Mayores descargas, pescado congelado y asistencialismo
Por Roberto Garrone
Por absoluta responsabilidad del calamar, el puerto marplatense registró un aumento de los desembarques pesqueros en el primer cuatrimestre del 2020 en relación al mismo periodo del año pasado.
Fueron 120 mil toneladas contra 117 mil del 2019, aunque la estadística oficial reporta los datos hasta le 29 de abril. Nunca sabremos por qué no actualizan con los datos hasta el 30 y el cuatrimestre redondo, pero la diferencia a favor podría ser un poquito mayor.
Casi la mitad de las descargas en Mar del Plata ha sido calamar. De las 97 mil toneladas totales que se declararon pescar de illex, 52.700 las recibió el puerto local, para jolgorio de los estibadores y principalmente de las empresas de estiba. Un estibador cobra la mitad de lo que percibe la Empresa de servicios portuarios de estibaje.
Entre 2 y 3 mil pesos por un turno de 3 horas y desde mediados de marzo suman más de uno por día. Lo bueno es que Mezzamico ya no reclamará subsidios por los costos fijos que deben afrontar las ESPES.
De ese total de calamar que recibió Mar del Plata, 46.500 toneladas las descargaron barcos poteros, mayoría de empresas chicas con permisos de pesca en aguas nacionales, que del muelle lo suben al contenedor y se exporta a China con aranceles diferenciados a los armadores nacionales.
Los buques arrastreros congeladores aportaron otras 25 mil toneladas, principalmente merluza y calamar, que no se descarga en pastillas como los poteros sino en cajas de cartón, que no va al contenedor sino a la cámara frigorífica a la espera de su venta. Ventas que están virtualmente detenidas como consecuencia de la pandemia del coronavirus.
La caída en las exportaciones quedó reflejada en el volumen que subió TC2 al “Arsos”, el feeder al servicio de Maersk que lleva la carga a Montevideo, en el primer cuatrimestre del 2020. Fueron 18.500 toneladas. La cifra representa una caída del 29% en relación al 2019.
Hay otro dato: Mar del Plata exportó por su puerto menos del 10% de los desembarques que recibió. Para mensurar el freno a las ventas al exterior. Puede irse carga por camión por la Autovía, pero mucha más cantidad esta en las cámaras frigoríficas.
Las 45 mil toneladas restantes que se descargaron en el puerto local sí generaron algún tipo de trabajo de agregado de valor en la cadena fresquera. Más de 31 mil toneladas las aportó la flota fresquera de altura y el resto los costeros. Esta flota aporto buena parte de las 46 mil toneladas de merluza que se pescó al sur del 41°S, unas 4 mil toneladas de rayas, 3 mil de corvina y 2 mil de calamar.
El langostino fresco no llegó a las mil toneladas y se cortó al norte del 42°S con rendimientos de 400 cajones por día y la mayoría de fresqueros ya desarmaron los tangones a la espera de una temporada de aguas nacionales que asoma con muchas incógnitas.
Solo el “Don Gaetano” estaba por emprender el último viaje. Quedan algunos barcos de Moscuzza y Solimeno demostrando que no pierden plata aunque el entero congelado a bordo se desmorone por debajo de los 4,5 dólares el kilo.
Como balance hasta aquí, menos de la mitad de lo que se descargó en Mar del Plata entre enero y abril llegó a la mesa de corte de un obrero del pescado. Algunas empresas en tierra con personal a cargo y poca disponibilidad de materia prima y muy poca demanda del mercado interno y el exterior siguen esperando el respaldo del gobierno.
El objetivo de Gabriel Felizia, ese de tomar al puerto como una gran fábrica generadora de trabajo, no esta claro cómo se llevará a cabo. El flamante Presidente del Consorcio Portuario esta en plan reconocimiento del terreno y suma visitas guiadas entre los principales permisionarios.
Estas semanas el puerto estuvo operando casi al máximo de su potencialidad y sumó los barcos poteros que vienen circunstancialmente por la cercanía de la zona de pesca del calamar. Y no se escuchó a ningún actor protestar por la falta de espacio. Ya se acostumbraron a maniobrar hacinados o se atemperan las consecuencias con buena gestión de giro.
La prioridad de Felizia es ganar espacio y retirar no solo los barcos de la sección cuarta y quinta del muelle 2, esos que prometió y nunca sacó Merlini, sino también los de abajo de la galería de los elevadores, sobre le muelle 3.
Es buena idea, lo malo es que lo paguemos todos nosotros como la treintena de buques inactivos extraídos entre 2005 y 2007 por Prefectura dentro de un programa de la Nación. No parece la nueva autoridad portuaria un hombre capaz de hacerle pagar a los responsables del cementerio flotante. Veremos.
Quienes están más preocupados que Felizia son los frigoríficos exportadores nucleados en Cafrexport. La pesca como actividad esencial quedó afuera de las primeras ayudas oficiales. Como si no haber parado la rueda hubiese germinado demanda.espontánea.
Después de 50 días de aislamiento social obligatorio siguen con demoras para acceder a las herramientas de apoyo financieras y laborales. Todos escuchan y comprenden pero pocos ejecutan. Son más los que todavía esperan que los que pudieron acceder al crédito a 24% para pagar sueldos. Y endeudarse, sin ventas, es una ecuación insostenible.
Y la lista es más amplia de los que aguardan que se acrediten los créditos fiscales demorados, incluso del 2018. Si bien están en dólares, es un ahorro forzoso que les permitiría hacer frente a próximos compromisos económicos y financieros.
El problema es que lo que viene en el corto plazo no será mejor que lo que ya pasó. El calamar se terminará en pocas semanas y la flota fresquera se preparará para el langostino de aguas nacionales. Con la merluza perdiendo valor por debajo de los 2800 dólares y Brasil devaluando a casi el 50%, será un negocio casi exclusivo de los congeladores.
En este escenario, quedarán pocas chances de reanimar el movimiento obrero con el reproceso en tierra. Entre marzo y abril, el SOIP distribuyó 700 bolsones con alimentos entre los más necesitados. Si la industria pesquera marplatense puede exhibir una certeza es que de aquí en adelante, lo único que crecerá será el asistencialismo..