Lo más importante del clásico estuvo afuera
El análisis de Juan Carlos Morales sobre el regreso del clásico Aldosivi-Alvarado luego de 27 años.
Lo más importante estuvo afuera. Hubo fiesta en las tribunas y marplatenses contentos porque volvía, después de 27 años, el clásico moderno de la ciudad (comenzó a ser tal a mediados de los ochenta luego de Kiimberley-San Lorenzo, Quilmes-River , Aldosivi-Talleres y Quilmes-Independiente, entre otros).
Además todo transcurrió en paz. El 0-0 le sentó mejor a Alvarado en un trámite intenso pero opaco. Aldosivi asumió la iniciativa pero no tuvo precisión. No hubo figuras desequilibrantes y al desarrollo paupérrimo se sumó un juez con fallas evidentes: omitió un penal para el cuadro de "mataderos" al cierre del primer tiempo y una roja para un zaguero de la visita a poco de comenzar.
A lo largo del juego se advirtió respeto mutuo (no dar ventajas) y temor a favorecer intentos de la oposición. Pero faltó el jugador diferente. El que fuera capaz de marcar la diferencia con una maniobra individual. No hubo nadie desequilibrante. Como en otros clásicos eran un Lofredo o Mústico o Delaroca o Zibecchi. O un futbolista de categoría como Olguín (campeón del mundo en 1978 proveniente de Alvarado) o Amato (figura en River, Boca, Huracán y en el exterior en España y Escocia).
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Por eso el 0-0 y aquello que "el miedo entra sin llamar". Nadie se fue derrotado. Aunque la igualdad le cayó mucho mejor al cuadro de la banda blanca, cuyo público debió faltar a la cita. Así como se ganó la batalla de la violencia, esperemos que muy pronto vuelva el folklore tribunero con ambas hinchadas. Solo hace falta que se porten bien. Y esperar, también que los protagonistas nos brinden un poquito más de fútbol. Ocurre que uno está mal acostumbrado.
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