Francis Ford Coppola, un hombre y sus sueños
El gran director de El padrino estrenó esta semana Megalópolis, una película que trabajó durante cuatro décadas. Repasamos algunos de sus rodajes más caóticos.
La posibilidad de ver Megalópolis de Francis Ford Coppola en los cines le pone el broche final a una larga historia, en la que el director de El padrino tardó cuatro décadas en poder darle forma definitiva a un sueño personal. La película pasó por varias etapas de preproducción, entre 1983 y el presente, hasta que Coppola tomó su propio dinero, 120 millones dólares reunidos gracias a su éxito como productor de vinos, y pudo filmar su visión de la decadencia norteamericana. Megalópolis está lejos de ser una gran película (de hecho es todo lo contrario), pero no deja de ser una suerte de homenaje a la forma en que se hacían las películas varias décadas atrás.
El camino de Coppola es uno de los más singulares del cine norteamericano. En los 70’s filmó cuatro de las películas más emblemáticas, con las dos primeras partes de El padrino, La conversación y Apocalipsis Now, películas referidas e icónicas, bien diferentes entre sí, que evidenciaban la presencia de un genio. Sin embargo, a partir de los 90’s su figura comenzó a menguar a partir de los cambios en la industria, donde los directores ya no tienen tanto poder de decisión y quedan sometidos a los designios de los que ponen el dinero, que son corporaciones con caras invisibles. Para la personalidad de un director como Coppola, es intolerable.
No obstante, hay que decirlo: también algo se perdió de la visión de Coppola en el camino y Megalópolis (película en la que hizo lo que quiso) es la evidencia de su propia decadencia.
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Pero el comienzo del fin se dio allá por 1976 y emergió en medio de la selva filipina, con uno de los rodajes más complejos de la historia del cine y que se pone siempre de ejemplo cuando se habla de caos en el set: el de Apocalipsis Now. Para cuando la película se puso en marcha Vietnam ya era una pesadilla del sueño americano y nadie quería poner plata en un proyecto que hablaba, a decir de Coppola, “de la imposición de una cultura sobre otra y de la ilusión que tienen los americanos por convertirlo todo en un espectáculo”. Pero por entonces Coppola era Coppola y el éxito reciente de El padrino le mantenía el crédito abierto.
A los propios problemas personales de Coppola, que asegura contempló el suicidio cinco veces durante la filmación, el rodaje incluyó como si fuera una metáfora un elemento de la naturaleza: el tifón Olga que asoló Filipinas en mayo de 1976 y que destrozó varios decorados, posponiendo todo dos meses. Igual es algo mínimo: ya que en total la película tardó en producirse unos 240 días, entre el 20 de marzo de 1976 y el 21 de mayo de 1977.
Los problemas se extendieron al elenco. Por ejemplo Martin Sheen, quien llegó a Filipinas entre excesos de alcohol y tabaco, se largó a llorar en una escena y le pegó una piña a un espejo, quedando su brazo totalmente ensangrentado. Sería lo de menos: el 5 de marzo de 1977 sufriría un infarto, hecho que el director intentó ocultarle a la empresa productora. “Incluso si Martin se muere, no estará muerto hasta que yo lo diga”, dijo.
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Otros problemas se dieron con la presencia del caótico Marlon Brando, quien llegó al set pesando 130 kilos contra las indicaciones del guión que hablaban del coronel Kurtz como una figura esbelta y atlética. La famosa escena del monólogo de Kurtz, aquella del “he visto el horror”, se filmó con Coppola dictándole las línea a Brando por un auricular debido a que no se había aprendido su texto. El actor cobró tres millones de dólares por tres semanas de rodaje y no filmó un día más.
Estos conflictos personales con los que tuvo que lidiar Coppola, como la exigencia contractual de Dennis Hopper de que le aporten 25 gramos de cocaína, se sumaron otros elementos de contexto. La producción se llevó a cabo en Filipinas por un acuerdo con el dictador Ferdinand Marcos, quien puso a disposición los helicópteros y los pilotos del ejército filipino para las escenas de batalla, aunque había un problema: en ocasiones los pilotos tenían que irse para seguir combatiendo a la guerrilla, por lo que era habitual que algunos no regresaran.
La multiplicidad de anécdotas alrededor del rodaje son interminables, como la utilización de cadáveres reales que habían sido robados del cementerio y de ratas muertas cuyo aroma aportaba la atmósfera que la escena precisaba, por lo que lo que mejor cierra la idea es la propia definición de Coppola: “Eramos tipos con acceso a demasiado dinero y a demasiados materiales, y poco a poco nos fuimos volviendo locos. Mi película no es sobre Vietnam. Mi película es Vietnam”. Lo cierto es que Apocalipsis Now se estrenó en 1979 y obtuvo la Palma de Oro en Cannes, ganó tres Globos de Oro (entre ellos mejor dirección) y obtuvo ocho nominaciones al Oscar, quedándose con dos estatuillas en rubros técnicos.
