Picos de actividad y reconversión a la fuerza
Por Roberto Garrone
La mejor foto que resume los picos de actividad que genera la industria pesquera marplatense en la terminal marítima local lo aporta la propia Subsecretaría. "Desembarques de capturas marítimas totales, por puerto y mes", señala la página de la autoridad de aplicación como título del cuadro donde se despliega la actividad de todos los puertos.
En ese, Mar del Plata es líder. Reporta que recibió el año pasado 361.242 toneladas de las 775.177 que se descargaron en todos los puertos del litoral marítimo. Casi la mitad de todo lo descargado lo recibió el puerto local. Dato suficiente para que cualquier político entusiasmado con lo bien que marcha la temporada estival se sume al carro del optimismo y despliegue el manual de frases tan comunes como vagas.
Pese a estos números positivos, un incremento del 5% en los desembarques en relación al 2018 que exhibe Mar del Plata, hay otra foto que no sale en la estadística y tampoco en los discursos, claro. La de la estructura en tierra atada al pescado fresco, descarga, transporte, reproceso y exportación, que se tambalea, con frigoríficos que cierran, presentaron quiebra, amenazan con ambas cosas y otros que caminan por la cuerda floja.
El principal puerto pesquero del país,, eso seguimos siendo, luce estibadores de brazos cruzados y peones, envasadoras y fileteros, mendigando bolsones de comida a la par de subsidios que solo llegan cuando hay elecciones y el gobierno de turno busca mejorar su performance.
Volvamos a la estadística para ver los picos de la actividad de la flota mientras que en tierra, en el muelle y en la capacidad productiva instalada se mantiene en valores constantes los 12 meses del año.
Enero siempre es el mes más flojo del año y el del 2019 no fue la excepción. Apenas 15 mil toneladas descargadas.
Febrero subió a más del doble, 34 mil toneladas, pero influyó la descarga del calamar de la flota potera, que también hizo aportes en marzo, cuando se descargaron 30 mil y en abril, cuando siguió subiendo hasta las 36 mil toneladas.
El calamar reactiva los brazos de los estibadores pero no el de los obreros del pescado. Pese al compromiso de algunos barcos de reprocesar entre el 10% y el 20% del calamar en tierra, establecido cuando le dieron el permiso de pesca, es no se cumple. Las bondades del calamar no salen del puerto. Ahi se descarga y desde ahi sale para la exportación. Lo demás, merluza, un poco de langostino del norte de la veda y algo de variado para mover antes de Semana Santa.
El segundo trimestre del año transcurre con descargas sobre las 30 mil toneladas. La flota costera aporta corvina, que se exporta entera también, y la fresquera de altura que se prepara para mudarse al langostino, consume parte de su cuota anual. El veranito para la industria en tierra ocurre en pleno otoño. Hay oferta de merluza y el pescado baja de precio. Bien para los frigoríficos, mal para los armadores.
El tercer trimestre es la noche, el crudo invierno, literal. Las descargas se desploman en julio y alcanzan las 25 mil toneladas. La merluza volvió a subir de precio en muelle porque no hay oferta. Ganadores y perdedores se invierten.
Las descargas vuelven a subir en agosto hasta las 32 mil -los congeladores siguen sumando mareas y descargan merluza ya procesada a bordo- y en septiembre bajan a 27 mil toneladas.Ya no hay calamar para los estibadores y peones y envasadoras vuelven a la garantía horaria.
La última porción del año transcurre con los mismos picos pronunciados. Octubre fue el mejor mes del año con 42 mil toneladas.. Apareció algo de caballa y algunos barcos a langostino se volvieron antes y comenzaron a aportar merluza fresca, que vuelve a bajar un poco de precio. Los congeladores le siguen dando duro y parejo. En Diciembre todo vuelve casi que a comenzar y antes del pan dulce y el brindis, descargan apenas 15 mil toneladas. Un subibaja
Parte de las soluciones que requiera el sector indudablemente pasan también por atender este fenómeno, esos picos de productividad y fosas de brazos cruzados. Cuesta pensar que llegaran incentivos suficientes para que nadie se vaya al langostino. Y hay frigoríficos con personal registrado de manera regular, ajeno a las ondulaciones, que casi siempre estan desfasados al acceso de materia prima.
El convenio PyME del SOIP, el anexo al 161/75, establece la figura del personal eventual aunque en la práctica se ha desdibujado y las empresas que contratan bajo esa modalidad no siempre pueden cortar el vínculo laboral.
Poder ajustar la oferta de materia prima a la disponibilidad de personal para su reproceso debería servir además para precisar la cantidad de trabajadores que requiere la industria en estas condiciones. Y encarar un proceso serio de reconversión con los que quedan al margen para que puedan insertarse en otras actividades.
Hasta ahora, quienes debieron dejar el cuchillo y la chaira, el guinche para mover cajones o la cofia y las botas de goma, por un plumero, una cuchara de albañil, una brocha gorda o un volante de un remise ilegal, lo han hecho a la fuerza.