“En otro momento opinábamos de todo, cada uno decía lo que quería y no había tanta agresión”
La escritora Claudia Piñeiro llegó a Mar del Plata para inaugurar un ciclo de charlas. En conversación con El Marplatense habló de sus trabajos y de estos tiempos en los que la violencia se impone en los debates.
Claudia Piñeiro es una de las escritoras más populares del país, no sólo porque sus libros son muy vendidos, sino porque además han dado base a adaptaciones de exitosas películas y series (y en breve veremos adaptaciones de libros suyos como Las maldiciones, El tiempo de las moscas o Catedrales) y porque se ha convertido en una figura pública de opiniones fuertes en temas que generan siempre revuelo y la reacción de los sectores más conservadores. Un rol que la ha obligado, por otra parte, a diversos aprendizajes: “Hoy como sabés que va a venir la agresión, elegís tus batallas”, dice.
La escritora no publicó nada en 2024 y está trabajando actualmente en su próxima novela. No obstante, inaugurará hoy desde las 19:00 en Villa Victoria (Matheu 1851) el ciclo Festival Penguin Libros - Mar del Plata 2025, donde hablará sobre su trayectoria. Y no deja de ser relevante que a pesar de no tener una novedad que presentar, igualmente su figura concite la atención y le reserve el lugar de abrir este ciclo de charlas: “Es un poco lo que pasa con los libros en las editoriales, que hay autores que ya tienen como un fondo editorial, que quiere decir que tus libros se siguen vendiendo por más que no sean novedades. A mí me pasa eso y me da la oportunidad de venir aunque que no haya una novedad”, reconoce en diálogo con El Marplatense.
Piñeiro tiene un contacto directo con sus lectores en las redes. Así cuenta que recientemente una persona le escribió que había leído Betibú, otra que leyó Catedrales. Sin embargo lamenta que con los cambios generados en redes sociales, como Twitter, se pierda un poco ese diálogo: “Yo era muy activa en Twitter, pero evidentemente desde que la compró Elon Musk las reglas son diferentes, abrís y siempre vas a tener primero algo de él, después algo de Trump y después algunas otras cosas y muchas agresiones. Eso me hizo alejar mucho de Twitter. Es decir, entro a Twitter si tengo que anunciar una cosa, pero ya no me divierte, me dejó de divertir. Y a mí me divertía muchísimo la conversación y dejó de haber una conversación”.
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El libro en el que está trabajando actualmente la autora de Las grietas de Jara es una novela, que se imbrica con un género con el que se la vincula siempre como el policial, aunque ella crea que sus novelas no son necesariamente policiales: “Este género que yo digo que no es policial pero que seguro van a decir que es policial, porque hay una muerte y entonces como hay una muerte… Digamos, tiene elementos del policial, pero creo que es otra cosa, como todas las novelas ¿no? ¿Catedrales es policial? Bueno depende, porque un policial responde a la pregunta ¿quién lo mató? ¿Por qué? El tiempo de las moscas, que es mi última novela, en realidad son mujeres que salen de la cárcel y les proponen hacer algo que vos no sabés si lo van a hacer o no, si van a matar a alguien o no, entonces tampoco responde la pregunta típica del policial”.
De todos modos, se resigna: “Pero entiendo que hay elementos de policial como hay en casi todas mis novelas: hay suspenso, hay enigma y búsqueda de la verdad, hay muerte, y entonces eso hace que tenga alguna línea dentro de la novela que tiene que ver con lo policial”.
-¿Qué cambios ves en tu proceso de trabajo desde que arrancaste hasta el presente?
En una novela trato de hacer cosas que en las otras no me salieron y trato de modificar. Trato siempre de que no sea igual a la anterior, entonces voy aprendiendo muchas cosas. Voy aprendiendo leyendo a otros, voy aprendiendo escuchando a colegas. Me parece que sí, que en estos veinte años aprendí muchísimo. Cuando escribí Tuya, que era mi primera novela, cuando la leyó Alejandro Doria, que iba a hacer la primera versión de la película, me hizo notar que había un solo capítulo en el medio que no era la voz de la protagonista. Y pensé que tendría que haber hecho eso de otra manera. Hoy si tuviera que escribir esa novela no me permitiría hacer eso, y a lo mejor sería una peor novela. Porque a veces esos permisos que rompen con estructuras más pensadas no están mal.
-¿Pensás mucho sobre tu propia escritura?
