La orfebrería para Pallarols es un modo de vivir. Un modelo de familia basado en el trabajo replicado durante cientos de años, que hace que hoy su taller sea reconocido como un símbolo de tradición y excelencia, y él como uno de los grandes orfebres del mundo.

El orfebre habló con El Marplatense cuando visitó Espacio Clarín para llevar adelante una charla sobre su labor y responsabilidad como artista popular. “El bastón de bando -comenzó diciendo Pallarols- no es del presidente que lo recibe ni del orfebre que lo hace. El bastón de mando es del pueblo que logra imponerlo y dárselo al presidente. Por eso las obras colectivas son las que yo considero más importantes en mi vida y las que me dan más satisfacción".

La tradición familiar de Pallarols se ha elevado elevado a nivel internacional y se ha consagrado en la Argentina como un símbolo de la Democracia por su labor en cada uno de los bastones de mando presidenciales desde 1983 hasta la fecha.

En este sentido, el orfebre manifestó que “desde hace 35 años que cada 10 de diciembre comienzo trabajando en el Congreso y Presidencia. Después salgo provincia por provincia y entre dos y tres millones de personas trabajan a lo largo de casi doce meses”.

Por su compromiso con la democracia a través de la manifestación artística, Pallarols expresó que “lo importante es que la gente tome consciencia que la democracia es el juego de dar y recibir, y de votar pero exigir”.

Así mismo, el orfebre es recibido con mucho cariño por todos los ciudadanos a lo largo de todo el país, “es un placer inmenso porque ya sé que me están esperando. Hay gente que viene del exterior, como por ejemplo en mi ultimo cumpleaños donde vino un montón de gente para saludarme especialmente”.

La visita del orfebre a la ciudad se debe a la inauguración de la escultura de un lobo marino realizada por el prestigioso orfebre  que fue construida con material bélico de la Guerra de Malvinas y rinde homenaje a los ex combatientes y a los 44 tripulantes del ARA San Juan, inaugurada este martes en el renovado Teatro Tronador de la ciudad, resignificando un clásico símbolo marplatense.