con Liam Neeson, Daniel Diemer, Javier Molina. En cines.
-Con Liam Neeson hay una suerte de confusión. Si bien es cierto que de un tiempo a esta parte se dedicó a películas de género y principalmente films de acción y policiales, hay como una tendencia de creer que todas sus películas son Búsqueda implacable con variaciones. Y no es cierto. Neeson se hizo cargo con una nobleza interpretativa apabullante de toda esa tradición de relatos policiales norteamericanos, que cuentan con cierta aspereza y sensibilidad el último gesto heroico de personajes en extinción, como extintas están estas películas. Claro que hay algunas que son de venganza, otras que son menos reflexivas y apuestan al disparate, otra más perfectamente genéricas, pero hay una línea de películas que podríamos llamar eastwoodianas, donde Neeson recorre este camino fatal y final de sus criaturas. Implacable, a partir de contar el dilema de un matón que comienza a tener problemas de memoria y quiere resolver todos sus conflictos, fundamentalmente los familiares, antes de irse, va por esta senda. Neeson ya había trabajado con el director Hans Petter Moland en la muy divertida Venganza, que repensaba precisamente la iconicidad del personaje Neeson y le daba 35 vueltas de tuerca. Aquí el director se olvida de la diversión y aborda esto con una seriedad que por momentos se vuelve un escollo. Y si durante un buen rato Implacable funciona, progresivamente, cuando las acciones se vayan estirando, cuando se sienta demasiado patente cómo se quieren atar todos los cabos, y cómo un surrealismo torpe romantiza algo que no lo es tanto, la película comenzará a ceder y a volverse intrascendente. Neeson las tiene mejores.
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