GOLPE AL CORAZÓN
Pero si Coppola no había aprendido la lección, en 1982 estrenaría Golpe al corazón, otro rodaje complicado aunque esta vez había un elemento inesperado: Hollywood había cambiado, especialmente para que no pasaran cosas como las de Apocalipsis Now. El resultado fue el quiebre de la compañía productora.
Según el propio director, la película protagonizada por Teri Garr, Frederic Forrest, Raul Julia y Nastassja Kinski sería una “comedia ligera”, un musical de pareja que se rompe y se vuelve encontrar. Un final feliz, algo contrario a lo que Coppola había potenciado con su cine de los 70’s. La empresa que emprendió lo llevó a comprar unos viejos estudios de los años 30’s, desarrollar modernos sistemas de sonido y contar con un equipo multitudinario que incluía nombres como los de Vittorio Storaro, Gene Kelly o Michael Powell. Resultado: un presupuesto gigantesco que puso contra las cuerdas a su compañía Zoetrope.
Por todos estos asuntos, antes de comenzar el rodaje un grupo de inversores alemanes decidió alejarse por los gastos excesivos. La película se rodó básicamente porque todo el equipo técnico y artístico había decidido rebajar sus salarios a la mitad. Entonces Coppola tomó créditos personales y llegó a hipotecar su casa para poder avanzar con el rodaje.
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En verdad Golpe al corazón se rodó porque también apareció un capitalista de origen canadiense, Jack Singer, excéntrico empresario del mundo del petróleo, que puso varios millones pero con una condición: quedarse con los activos del estudio si la película fracasaba, algo que finalmente sucedió. Coppola tuvo que vender su estudio, Singer se quedó con todo. Y el director tuvo que filmar siete películas a lo largo de los años 80’s para pagar su deuda, algunas de ellas entre lo mejor de su filmografía, como La ley de la calle o la emblemática Tucker: un hombre y su sueño.
Si bien el rodaje de Golpe al corazón no fue tan caótico, los problemas tuvieron que ver con cuestiones de financiamiento. Uno de los mayores inconvenientes se dio con la filtración de screenings para los exhibidores, que no tuvieron una buen recepción y generaron un ruido de fondo acerca de lo desastrosa que era la película. A partir de ahí las productoras se negaron a distribuirla, hasta que el director logró un acuerdo con Columbia que la lanzó en 41 cines de Estados Unidos. El estreno fue un fracaso: con un costo de 28 millones de dólares, en las primeras semanas llegó a recaudar sólo 804.000.
Con este incidente, el director -que había organizado hasta un gigantesco preestreno en la sala más grande de Nueva York para darle promoción a su película- decidió retirarla de la distribución. Y Golpe al corazón terminó convirtiéndose en la película maldita de su carrera.
TETRO
Obviamente Argentina tiene que estar presente en todas las historias y leyendas del mundo. Y Argentina está presente en el camino de Coppola a partir del rodaje de Tetro, la película que lo trajo a Buenos Aires en 2008 y que durante siete meses le hizo tomar contacto con la cultura nacional, incluido un robo en su casa de Palermo (el director había comprado un hotel boutique) que le generó más que inconvenientes económicos: los ladrones se llevaron equipos, fotos y computadoras donde Coppola tenía guardados guiones de varios años, historias que tenía pensado filmar en algún momento y que ya no pudo recuperar.
El elenco de Tetro, la historia de un joven que rompe lazos con su familia y se exilia en Argentina, cuenta con nombres como Vincent Gallo, Alden Ehrenreich y Maribel Verdú, e incluso reconocidos intérpretes nacionales como Rodrigo de la Serna, Leticia Brédice, Mike Amigorena, Sofía Gala o Érica Rivas. Algunas leyendas hablan de problemas en el set, como una pelea entre Gallo y De la Serna aunque otros señalan que se trata más de un mito que de una realidad. No obstante, De la Serna aseguró en una entrevista que durante el rodaje Gallo tiraba algunos comentarios xenófobos.
Sobre el rodaje de Tetro también se dio una confusa situación con el Sindicato de Actores. Por aquellos tiempos se dijo que se había originado un paro de los artistas nacionales, aunque hay quienes participaron del rodaje y niegan que se haya paralizado por ese asunto y que todo se filmó en tiempo y forma. De todos modos el tema fue noticia nacional, con Coppola convirtiéndose en protagonista impensado de los programas de chimentos de la televisión.
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Pero Coppola se llevó también muchas cosas buenas de la cultura argentina. En la producción de Tetro trabajó Charly Carnota, baterista de la banda Massacre, liderada por Guillermo “Walas” Cidade, que por entonces no tenía todavía la popularidad que tiene ahora pero era una de las bandas emergentes más importantes de la escena. Una noche que la banda daba un concierto, Carnota le dio un par de entradas a Roman Coppola, hijo de Francis. Sin embargo lo que el músico no se imaginó es que en el show, entre el público, se iba a encontrar el mismísimo director de El padrino, La conversación y Drácula. “Dijo que le había gustado mucho la banda porque tocaba un gran baterista…” contó Carnota entre risas en una entrevista periodística.
Con el tiempo, los rodajes de Coppola fueron menos caóticos. También es cierto, Coppola filmó mucho menos.
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