Ahora reflexiono mucho sobre cómo nombrar las cosas. Yo no uso el lenguaje inclusivo porque no me sale por una cuestión generacional, y no lo uso excepto que el personaje lo use. Y con esta cosa del universal masculino me pasa que tengo que nombrar cosas y, como el otro día, estaba reescribiendo una escena de la próxima novela en la que una mujer está reflexionando sobre ella y habla en términos universales. Y dice “cuando uno hace tal cosa” y yo decía que es raro esta chica diciendo “cuando uno”. Y entonces si ponés “cuando una” también suena raro. Y le empezás a buscar la vuelta y buscás palabras que no den esa masculinidad del lenguaje que tenemos, o de la universalidad a partir de lo masculino, porque también hacen ruido.
-¿Estos procesos técnicos el lector los nota o se mete en la lectura y los pasa por alto?
Hay muchos lectores, hay lectores que los notan y hay lectores que no los notan; lectores que son más críticos de esas cosas y hay otros que son menos críticos; pero creo que incluso el que no lo nota lee de una manera más plácida si vos no le ponés ciertos escollos. Que si los ponés tienen que ser a propósito para que justamente se detenga y piense, o reflexione sobre esa escena o pase algo. A mí me parece que no es lo mismo para el lector, no digo que se va a dar cuenta, va a decir acá hay un error o acá no hay un error. Eso quizás no es tan explícito para muchos lectores, pero de todos modos el proceso de lectura debería dejar alguna marca me parece.
TIEMPO DE CENSURA
Piñeiro ha militado causas como el Matrimonio Igualitario o la Ley de Aborto en Argentina y eso ha estado muy presente en su discurso público y en su presencia en las redes sociales, lo que le ha llevado a debates, discusiones y a sufrir fuertes agresiones en estos tiempos donde el opinionismo brota, especialmente, en las redes sociales. Sin embargo no parece molestarle tanto eso, como otra cosa que aparece por estos tiempos: “El opinionismo surge, pero también surge la censura”.
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“Te hacen entrevistas en la que te preguntaban ciertas cosas y después te tenés que bancar que te escriban para decirte si están de acuerdo o no están de acuerdo. En general cuando no están de acuerdo, son un poco más agresivos. De todos modos hoy me escribió un señor para decirme que no estaba de acuerdo, fue lo más amable. Entonces cuando una persona es amable y tiene una opinión diferente, bueno es su opinión. Una cosa es el opinionismo en el que cualquier persona opina de cualquier cosa y otra cosa es cuando te hacen un reportaje y después tenés que estar también preparado a lo que se viene, que de un tiempo a esta parte ha sido mucho más agresivo para muchos de nosotros”, señala.
-¿Cómo manejás ese nivel de discusión que se da en las redes, que tiene mucha violencia?
Mirá, yo no me fui de ningún lado totalmente porque me parece que los lugares hay que ocuparlos y si no después es difícil volver a esos lugares que dejás. Y me parece que tampoco está bien dejar del todo ciertos espacios, sobre todo porque a lo mejor hay cosas de las que voy a hablar aunque pase eso y hay otras que me voy a cuidar y voy a decir ‘mejor esta la dejo pasar’. Si hablan, no sé, de la sociedades anónimas en el futbol, a mí qué me importa, no tengo idea, no tengo por qué opinar de eso. En otro momento opinábamos de todo y cada uno decía lo que quería y no había tanta agresión. Hoy, como sabés que va a venir la agresión elegís tus batallas. Por ejemplo con el caso de los libros que fueron censurados, como Cometierra, me parecía que ahí había que dar una palabra, a pesar de que algunos salgan a decirte cosas. En otras batallas te cuidas más. Lo manejo de esa manera.
-Esto de las batallas que elegís dar ¿es un proceso que aprendiste con el tiempo?
Sí, yo al principio me parecía que de todo tenía que dar una opinión si era importante y me hacía mucha mala sangre con lo que me contestaban. Y después aprendí a bloquear, y después aprendía a que no me importe. Pero cuesta, es decir, no es tan fácil y depende también el nivel de agresiones. Creo que en general las mujeres y las mujeres feministas tuvimos un entrenamiento altísimo durante la época en que estuvimos luchando porque se aprobara el Aborto Legal, Seguro y Gratuito donde fuimos atacadas tremendamente. Nadie hablaba del odio, se empezó recién ahora, pero nosotras veníamos diciendo “nos está pasando esto”. En las redes a mí me han mandado desde Falcón verdes, picanas eléctricas y cosas sexuales tremendas, videos donde violan a una mujer y te dicen “esto te va a pasar a vos”.
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-¿Creés que esto es parte de un proceso y que en algún momento va a decantar y a volver a su cauce o es un proceso que se profundiza y será cada vez peor?
