“El mundo de la observación y la lectura es muy importante, sobre todo para quien elige contar historias”
Mariela Acosta es una actriz marplatense con una extensa trayectoria en el teatro porteño. Regresa a su ciudad con el unipersonal "La chinagueña", que se presentará hoy y mañana en Cuatro Elementos.
La chinagueña. O el rancho de las mutaciones es un unipersonal donde dialogan tres personajes, tres mujeres, a las que Mariela Acosta les da su cuerpo y su voz. Una obra que habla del cruce de culturas a partir de la llegada de un grupo de migrantes chinos a un pueblo de Santiago del Estero. Si la pieza habla de lo extraño y de lo no conocido, para la protagonista es acercarse a sus propias raíces, ya que su padre era de aquella provincia, y a sus intereses en la cultura del país asiático.
La obra, que se presentará hoy a las 22:00 en Cuatro Elementos (Alberti 2746), le da también la posibilidad de regresar a Mar del Plata, la ciudad en la que nació. “Me encanta. En este caso vine por un periodo cortito de dos funciones. Pero en otras oportunidades solía venir a hacer toda la temporada. Es una ciudad que amo porque es mi ciudad y amo encontrarme con muchos amigos y tengo parte de la familia. Es mi casa”, cuenta en diálogo con El Marplatense.
Acosta se formó en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) y posteriormente se instaló en Ciudad de Buenos Aires, donde vive hace veinte años y donde además profundizó en su formación y desarrolló una importante carrera como actriz, especialmente en el circuito off. Precisamente con el espíritu del café concert nacieron los personajes que hoy le dan vida a La chinagueña.
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En tiempos donde la corrección política determina modos de decir y mostrar, Acosta se enfrenta a un desafío interesante en esta obra que habla del extranjero y del choque de culturas. “Tengo la suerte que está detrás la escritura de Julio Cardoso, que escribía precioso y con una poética con mucha metáfora. Pero creo que en el teatro tenemos esa posibilidad de decir, y que si bien es como dicen en las películas, ‘cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia’, hay algo en la ficción que uno se permite, de poder hablar, de decir. Si no tenemos esa libertad, estamos perdidos”, señala.
-¿Cómo se dio este cruce entre santiagueños y chinos?
Es una obra que surge primero porque tenía varios monólogos sueltos donde estos personajes tenían cierta similitud. Y sentí que estos personajes se relacionaban, eran como de un ámbito rural. Pero había más para profundizar en las historias que tenían. Tuve la necesidad de armar una obra, un unipersonal, convoqué a Julio, que me trajo un gran aporte. Era una persona que además escribía y también muy afín a la propuesta que traía. Tenía ganas de hablar de esto que estaba pasando con esto que viene de afuera, y cómo asimilamos esa apropiación cultural y también las cosas que muchas veces no tenemos ni tiempo de entender y se instalan de una manera, y cuando nos damos cuenta puede ser tarde. Julio escribió la obra, le mostré los monólogos, pero decidimos ir un poco más allá. Y si bien la obra tiene mucho humor, también tiene bastante dramatismo porque hay personajes que tocan sus historias desde un lugar más hondo.
-¿Cómo fue descubrir que en tus monólogos había un hilo conductor?
Tal vez por una impronta familiar. Mi padre era santiagueño y yo vengo del campo. Y ese mundo cada vez que me pongo a improvisar, aparece. Es un terreno donde me gusta investigar y estos personajes tienen también mucho para decir. Pero además surgió de una manera espontánea, este choque con el tema de los chinos, y ahí se volvió interesante con el cruce de estas dos culturas, culturas con raíces, y estos mundos parecían como muy ricos.
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-¿Hubo algún trabajo de investigación para abordar el mundo chino?
Hubo una época de mi vida en la que estuve indagando en danzas chinas, y aprendí una que se llama mulan chuan, que es una danza con abanicos. Y desde ahí comencé a interiorizarme sobre este mundo y estudié sobre la medicina china. Y también me pasó que cuando estaba haciendo eso, le recomendé a mi papá sobre medicina china. El estaba con unos problemas corporales y le dije que pruebe. Entonces visitó un médico chino que le hizo acupuntura, y también le sugirió que practicara chi kung que es una secuencia de movimientos donde van tocando diferentes puntos con el objetivo de la sanación. Y le hizo muy bien. Me llamó la atención, no pensé que me iba a hacer caso. A partir de ahí hay algo de todo eso que yo llevé al teatro.
-¿Para crear es siempre importante conocer?
Sí, creo que hay que informarse. Está bueno, está buena la lectura de las cosas que te interesan y de las que no. Para mí el momento creativo, cuando después de eso surge un texto, siempre en la medida en que uno tiene lecturas, lo mismo con la observación, empieza a aparecer en el terreno de la improvisación todo el bagaje que uno tene. Porque de lo desconocido uno no puede asociar ideas. En mi caso lo viví porque hasta conozco el pueblo donde sucede la obra, pero en otros casos sirve valerse de la lectura. Ahora que todo es tan inmediato y puesto en lo visual, todo este mundo de la observación y la lectura es muy importante y no se debería perder. Sobre todo para quien elige contar historias.
-¿Te interesa lo autoral además de lo actoral?
Me relacioné en un momento con la escritura. Primero surgía a través de la improvisación de poner el cuerpo. Luego por esa necesidad de registrar lo llevé a la escritura. Y ahí sí, escribiendo estas improvisaciones que fueron creadas desde el cuerpo y desde la asociación de ideas en el espacio. Pero si tuviese que sentarme a escribir algo sin poner el cuerpo todavía no logro hacerlo.
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-Como actriz ¿cuánto te metés en el proceso creativo de otro autor?
Con el tiempo aprendí que, tanto si elijo yo a la persona o si me convocan, tengo que soltar eso de estar por fuera queriendo proponer. Claro que propongo desde lo corporal, desde la palabra, pero la parte de querer intervenir en la dirección, en un momento suelto y confío en quien está mirando. Si bien es un ida y vuelta y puedo sugerir, la última palabra se la cedo a quien está mirando. Porque si no a veces es delicado avanzar en el producto.
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