“No dejamos de caminar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de caminar”
Más que ninguna otra cosa, sin embargo, le gustaba caminar
Paul Auster
La urbanización de la vida es una tendencia que tomó impulso en el siglo veinte y que, lejos de detenerse, continua en aumento. En el año 2020 la mitad de las personas del mundo vivían en ciudades. Se prevé que para el año 2050 esa cantidad ascienda al 65% de la población global. Dentro de este panorama, Argentina es uno de los países más urbanizados del mundo con solo un 8 % de su población viviendo en zonas rurales. Las ciudades son un centro de atracción porque concentran la posibilidad de satisfacer muchas necesidades humanas. De forma potencial, las ciudades prometen el acceso a la vivienda, al trabajo, la educación, las relaciones sociales y la recreación. Sin embargo, lo que está expresado en forma de potencia debe convertirse en acto y en materia. En consecuencia, la ciudad es un territorio en disputa y toda disputa es un combate entre fuerzas desiguales. Por lo tanto, es importante pensarla en términos de derechos, equidad y solidaridad.
La Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad “busca recoger los compromisos y medidas que deben ser asumidos por la sociedad civil, los gobiernos locales y nacionales, parlamentarios y organismos internacionales para que todas las personas vivan con dignidad en (las) ciudades”. El Artículo XIII de la Carta se ocupa del Derecho al Transporte y la Movilidad Urbana. En su inciso dos señala que las ciudades deben destinar áreas permanentes o transitorias para su uso peatonal. Además, en el inciso tres promueve la remoción de barreras arquitectónicas y la implantación de los equipamientos necesarios en el sistema de movilidad para garantizar la accesibilidad de todas las personas, sin importar su diversidad funcional.
El término Caminabilidad se emplea para analizar si un área urbana es amigable para movilizarse a pie, con especial énfasis en la experiencia de las personas que tienen alguna dificultad para hacerlo, sea por su condición física, de edad o de género. Un área urbana será más o menos caminable en función de la variedad de usos y de actividades que puedan realizarse en ella y de la existencia de condiciones que faciliten los desplazamientos peatonales, como áreas de descanso, senderos peatonales, vegetación y áreas verdes, iluminación, mantenimiento, seguridad, reducción de la contaminación ambiental y sonora.
Caminar es una forma sostenible de moverse por el espacio urbano, de acceder a bienes y relaciones significativas y de mantener niveles saludables de actividad física. En un estudio reciente en el que entrevistamos en profundidad a cuarenta mujeres que tenían entre 60 y 69 años de edad para conocer sus experiencias de viajes urbanos en Mar del Plata, mencionaron los inconvenientes con los que se encuentran al caminar en varias ocasiones:
(…) todo es gris ¿por qué? porque nadie barre, nadie junta la mugre eh, entonces está todo empolvado, todo sucio, (…) esa sensación de las calles grises, las veredas grises, es tierra acumulada, porque nadie limpia, agregale las baldosas rotas (…) entonces terminás metiéndote en la avenida, caminando para poder acceder a la vereda (…) aparte de roto el cordón y demás, encima se estaciona un auto, imaginate, no es fácil para el peatón, al contrario, el peatón está impedido de acceder a la vereda libremente. (A., 69 años de edad).
(…) por la ciudad tenés que estar mirando todo el tiempo el tránsito o si viene alguien o agarrando la cartera o lo que fuere. Me siento más libre por la costa y quizá es una cosa, es un problema mío, pero bueno, sí, me gusta más por ahí. Inclusive la contaminación de los autos, todo lo que ya sabemos. (E., 64 años de edad).
El otro día fui a ANSES, a un ANSES que nunca había ido, y me pareció espantoso la parte de las rampas. No había rampas. Y todo con escaleras. Yo gracias a Dios que no lo necesito en este momento, no sé el día de mañana. (A., 67 años de edad).
(Hacen falta) muchas adaptaciones en la ciudad. Hay rampas en todas las esquinas del centro. No sé en otros lados. Hay rampas, pero después no hay mucho (…) porque por el andador (…) es muy difícil. Y ella había veredas por las que no quería pasar. Y a veces se nos complicaba, viste. (…) No sé cómo le llaman técnicamente, pero todo lo que son sendas tienen que… Para todo el mundo, ¿no? Pero más para las personas mayores, seguro. Tienen que ser lisas, llanas, de fácil desliz, digamos. (R., 63 años de edad).
(…) hay cosas que más allá del paisaje de mar uno en infraestructura lo ve medio abandonado, viste, los… No sé cómo se llaman, los paredoncitos esos que hay en la vera de la… Viste que están algunos rotos, no hay cestos de basura. Pero, digamos, a mí no me impide andar eso. Pero podría ser un poco más agradable. (P., 63 años de edad)
(…) cierran todos los negocios y bueno, ya se empieza hacer feo para andar caminando, por las cosas que están pasando ¿no? por una cuestión de cuidado personal (E., 64 años de edad).
Muchas de las mujeres que entrevistamos caminan como forma de acceder a bienes, servicios y relaciones sociales significativas. Sus testimonios señalan que la mala calidad de la infraestructura peatonal, la interacción con los automóviles, la inseguridad, y el poco confort del ambiente son problemas cotidianos. En un ejercicio de adaptación, cada una de ellas encuentra la forma de superar estos problemas. Aun así, perciben que podrían enfrentar dificultades mayores en el futuro, o que otras personas ya las experimentan por cuestiones de salud o de edad. Caminar no debería ser una carrera de obstáculos. Se trata de que la ciudad sea sostenible, bella, segura y accesible para todos.