“Hay que repensar las cosas para que los espectáculos vuelvan a provocar emociones en el público”
El productor Dany Mañas charló con El Marplatense sobre la actualidad del teatro y ofreció su mirada experimentada: la revista, el stand-up y aquello que siente que le falta a muchos espectáculos.
Resumir la trayectoria de alguien como Dany Mañas es imposible en un párrafo. Incluso tal vez sea imposible en una nota entera. Productor de los más destacados dentro del ámbito nacional, ha trabajado con las principales figuras argentinas y también ha desarrollado su actividad en el extranjero. Marplatense de origen, se encuentra en la ciudad entre viajes a Nueva York y Buenos Aires, y disfrutando sin la necesidad de presentar un espectáculo propio.
El año pasado vino con Luciano Cáceres para presentar Muerde, con la que luego giró por Estados Unidos, y desde hace un tiempo produce en América el programa Argentina de película con la conducción de Teté Coustarot. Ahora, también con Cáceres, está pensando en algún proyecto para llevar a las tablas. Su carrera es extensa, pero no deja de pensar y proyectar.
Obviamente como hombre de teatro, como persona que “cuando visito una ciudad y se puede visitar un teatro, me meto, no podía dejar de pasar por el Teatro Tronador BNA para apreciar su renovada cara. “Lo conocí cuando estaba en construcción, me lo mostró Marcelo González cuando ya estaba casi terminado. Y yo que he andado por todos los teatros del mundo, porque es mi metier, es mi labor, debo decir que me encanta”, contó en diálogo con El Marplatense.
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-¿Qué observa una persona con tanta experiencia como vos cuando viene a una temporada de teatro en Mar del Plata?
Este año es la primera vez que no tengo un espectáculo acá. Voy a ver algún que otro espectáculo, cada vez menos porque hay cosas que ya no me atraen tanto, y lo peor es que no le atraen al público a veces. Me parece que hay que repensar las cosas, para que los espectáculos le provoquen emociones al público, ya sean risas, llantos, bronca. Cualquier emoción. Esos espectáculos que movilizan son los que más funcionan, más que teniendo grandes nombres. Hoy en día a la gente le tiene que tocar otra fibra, la emoción de cualquier tipo.
-¿Qué es lo que ves que les está faltando?
En las propuestas comerciales, en algunas siento que hay como una especie de, “bueno, vamos a juntar gente, vamos a hacer una obra, poner un título, si son famosos mejor”. A veces no se piensa tanto en el público, el que está en la platea. Lo primero que pienso cuando leo y veo obras es si esto puede emocionar al público argentino. Los títulos… a veces son títulos rarísimos que decís “¿por qué la gente va a sentirse atraída por ir a ver algo que se llame de esta forma?”. Digo siempre que el teatro es emoción, entonces tiene que ver con eso. Hoy en día a la gente le cuesta y no creo que pase por la parte económica. Si de pronto hay obras de teatro que no van tan bien, no tiene que ver con eso, porque hoy el teatro no está tan caro en Argentina. Yo que vivo parte del año en Estados Unidos, allí sí es muy caro. Hay entradas que lo más barato que se puede conseguir y con descuentos y todo son 75, 80 dólares…
-¿Esto lo ves en el teatro de temporada o es algo de todo el año?
En el sector comercial es medio de todo el año y en temporada se intensifica. Pero por otro lado, hablemos de la parte buena. Buenos Aires es la ciudad que más teatros tiene en el mundo. Tuve una oportunidad hermosa, fui a los premios Tony en Estados Unidos, y estuve con Angelina Jolie. Le conté -y logré captar su atención- que había unos 200 teatros, que se podía ir un lunes, se podía ir de tarde, en cualquier época del año y que había desde lugarcitos de 30 personas hasta mega salas de conciertos, Y eso es fascinante, porque de verdad no pasa en Estados Unidos. Londres tiene el mejor teatro del mundo, pero hay una cantidad reducida en comparación a todo lo que pasa en Buenos Aires. Entonces, lo que está pasando en Argentina es que aunque haya propuestas que no sean interesantes, hay gente que se la juega por el arte de verdad.
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-¿Es una tradición que se puede sostener en el tiempo o es algo que se arrastra del pasado y ya alcanzó su cima?
Bueno, ha cambiado. Cuando yo era chico, jovencito en Mar de Plata, había una variedad de teatro y aunque fuera un teatro de entretenimiento, entre comillas, tenía su calidad. Pero en una misma temporada vos podías tener a Alfredo Alarcón, Sacristán y “Charo” López y en una carpa estaba Tita Merello y Hugo del Carril con un megaespectáculo popular. O estaban las comedias de los galanes. que en ese punto diría que eran de lo más flojo, pero al lado de algunas cosas que se ven hoy eran Shakespeare. No quiero ser crítico, pero digo: había una cosa de mucha preocupación por presentar espectáculos que le llegaran, entretuvieran a la gente.
