El día mas triste de la historia del pádel
Que difícil se hace escribir esto. La máquina del tiempo imaginariamente nos lleva a trasladarnos al conurbano bonaerense, en la madrugada del 11 de enero de 2016. Un grupo de jóvenes se trasladaban en un vehículo y se toparon con el drama. ¿Saldo?: el peor.
En ese contexto, en esa escenografía, el más talentoso de los jugadores de pádel surgidos del pádel nuestro de cada día, el rosarino Elías Estrella, perdía su joven vida de manera abrupta, absurda, evitable. Con apenas 21 años un artista de la paleta nos dejaba y se empezaba a convertir en mito.
Sus dotes técnicos marcaron tendencia desde sus primeros pasos. Desde que lo conocimos en los nacionales de pibes hasta convertirse en uno de los tres mejores jugadores del país, pasó un tiempo tan breve que se asemeja a un flash. Su carrera, trepidante, vertiginosa, tuvo la particularidad de haber sido disfrutada por dos países, los dos países con mayor tradición padelera: Argentina y España.
Pero desde ya que no solo triunfó en su pasión por las evidentes cualidades físicas y deportivas que poseía. Basó el éxito en su peculiar forma de ser. La amistad y el amor fueron sus preceptos que mejor defendió y que mejor empleó. La eterna y angelical sonrisa blanca, junto a su educación familiar, forjaron un ser inolvidable. Amigo de sus amigos, un ser querible, entrañable, único. Su apellido lo ubica en el cielo, en el firmamento de los elegidos. Su carisma “salió por 3”, su talento hizo un globo hasta el cielo. Elías Estrella…su magia dentro y fuera de las pistas permanecerá inalterable…siempre.