La mirada del turista
En la esquina de mi casa están arreglando el asfalto. No es asfalto, en realidad, es concreto. Las máquinas rompen en grandes bloques el concreto viejo. Los bloques quedan un tiempo sobre la calle hasta que una pala mecánica los carga en la caja de un camión que se los lleva para usarlos en otro lado. Durante algunos días hay vallas en la calle que desvían el tránsito.
Con mi hija miramos los arreglos y nos preguntamos quién los decide. Miramos, también, los rectángulos que permanecerán sin cambiar. Nos preguntamos por qué unos sí y otros no. Es muy posible que la razón sea el nivel de deterioro. Los más deteriorados se van, los menos deteriorados se quedan. El concreto que están cambiando es el de la bocacalle. Una vez que esté seco sacarán las vallas. Con el paso de los días no habrá diferencia entre el color del nuevo y el del viejo.
Un tiempo atrás, en época de elecciones, pintaron las sendas peatonales a lo largo de una calle cercana. No hicieron las típicas líneas paralelas, sino que pintaron dos rayas transversales que formaban una especie de cajón imaginario por la que debían caminar los peatones. También pintaron los cordones de las esquinas. En una de ellas el cordón estaba quebrado. Un pedazo estaba fuera de lugar. En un exceso de abnegación lo pintaron igual, pero no lo movieron ni lo arreglaron. La pintura duró muy poco tiempo. Ya casi no se ve. Es raro encontrar sendas peatonales aun cuando se insiste mucho en su función. No es obligatorio que las sendas peatonales sean blancas y grises. El arte puede darles forma y color a estos espacios. Es algo que ya se está haciendo en algunas ciudades del mundo con resultados muy positivos para la seguridad vial. Algunos estudios que evaluaron el impacto de intervenciones artísticas sobre el nivel total de choques y de choques que involucraron usuarios vulnerables indicaron reducciones notorias que alcanzaron el 17,3% en el primer caso, y el 49,6%, en el segundo.
Un poco antes de la pandemia, en el corredor ferroviario que va desde la terminal de trenes hacia Miramar, entre las calles Funes y Olazabal, artistas callejeros realizaron murales que embellecieron un lugar que parecía abandonado. El tren ya no pasa, pero no tenía por qué ser tierra baldía. El espacio y su uso cambió con una acción sencilla. El primero de esos murales puede verse en la avenida Colón. Los últimos de la serie están sobre la calle Alberti. Uno de esos murales, tapó otro que ya existía. Una pequeña batalla tuvo lugar en esas paredes. Al poco tiempo, el segundo mural fue tapado por un tercero. Un pato enojado dice no me tapes si sabés cómo me pongo. En una de las paredes de la plaza seca de la Universidad Nacional de Mar del Plata un dibujo dice que el arte no se tapa. Es un código. El arte callejero no tapa el arte callejero.
Embellecer la ciudad y hacerla más segura es una acción de bajo costo y efectiva. Que, además, le da protagonismo a las personas. No es difícil imaginar artistas dispuestos a participar en iniciativas que les regalen espacio. Convertir las calles en un lienzo, un museo a cielo abierto.
Fuente:
Schwartz, S. (2022). Asphalt art safety study. Historical crash analysis and observational behavior assessment at asphalt art sites. Bloomberg Philanthropies. https://assets.bbhub.io/dotorg/sites/43/2022/04/Asphalt-Art-Safety-Study.pdf