Entre el cine y el atletismo: Eddie Soria, un marplatense por adopción que ganó 5 Oscars
Cuando uno mira una película lo que ve a simple vista son las estrellas que están en la pantalla, pero el cine es un arte colaborativo en el que participan cientos de personas. Y bien lo sabe Eddie Soria, un marplatense por adopción, especialista en efectos visuales, que actualmente trabaja para Weta Digital, la empresa del consagrado Peter Jackson, pero que desde hace dos décadas forma parte de esos grandes equipos dedicados a dar los detalles finales para que la magia sea posible en tanto tanque de Hollywood.
Eddie nació en La Angeles, Estados Unidos, el 21 de abril de 1971. Pero a los dos años se radicó con su familia en Mar del Plata, ciudad en la que se formó y donde obtuvo sus primeros trabajos. “Es la ciudad que tira, uno siempre vuelve. Sigo teniendo todos mis amigos y familia allá”, cuenta desde Nueva Zelanda, donde reside desde 2011 cuando desde Weta lo convocaron para trabajar en El hobbit, la segunda trilogía de Peter Jackson sobre la obra de Tolkien, luego de la exitosa El señor de los anillos.
Si uno busca “Eddie Soria” en IMDB -la principal base de datos cinematográfica en la web- nos arroja 78 créditos en los que el artista estuvo involucrado. El primero como “visual effects digital associate coordinator” en El gran pez, la emotiva película de Tim Burton. Desde entonces, su carrera ha transitado por grandes éxitos, muchas de esas películas que todo el mundo quiere ver y cinco ganadoras del Oscar -precisamente- por sus efectos visuales: Spider Man 2, King Kong, Piratas del Caribe: el cofre de la muerte, El libro de la selva y Avatar: el camino del agua. El 10 de marzo va por el sexto si Guardianes de la galaxia Vol. 3 obtiene la estatuilla.
Para Eddie, “es un privilegio haber formado parte de estos equipos. Lleva mucho trabajo de muchísima gente”. Por ejemplo, en Nueva Zelanda el especialista en efectos visuales integra un equipo de más de 1000 personas. En un solo proyecto de la magnitud de las grandes producciones en las que trabaja, participan entre 500 y 600 artistas.
Si bien pensamos que son lo mismo, los efectos visuales son diferentes a los efectos especiales ya que se realizan en post producción. “Después que se filman las escenas y las secuencias, entramos nosotros en la parte digital y hacemos todo lo que es efectos visuales” explica Eddie. Se trata de una tarea compleja y puntillosa: “Son semanas muy largas de trabajos. Por ahí uno está meses detrás de una pantalla para una toma que dura 4 o 5 segundos. Pero feliz de haber sido parte de esos proyectos”.
Los primeros pasos
Eddie se integró a la industria cinematográfica en Los Angeles trabajando para Sony “a los treinta y pico; empecé de grande”. Después volvió a Mar del Plata (“la ciudad que tira”, recuerden) hasta que recibió el llamado de Nueva Zelanda para integrarse a los equipos de Weta: “El contrato iba a ser corto. Ni a palos pensé que me iba a ir tan lejos, y ahora hace doce años que estamos acá…”, cuenta entre risas.
Los inicios del especialista en efectos visuales fueron como asistente de producción. “Era algo que siempre quise hacer y de ahí aprendí a pintar, que es mi especialidad. Todo lo que no se puede hacer automático por proyecciones de cámara, entramos nosotros -el equipo que lidero- y lo pintamos cuadro a cuadro, que es un poco la escuela antigua de la pintura de efectos visuales. No podemos poner la computadora a que haga proyecciones, o que haga seguimiento de trackeos o demás. Cuando nada de eso funciona entramos nosotros, los que estamos meses detrás de la pantalla dibujando o pintando”.
Por lo tanto, el trabajo que realiza Eddie tiene mucho de artesanal, de vieja tradición del cine, aunque no reniega de la tecnología: “La tecnología es fantástica, es maravillosa. Soy pro de las nuevas tecnologías, lo cual ayuda en todos los procesos de efectos visuales. Pero lo lindo de todo esto es que seguimos abiertos a que cuando la tecnología no puede, ahí venimos nosotros. Eso es lo lindo, abrazar la tecnología nueva, pero darse cuenta de que las técnicas que siempre se usaron siguen vivas”.
Atletismo: filosofía de vida
Pero no sólo de cine vive el hombre. Eddie tiene una pasión que lo acompaña desde muy joven, cuando corría en la escuela primaria y a los 11 años empezó a competir para el Club Kimberley: el atletismo. En 1987, por ejemplo, fue campeón provincial juvenil en 110 con vallas y salto en alto y a lo largo de su trayectoria de deportista obtuvo un segundo puesto en un Campeonato Nacional de Pruebas Combinadas entre otros logros en diversas disciplinas, siempre representando a la Federación Marplatense de Atletismo.
“Para mí el atletismo va más allá del deporte en sí, es una filosofía de vida. De hecho, me dio los mejores amigos de la vida, muchísimas satisfacciones. Hoy tengo 52 y sigo disfrutando desde otro punto de vista, pero sigo disfrutando el deporte y sigo cosechando lo que el deporte me dio cuando tenía 10 años”, cuenta Eddie con el mismo entusiasmo que explica cómo coloreó una escena de Avatar: el camino del agua.
Cuando dice que sigue disfrutando del deporte “desde otro punto de vista” se refiere a que por un lado se ha dedicado al reglamento del atletismo como oficial en las competencias, pero además porque logró unir su relación con el deporte y las herramientas tecnológicas que tan bien domina, a través de la creación de una app en la que se pueden encontrar las reglas de esa disciplina.
Cuando llegó a Nueva Zelanda, Eddie siguió compitiendo como atleta máster, aunque prontamente descubrió que “podía aportar más al deporte como juez”. Por lo tanto, tomó cursos y hoy es parte de los equipos técnicos que entrenan a los jueces: “Feliz de la vida de poder aportar cada vez en campeonatos más importantes. Ser juez en campeonatos internacionales está siempre buenísimo”.
Ya sea puliendo todos los detalles del fotograma de una película o corriendo en la pista de atletismo, Eddie Soria está acostumbrado a funcionar a contrarreloj. Sin embargo, lejos de la neurosis, transmite pasión y cariño por todo lo que hace. Multifacético y talentoso, el 10 de marzo estará expectante por llegar al sexto Oscar junto a uno de esos “grupos enormes de trabajo” que tanto le gusta integrar.