“Les hicieron creer que venir era antipatriota, y se perdieron un gran Festival”
Gabriel Lerman es uno de los directores artísticos del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que hoy cierra sus puertas. Ofreció un repaso a las tensiones y las complejidades de un evento gigante.
El periodista Gabriel Lerman es uno de los codirectores artísticos junto a Jorge Stamadianos del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que anoche cerró oficialmente su 39ª edición, aunque todavía resta todo el domingo para ver películas. Tranquilo con el trabajo cumplido, aunque con la innegable tensión de un año en el que las diferencias entre el Gobierno y una parte importante de la industria cinematográfica nacional lastraron parte de la puesta en marcha del certamen, se mostró conforme con el trabajo realizado aunque “desilusionado con la gente que decidió no venir”.
-¿Cuál es el balance que se puede hacer por estas horas?
La verdad que cuando uno empieza planificar un festival, son como montones de piezas que vas armando, proyecto pequeños. Un ejemplo, el homenaje a Torre Nilsson implicó una cantidad de trabajo. El homenaje a La Patagonia rebelde, otra cantidad de trabajo. El proyecto Japón, otra cantidad de trabajo. El proyecto España… Son como estructuras que vas armando, donde todo puede pasar. Y después cuando llega el momento empieza, como esos libros troquelados que vos abrís, y se arma todo. Esa fue la sensación que yo tuve y fue mi primera experiencia haciendo esto, y es muy alucinante. Porque claro, vos estás en el día y te olvidaste de ese otro proyecto que armaste y de golpe todo tiene que pasar al mismo tiempo, entonces alguien me menciona que lo de Los nibelungos en el Colón fue un gran éxito, que la gente estaba feliz y me acordé y dije “ah, claro, si lo armé hace tres meses”. Lo puse a funcionar y siguió su camino. Entonces todo podía haber salido mal y mi sensación es que todo salió como tenía que salir.
-¿Cómo se sintieron con la respuesta del público?
Estoy muy muy contento con el resultado, con la respuesta de la gente que vino. Estoy un poco desilusionado con la gente que decidió no venir, porque siento que hubo como un movimiento, sobre todo en las escuelas de cine, donde les hicieron creer que venir era antipatriota. Y creo que se perdieron un gran Festival, esa es mi sensación. Sé que hubo una diferencia en el valor de la entrada muy importante, pero tampoco diría que es eso porque hemos tenido propuestas fabulosas en el Teatro Colón, que era gratis, y a veces tampoco estaba lleno. No entendieron que el Festival es una fiesta del cine y se lo perdieron.
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-¿Y cómo pensás que se puede recuperar la confianza en esas personas que se alejaron?
Confío en el boca a boca. Presenté las tres proyecciones de Foxtrot, que ganó en Venecia, y en las primeras dos proyecciones había poca gente, pero en la tercera había un montón. Y le dije al director que era por el boca a boca: la gente la vio en las dos primeras y la recomendó. Entonces espero que para el próximo año haya un boca a boca; o el que vino y vio lo que había, que vuelva a su ciudad y diga “qué bueno que estuvo a Mar del Plata, no hay que perdérselo”.
-¿Esa grieta que existe era algo que no presagiaste a la hora de aceptar el cargo?
Yo siempre miro muy atento a la Argentina, pero no me importó. Yo venía con una misión que era hacer el Festival y lo que sí tenía en claro, era que el Festival es más importante que cualquier discusión ideológica. Entonces, si se iban a matar entre todos mientras yo hacía el Festival, bueno, que se maten… Por eso tampoco me puedo enganchar, porque yo lo que quería hacer era un Festival de cine nada más. Y ojo, porque las discusiones políticas, las brechas, hoy en día, están en todas las sociedades. La sociedad norteamericana, pasa lo mismo, la española también. Pero lo que sí tengo es la referencia de otros festivales grandes en el mundo donde da lo mismo quién está en el Gobierno; el Festival es otra cosa y es independiente de quién gana las elecciones, de quién pierde. Ha habido gestiones de dirección artística que han atravesado cambios de Gobierno; es decir, esto no es una gestión que responde a un gobierno, no somos parte de la cuestión política. Es sólo artístico, aunque sí obviamente tenemos una mirada artística diferente de la gestión anterior, que espero que se haya apreciado o notado.
-¿Cuál es la diferencia que tienen con la gestión anterior del Festival?
Hay una cultura de lo que debe ser el cine del Festival, en donde se piensa que hay un tipo de cine quizás más para conocedores que deben mirar cierto tipo de películas, cierto tipo de directores. Parte de la programación de este Festival responde a esa mirada, porque lo que sí decidimos cuando llegamos es que lo que estaba programado iba a quedar. Pero no es nuestra mirada. Yo creo que el cine es un evento, es un disfrute. Creo que el cine para conocedores tiene que estar en un festival, el cine experimental tiene que estar en un festival, pero no puede ser lo masivo. Creo que tiene que haber para todos y creo que el que vaya a ver ese cine exclusivo o ese cine para conocedores tiene que ser advertido que está yendo a verlo. Alguien me dijo que fue a ver Cónclave y salió conmocionado. Bueno, si le hubiéramos puesto una de esas películas oscuras en una sala para mil personas probablemente la hubiera pasado mal. Y eso es algo que no vamos a hacer. Es decir, va a tener un lugar, pero vas a saber qué es lo que estás yendo a ver. Y cuando vas a ver una película en una sala para 1000 personas es algo que puede disfrutar la mayoría, no un pequeño grupo.
-¿Qué diseño de festival piensan ustedes que se puede replicar cuando piensan en Mar del Plata?
