El Papa en el cine, una experiencia religiosa
La reciente muerte de Francisco llevó a pensar el vínculo de la Iglesia con diversos aspectos de la sociedad y en el cine hay un lazo histórico, que explotó en los últimos años a partir de la necesidad de la institución por abrirse.
Con la muerte del papa Francisco, dicen los entendidos en temas vaticanos, se termina una era y la Iglesia Católica se prepara para afrontar la siguiente, atravesada por las diferentes miradas que la componen: ir hacia lugares más progresistas o regresar a una senda más conservadora. Sin embargo, con la muerte de Francisco la que termina es también una era atravesada por la necesidad institucional de recuperar territorio en la sociedad y encontrar en el cine un aliado para transmitir diversos temas. Francisco, o Jorge Bergoglio para los argentinos, fue protagonista de varios documentales y la figura del Papa retomó el interés del cine por abordar esa figura. Algunas de esas producciones se pueden ver en plataformas.
En el pasado la figura del Papa dio lugar a muchos relatos clásicos y era una figura convocante del cine, un rol siempre desafiante para los grandes actores. Hay películas emblemáticas que lo abordaron desde la pura invención como Las sandalias del pescador (1968) de Michael Anderson, con Anthony Quinn y Lawrence Olivier, y otras desde lo biográfico como La agonía y el éxtasis (1965) de Carol Reed, con Charlton Heston y Rex Harrison, que contaba la difícil relación entre Miguel Angel y el papa Julio II mientras pintaban la Capilla Sixtina.
Sin embargo una de las películas más emblemáticas en la utilización del Papa como figura clave en la trama es El padrino III (1990) -disponible en Paramount+-, donde Francis Ford Coppola cuenta los intentos finales de Michael Corleone (Al Pacino) por limpiar la figura de su familia. La trama incluye los turbios negocios de la familia con el banco del Vaticano y la asunción de un nuevo Papa, quien termina envenenado luego de tomar un té a 33 días de haber asumido. Esa subtrama es una referencia a la muerte de Juan Pablo I, de la que hay múltiples sospechas de que se trató de un asesinato.
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Obviamente no se puede eludir la reciente Cónclave (2024) -disponible en Prime Video-, la película de Edward Berger con Ralph Fiennes, quien interpreta al cardenal encargado de organizar precisamente el cónclave para la elección de un nuevo Papa. Un poco solemnemente, la película es una suerte de thriller en el que se desnudan, de manera un poco gruesa y subrayada, las internas en la Iglesia Católica y las pujas entre sectores conservadores y progresistas. De todos modos no deja de ser un relato interesante para conocer cómo funciona ese proceso que nos preparamos para seguir como un Mundial de Fútbol en los próximos días.
Como decíamos, la figura de Francisco se imbricó fuertemente con una era ganada por la experiencia audiovisual y el marketing. Los dos papas (2019) -disponible en Netflix- de Fernando Meirelles fue emblemática en ese sentido, una película que tomó el hecho inusitado de la convivencia de dos papas, el renunciante Benedicto XVI (Anthony Hopkins) y el recién ascendido Francisco (Jonathan Pryce). La película es un poco escolar y trata con algodones ambas figuras, y es apenas relevante por un acercamiento un poco menos acartonado de lo normal en este tipo de relatos. Como curiosidad, Juan Minujín interpretó a Bergoglio de joven, siendo uno de los argentinos que interpretó a Francisco además de Darío Grandinetti en la película Francisco: El padre Jorge (2015), Rodrigo de la Serna y Sergio Hernández en Llámame Francisco (2015) -disponible en Netflix-. Otra curiosidad: Jonathan Pryce interpretó a dos argentinos célebres, Bergoglio y Juan Domingo Perón en Evita.
Sin dudas el acercamiento más interesante a la figura del Papa lo hizo el italiano Nanni Moretti en Habemus Papam (2011) -disponible en Prime Video-, en la que Michel Piccoli interpreta al recientemente elegido sumo pontífice, quien sufre un ataque de pánico y debe recibir ayuda psicológica. En su primera parte, Habemus Papam es una comedia hilarante en la que se muestra el cónclave con un fuerte tono satírico, propio del humor del director italiano. Luego, cuando comienzan las sesiones de terapia, la película se introduce en aspectos más cercanos a la exploración de las fragilidades del alma humana, perdiendo un poco la chispa pero nunca el tono sarcástico. Seguramente, de las mejores experiencias en torno a este tema.
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Ya lejos de la ficción, la figura de Francisco se convirtió en un material interesantes para documentalistas, dada la apertura que intentó la Iglesia para mostrarse más cercana con la gente. Sin dudas entre las expresiones documentales, la que sobresale es El papa Francisco: un hombre de palabra (2018) -disponible en MAX y en Netflix- básicamente porque detrás de cámaras está un director más complejo como Wim Wenders, pero también hubo otras experiencias más cercanas a lo periodístico televisivo como Francisco, el papa de todos y El papa del fin del mundo de Matías Gueilburt o El efecto francisco de Sebastian Gomes -disponibles en Prime Video- o la italiana Historias de una generación, con el Papa Francisco -disponible en Netflix-.
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