Son ciclos históricos, vos fijate que Macron hizo una denuncia contra Elon Musk porque dice que está interviniendo en las políticas de los de países. No es solamente nosotros, la Argentina en el extremo sur de un continente americano, sino que en todas partes está pasando que los que manejan los medios son multimillonarios y hay cosas que ellos van a definir cómo se juegan. Todo esto no va a cambiar rápidamente. Más que cambiar y volver a la situación actual, vamos a encontrar nuevas situaciones. Me parece que van a aparecer nuevos lugares, donde nos vamos a poder expresar y comunicar y decir cosas, porque estos otros lugares han sido tomados por los que gobiernan hoy el mundo, que son básicamente multimillonarios relacionados con lo digital y con todo ese tipo de cosas.
MILITANCIA
A veces da la impresión de que la mirada progresista supone que el mundo ha cambiado, pero constantemente se observan hechos que comprueban que esos cambios no se han dado de manera tan profunda. Piñeiro refiere a una lectura que tuvo recientemente, en la que se hablaba de la pérdida del deseo y cómo eso significa una involución en la sociedad: “Sin embargo, si vos hacés un análisis de la historia de la humanidad, siempre hubo periodos de mayor libertad, sobre todo libertad que tiene que ver con las personas, con la sexualidad, con cosas que no tienen que ver con lo económico. Y después vinieron épocas que fueron reprimiendo esas cuestiones”.
-¿Eso surge como “respuesta a” o por qué te parece que surgen estas necesidades de acotar ciertas libertades?
Cuando uno habla de la sexualidad, sobre todo de cosas personales y tan íntimas, me parece ilógico estar hablando de “respuestas a” es ilógico. Porque si vos en un país tenés el Matrimonio Igualitario, a los que no son de la comunidad LGTB no tendría por qué importarles eso. Entonces “respuesta a” qué, qué daño les causa a ellos que haya matrimonio igualitario o que vos tengas en consideración a las personas trans y que haya un cupo trans, por qué tiene que ser “respuesta a”. Me parece que tiene más que ver con miedos a perder un status quo, un lugar de poder dentro de la sociedad. Por ejemplo lo que surge en Estados Unidos con el grupo de incels y demás varones jóvenes que empezaron a sentirse como despreciados por ciertas mujeres que el feminismo las empoderó más, y entonces hay una reacción a ese lugar que te quitan. Y esa sensación de que te sentís como que no te dan bolilla y ahora vengo yo de nuevo a imponer mi posición. En ese sentido sí, pero no me parece una “respuesta a” en el sentido positivo, porque una respuesta puede significar que hubo un ataque. Y los grupos LGBT y los trans no atacaron a nadie. Entonces en ese sentido me parece más reaccionario que otra cosa.
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-¿La militancia feminista fue algo que fuiste interiorizando con el tiempo?
Yo creo que estas cosas siempre estuvieron presentes en mí, pero de una manera mucho más inconsciente. Las mujeres de mi generación hemos sido feministas hace mucho tiempo, pero yo no decía ‘soy feminista’, porque a mí me parecía que para ser feminista tenía que ser activista del feminismo. Pero si vos después me decías todo lo que planteaba el feminismo, y yo estaba de acuerdo con todo. Parece que de un tiempo a esta parte pudimos aflojar en ese sentido y hasta hay hombres que pueden ser feministas. Porque lo único que estamos pidiendo es que los derechos sean iguales, entonces en ese sentido por qué alguien no sería feminista. Había una cosa intuitiva en mí, pero también entonces este tema de pelear por la Ley del Matrimonio igualitario, de pelear por la Ley de Aborto… Yo aprendí un montón, porque el movimiento feminista es un movimiento absolutamente transversal, donde vos te juntás con otras personas en asamblea, donde todos opinan y donde vos te tenés que quedar callada y no importa quién sos vos y escuchar a los demás y después se vota y a lo mejor todos votan lo que vos no dijiste. Aprendés muchísimo del mecanismo de lo que es la transversalidad y el manejo democrático de la política.
-¿Cómo ves a las mujeres argentinas en ese aspecto, hay todavía sectores conservadores?
Sí, por supuesto. Pero en toda Latinoamérica el movimiento de mujeres argentinas está visto como vanguardia y el pañuelo verde salió de Argentina y se fue contagiando a otros lugares. Siempre se miró con mucho interés el proceso en Argentina y por eso también se ve con mucha preocupación hoy. Todo el tiempo te están preguntando cómo está la situación. Justamente porque saben que venimos de una lucha importante y saben también los riesgos de haber quedado posicionadas en ese lugar.
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