San Sebastián podría ser un buen ejemplo. San Sebastián, Guadalajara, Cartagena porque debe tener una impronta latinoamericana, tiene que ser un festival de mayoritariamente cine argentino. Si vas al festival de Jerusalén, vos lo que querés ver es cine israelí, si vas al de Guadalajara querés ver cine mexicano, si vas al de Río querés ver cine brasileño. Debe tener por definición una mayoría de cine argentino y una fuerte presencia latinoamericana, pero tiene que haber de todo.
-¿La realización de Contracampo atentó contra esa presencia de cine nacional que debe tener Mar del Plata?
Tuvimos algunos problemas con la retrospectiva de los 70 años donde hubo algunas películas que nosotros queríamos poner, donde algunos nos respondieron y otros nos dijeron que sí, pero después cambiaron de idea. Supongo que para tratar de protegerse. Nadie tenía muy en claro cuál era la onda, entonces para qué se iban a mezclar. Pienso que interpretaron que si aceptaban que la película se diera era como respaldar el Festival, que creo que tendrían que haber respaldado. Después hubo el caso de una película que había programado la gestión anterior que se bajó, y después tuvimos una circunstancia con una película europea de un director conocido, que no voy a nombrar, que habíamos conseguido que la embajada de ese país respaldara y se bajaron. Y fue una tontería, porque se lo perdió el público argentino, se lo perdió la audiencia.
-¿No pensás que definiciones como que ver cine argentino “es una tortura” a veces no ayudan en este contexto?
Lo que digo es que ver una película no Argentina, ver una película de cualquier parte puede ser una tortura o puede ser un gran placer; y eso me parece que no es discutible. Tiene que ver con los gustos de cada uno. Por eso soy muy cuidadoso, jamás diría que el cine argentino es una tortura, pero sí que hay películas argentinas que son una tortura. Lo que sí puedo decir desde mi lugar en Los Angeles es que siempre fue poco el cine argentino que sirvió para poder mostrar afuera.
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-¿Esa idea se relaciona con las nuevas políticas del INCAA respecto de qué cine debe subsidiar el Instituto?
Creo que a partir de lo que cuenta Pirovano y lo que he leído en sus entrevistas, lo que van a tratar de cambiar es la forma en que se decide qué película se hace para que no haya una carta blanca en donde te dan el dinero sin saber qué vas a hacer con eso. Acá pasamos cinco películas israelíes e hicimos una charla sobre cine israelí. Israel es un buen modelo en el sentido de que es un país que te ayuda mucho para hacer una película, pero tenés que presentar un muy buen guión y tenés que competir con todos tus pares con un muy buen proyecto, que esté muy bien asentado. Y lo mismo pasa en España. Es decir, nadie te dice en el mundo “tomá, te doy 200.000 dólares”. No funciona así. Yo creo que eso es lo que por ahí quieren cambiar.
-¿Pensás que deben hacer un trabajo a partir de ahora para convencer a parte de ese cine argentino que decidió darle la espalda al Festival de que deben volver?
Nuestro lugar no es debatir sobre cómo se hace el cine, nuestro lugar es el de que haya una plataforma para exhibirlo. Entonces no nos podemos meter en la discusión sobre cómo hay que hacer cine, hay que mantener el Festival para que cuando el cine se haga haya un lugar al que la gente asista para verlo, porque lo más difícil en este momento es la exhibición. Es decir, es mucho más fácil hacer una película que exhibirla. Nosotros pasamos 125 largometrajes, pero se anotaron 700. Es decir que quedaron quinientas y pico que no encontraron una sala. Entonces, por qué tenemos que mantener Mar del Plata abierto, para que cuando se hagan las películas tengan un lugar donde pasarlas y una audiencia ansiosa por verlas.
-¿Lo importante es pensar en el Festival entonces?
La pregunta que yo siempre me hice frente a toda esta discusión sobre Mar del Plata y la polémica y la resistencia es que, suponte que ganan y no se hace Mar del Plata, quién pierde. Créeme que no es el INCAA que cierra. Entonces… Por eso es que viniendo de afuera todo esto no me importó. Sabía que lo importante es mantener el Festival, que siga porque no es de este Gobierno; este Festival tiene una historia. Si perdemos este Festival perdemos todo. Si nos quitan la categoría no la recuperamos más. Hay una larga cola de festivales latinoamericanos que estarían felices de tenerlo y créeme que tienen mucho más recursos que este y es algo que no nos podemos permitir.
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-¿Cuál es a priori la apuesta para la próxima edición del Festival?
Nosotros tenemos la voluntad, y esta fue la propuesta que hicimos cuando llegamos, de ir para arriba. Cuando llegamos encontramos una propuesta de ir para abajo y dijimos “este Festival no puede bajar”. No puede bajar en cantidad de salas, no puede bajar en cantidad en competencias, debe tener un poco más de películas que el año pasado. Es decir, tenemos que crecer para el año próximo, lo que no sabemos es cuánto porque no depende de nosotros, depende del país, de la voluntad. Te puedo asegurar que el Festival este año lo hicimos con el 20% del dinero que realmente necesitamos, un milagro todo. Y se debe a la fuerza y la voluntad de un montón de gente que durante diez días no durmió y se mató laburando, porque en cada puesto hacían falta cinco y había uno. Entonces doy fe que esto salió porque la gente se mató trabajando para hacerlo. Sería fabuloso si nos dieran cinco veces el presupuesto de este año y podemos hacer un Festival cinco veces más grande. Pero no depende de nosotros. Lo único que depende es de las ganas y la voluntad y el trabajo de este equipo.
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