-Anteriormente decías la palabra “famoso” y hoy tiene otro significado al de hace décadas…
Sí, cambió, pero el famoso de ahora no vende entradas. No sé quién se había quejado porque algunos productores elegían elenco por la cantidad de seguidores que tenían en Instagram. Es verdad, te puede promocionar una obra, pero no vende entradas. Sé muchísimos casos en Argentina de actores o actrices jóvenes en general, con poca carrera de teatro, que tienen muchísimos seguidores y en la puerta no hay ni uno esperando.
-¿Cuánto influye en esto la televisión?
Se ha convertido en cosa, no te diría otro negocio. Un poco la televisión del mundo ha cambiado al tono escandaloso. Pero digo una cosa, si ese programa anda bien, el programa del escándalo y del chisme, quiere decir que alguien lo ve. Es medio como cuando en política dicen “¿pero cómo puede ser el presidente fulano?”. Y… porque alguien lo votó. Entonces, no le echemos solamente la culpa a los directivos de televisión, sino al público que dice “esto es lo que quiero ver” y por ahí propuestas buenas tienen números bajísimos.
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-Es como el huevo y la gallina, ¿la gente mira eso porque es lo que dan o se lo dan porque es lo que mira la gente?
Yo creo que van probando y pasa eso. Ahora, nosotros tenemos la alegría con este programa que estamos haciendo con Teté Coustarot que un programa donde se da una película argentina y viene el protagonista a hablar, y han pasado todos los grandes actores, Y un programa de eso, que se hable de cine, donde no se critican las políticas de cine ni nada de eso, simplemente se habla de cine, ese programa suele ser el más visto de América los sábados. Quiere decir que hay una porción de público que todavía quiere o está cansada un poquito del chismerío semanal.
-En teatro hay un auge de los standaperos…
Es maravilloso eso. Sí, es muy bueno. Obviamente hay gente como Ezequiel Campa, como Luciano Mellera, como Pablo Ini, como Malena Guinzburg. Hay gente buenísima y otros no tanto. Hay de todo. Están reemplazando al actor que de pronto hace un monólogo y estando solo en el escenario capta la atención del público. Eso que te decía, la emoción, la emoción de la risa, de sentirte que estás participando de lo que pasa en el escenario, que no hay una cuarta pared que divide eso. Creo que esa es la fuerza del stand up.
-¿Cómo productore te interesa? Porque es como una puesta muy mínima…
Sí. A lo mejor hay que hacer un espectáculo y reunir, no sé, a cinco de los de los mejores que hay. Ya hay algunos que no lo necesitan, caso Campa o Mellera que ni siquiera van a los reportajes de televisión. Los vas descubriendo en el Instagram, pero ves que están actuando en Europa, en México, en todos lados. El público se siente muy enganchado y puede participar y hay mucha verdad en lo que pasa, en lo que se dice. Y hoy por hoy yo creo que la verdad es un arma maravillosa, poder reírse con la verdad. Que no es otra cosa que una reversión de lo que hacían los grandes cómicos de revista.
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-¿El teatro de revista es un género que murió por esto del “hoy no se puede hacer esto” o porque el género se agotó?
Fue perdiendo fuerza porque ya no hay los capo-cómicos que había antes. De todas maneras se podría hacer una revista y que el lugar del capo-cómico lo cumpla el standapero y la mujer que en ese momento era como objeto sexual tendría otros roles. Yo creo que se puede hacer hoy una revista, totalmente.
-¿Cómo te llevás con esa frase de “hoy no se puede hacer”?
No, no existe. Todo se puede hacer. La gente no va a ver arañas de cairel colgando por todos lados. Quiere pasarla bien, que haya honestidad en el escenario. El otro día fui a ver un espectáculo local, Guardianes de la Bristol, y me gustó mucho la honestidad con que se presentó. Las ganas, el deseo, cierta ingenuidad y eso es lo que hay que tener siempre. No perder eso. No hacerlo de taquito.
-¿En quién en confía el productor a la hora de ir a ver un espectáculo?
Confío en la gente que lo está haciendo, que sé que es gente que labura bien. Hay un rubro que se llama Producción en las entregas de premios, que no tienen muy claro los jurados o los que organizan de qué se trata. Porque producción no es quién pone más plata en un escenario o hace algo más espectacular. Si no que es pensar en qué le va a gustar a la gente. Entonces, una vez que más o menos vos sabés que la gente que ha hecho un espectáculo sigue esas esas reglas, yo confío. Por ahí te puede salir mal. Me gusta la gente que labura muy honestamente. Así haga algo con dos mangos o con 500 millones.
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