El langostino que viene en aguas nacionales: menos barcos y capturas para sostener los precios
Por Roberto Garrone
Mientras el calamar regala la mejor zafra de los últimos 4 años con desembarques declarados que ya superaron las 100 mil toneladas y generaron mayor actividad no solo entre los barcos poteros sino también en arrastreros factorías, fresqueros de altura y hasta costeros, el futuro de la temporada de langostino en aguas nacionales encierra los signos de interrogación más grandes de la pesca nacional.
Las incógnitas del marisco no son solo biológicas, con nueva información científica que encendió alguna luz de alarma con lo que puede ser la zafra 2020, sino también de mercado, en un contexto de pandemia con caída de ventas y de precios, principalmente del langostino entero congelado a bordo.
El 2019 no fue un año más en la pesquería del langostino, la principal por generación de divisas de la industria pesquera argentina. Por primera vez en 14 años hubo una reducción en las descargas. Fueron 214 mil toneladas, un 16% en relación al 2018.
Científicos del INIDEP que estudiaron el comportamiento del recurso aseguran que confluyen distintas variables para que se haya generado una reducción de la biomasa disponible para ser pescada.
El sobre dimensionamiento de la flota -se duplicó en 4 años- pudo generar una sobrepesca de juveniles. Además revelaron que las hembras lucen un menor potencial reproductivo, factor que torna más vulnerable al recurso, sobre todo en los primeros estadíos, a variables ambientales.
Este año, como el 2019, la autoridad de aplicación habilitará la temporada en aguas nacionales, la que aporta los mayores desembarques del marisco, el mes que viene. La demora se ajusta a cierto retraso del ciclo reproductivo y madurativo de los juveniles, que monitorean los investigadores en el área de distribución.
El langostino salvaje y austral es un producto premium dentro de las exportaciones pesqueras. Se consume mayormente en sectores vinculados a la hotelería, gastronomía y turismo, industrias paralizadas por la proliferación del covid-19.
El mercado anestesiado y sin demanda de mayor producción quizás oficie de la mejor medida de manejo para revertir los preocupantes datos biológicos que reportaron los investigadores científicos del INIDEP.
La 2020 debería ser una temporada con menos barcos, menor esfuerzo pesquero y menos desembarques. Una forma de contribuir a la salud del marisco y de las empresas que lo procesan y exportan. En teoría, con una menor oferta los precios dejarían de caer.
El langostino congelado a bordo que producen los barcos tangoneros congeladores y se exportan en cajas de 2 kilos parecen no tener piso. De los 12 dólares el kilo en el 2006 se llegó ahora a los 4,50 dólares y no hay señales de reacción.
Desde las cámaras que los agrupa, CAPIP y CAPECA, ya pidieron al gobierno medidas de auxilio como la eliminación de las retenciones y a los gremios marítimos, rediscutir convenios salariales dolarizados. En este escenario no debería haber mucha presencia de esta flota en zona de pesca. El año pasado desembarcaron 100 mil toneladas.
La cola en bloque que se exporta a partir de los desembarques de langostino fresco que aporta la flota de altura también encierra los mismos interrogantes. En Mar del Plata nadie tiene certezas sobre los próximos movimientos pero imaginan menor presencia en los puertos patagónicos.
Siempre hubo cierto recelo de los actores patagónicos para con la flota local que durante esos meses juegan de visitante. Recelo y aportes solidarios por uso de los puertos. Los riesgos por el covid-19 y la manera en que se aplicarán los protocolos sanitarios para las tripulaciones pueden ser la excusa perfecta para que esa hostilidad se cristalice
Si fue complejo para algunas empresas armadoras poder introducir trabajadores de Corrientes por los controles férreos que dispuso al gestión Montenegro sobre la Autovía 2, creen que será una aventura trasladar tripulaciones de relevo para cuando los barcos operen desde Madryn o Camarones. Muchos riesgos para una rentabilidad sin garantías.
Otros directamente piensan en otras especies que en los últimos años han sido desatendidas por la flota de altura. Con España mostrando cierto interés por la conserva, habrá armadores que también elijan las redes de media agua para buscar anchoíta y magrú desde la primavera. Acá también hay riesgos: demanda limitada que puede derrumbar pronto los precios.
Se abra a principios o fines de junio, la temporada 2020 del langostino patagónico en aguas nacionales tiene una sola certeza: por el covid-19, la disminución del esfuerzo pesquero, caída de precios, falta de demanda y retraso cambiario, promete no ser como ninguna de las anteriores.