Películas de terror para miedosos e impresionables que se pueden ver este Halloween
Desde grandes clásicos hasta películas más contemporáneas, un recorrido por varios films de horror que no muestran mucha sangre pero que son igualmente valiosos.
Si usted como yo, estimado lector, es un poco impresionable, al nivel de que mirar una película de terror se le vuelve algo intolerable y esquiva rápidamente la mirada de la pantalla, seguramente octubre con su celebración de Halloween y su entronización del cine de horror se le ha vuelto una fecha insoportable. Pero sepa que hay una solución. No, no se trata de resolver el conflicto si no de encontrar un atajo: aquí ofrecemos una lista de películas de terror, pero no tan de terror, como para que el miedoso que llevamos adentro pueda verlas en este Halloween y tener tema de conversación. Y, de paso, la mayoría son muy buenas películas.
Drácula (1931) de Tod Browning
En verdad no nos vamos a hacer los valientes, pero por lo general los grandes clásicos del cine de terror de los años 30’s son películas absolutamente mirables para gente impresionable como uno. Si bien en aquella época hubo films mucho mejores que este de Browning, se trata de una película indispensable que sienta las bases de muchos de los elementos que luego serían indispensables para el género y sobre todo para la representación de lo vampírico. Lo principal es la forma que le da al personaje creado por Bram Stoker y que a partir de la interpretación de Bela Lugosi se ha vuelto icónico. Pensada más como adaptación de la obra de teatro de éxito en la época, es un film que exhibe cierto esquematismo en la puesta en escena y algunos recursos más propios del cine mudo, pero que a cambio ofrece algunas secuencias de gran belleza visual.
Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock
Si bien Psicosis, considerada el primer slasher (películas de asesinos con cuchillos) de la historia del cine, parece haber ganado la pulseada como película de terror fundamental en la filmografía del maestro, Los pájaros es a mi parecer la que más miedo genera. Sin el efectismo de aquella, es un melodrama romántico cuyo sentido del horror es mucho más abstracto. Con grandes secuencias de ataques aviares, sin embargo la secuencia que más horror genera es una hacia el final en la que los pájaros se encuentran rodeando la casa en la que está encerrada la protagonista. Llena de grandes ideas visuales, pertenece además a la etapa más popular del director.
Halloween (1978) de John Carpenter
¿Dijeron slasher? Bueno, Halloween es el que recogió la tradición y la repensó hasta volverse definitiva. A partir de Halloween todos los slasher son intentos de Halloween. El talento de Carpenter se pone de manifiesto ya desde la primera notable escena, un plano secuencia que revela el origen del mal. A partir de ahí, lo que sigue es un festival de la puesta en escena donde cada secuencia supera a la anterior. Es un gran relato de suspenso con toques truculentos, que convierte en estrella a Jamie Lee Curtis y que termina construyendo una de sus ideas más interesantes: el mal no muere. A partir de ahí, el cine de terror viviría su gran década de esplendor y personajes icónicos. Halloween lo tiene todo: el gran cine y el aliento popular.
El proyecto Blair Witch (1999) de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez
Es verdad, no se trata de una gran película, pero tiene una virtud que es sólo apreciable en retrospectiva: fue el primer film que entendió la dinámica de Internet y la aprovechó para sí, haciendo correr por foros y páginas la idea de que lo que se veía en la película había ocurrido realmente. El fin del Siglo XX parece haber sido también el final de la sugestión y un tipo de ingenuidad. Y para que el engaño se complete, la película recurría a actores nada conocidos y un estilo de falso documental que recuperaba la estética del film footage (que son las películas hechas a partir de metraje encontrado). Como decíamos no es una gran película, para generar la noción de cotidianeidad recurre demasiado a escenas triviales, pero tiene un último gran plano que sugestiona en serio.
La leyenda del jinete sin cabeza (1999) de Tim Burton
Si bien Tim Burton merodeó siempre el cuento de terror, nunca fue tan explícito como en esta, mi película favorita de su extensa filmografía. La leyenda del jinete sin cabeza construye su conflicto alrededor del personaje interpretado por Johnny Depp que, puesto a investigar una serie de extraños crímenes, se debate entre la ciencia y la creencia en lo sobrenatural. La película es bellísima visualmente, romántica en un sentido de la literatura de siglos pasados, pero además contiene varias de las mejores secuencias de acción rodadas por Burton: imaginativas maneras de filmar decapitaciones, una película tan truculenta como divertida.
Psicópata americano (2000) de Mary Harron
La emblemática novela de Bret Easton Ellis se desenvolvía en la mirada de la directora como una suerte de slasher en el mundo de las corporaciones de los 80’s. La búsqueda del éxito por el éxito mismo en la piel de un yuppie pasado de cocaína era un reflejo de la Norteamérica más superficial y banal, aquella que se definía a partir de la calidad de una tarjeta de presentación o el traje que se viste. Harron ponía en primer plano el terror subyacente en la historia y fundamentalmente en la mente de un personaje quebrado y autodestructivo, al que Christian Bale le aportaba su máscara entre desaforada y desagradable. Bale corriendo, desnudo, con una motosierra en la mano es un poco la representación más escabrosa de la deshumanización.
Los otros (2001) de Alejandro Amenábar
El chileno Amenábar había hecho una carrera más que promisoria en el cine español y daba su primer paso en Hollywood con esta maravilla de perfecto suspenso. Luego de Sexto sentido se habían puesto de moda tanto los cuentos de fantasmas como los finales sorpresa. Y Los otros tiene de las dos cosas. De esas dos cosas, funciona mejor el cuento, porque el final sorpresa puede ser un poco previsible. Sin embargo no minimiza el éxito de los climas que genera el director, la perfecta actuación de Nicole Kidman y su interesante reflexión sobre el tema de la culpa.
¡Huye! (2017) de Jordan Peele
En su momento se trató de una de esas revelaciones del cine independiente norteamericano: una película de suspenso que se iba metiendo cada vez más en un clima de terror, aunque el verdadero terror que explotaba era social y político. Pero Peele es además de un gran director que sabe construir terror con mínimos elementos de puesta en escena, un comediante y un satirista. Y ¡Huye! funciona mucho mejor si se la piensa como una comedia truculenta sobre ciertos lugares comunes de los blancos bienpensantes de la clase alta norteamericana. El final no estaba a la altura, pero para entonces Peele ya nos había llevado de las narices.
Un lugar en silencio (2018) de John Krasinski
Esta película que dio origen a una franquicia muy rentable era un perfecto cuento de terror sobre una invasión extraterrestre sostenida en una idea-premisa: los monstruos tienen gran caudal auditivo y escuchan el mínimo sonido, por lo tanto los personajes deben tratar de estar en el más completo silencio. Y precisamente esos largos minutos sin diálogos ni ruidos potenciaba muchísimo más la tensión, ante un peligro que estaba mayormente fuera de campo. El gran acierto de Krasinski era que contra todo pronóstico la premisa nunca se le agotaba y renovaba el interés minuto a minuto, en un relato narrado con gran virtuosismo.
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