¿Qué carajos contamos en la pandemia? Políticos desnudos, narrativas para idiotizar y un tip de storytelling para comunicar en covid-19
El carajo es la parte más alta de un barco donde al subir podemos divisar enemigos, icebergs o tierra. Mi invitación es que imaginemos subirnos a esa parte bien alta — salgamos de la vista diaria — y miremos con detenimiento qué se está contando durante la pandemia. ¿qué es lo que estás viendo? ¿qué estás escuchando que se comunica de manera recurrente?
Un medallero olímpico de muertes
Nos cuentan fallecidos como si fueran números y no como si fueran historias. Una triste tabla de muertos y contagiados ocupa el centro de nuestras pantallas. Urgente, tantas personas contagiadas confirmadas en el día de hoy. Dos en tal lugar y tantos recuperados y la curva, y la bajada de la curva y el pico de la curva y las trescientas nuevas camas que están con las sábanas blancas tendidas para la foto. Contamos números en movimiento como si se tratase de un medallero de esos que pasan en la televisión en los juegos olímpicos y que se actualiza cada hora.
Hay políticos desnudos intoxicando con datos
Hoy los políticos están vacíos de mensajes y llenos de información. Tienen el mismo poder de fuego comunicacional que un pdf. Van paseando desnudos de relatos y con declaraciones que no empatizan con el dolor de la ciudadanía, una ciudadanía quebrada que camina por la cornisa de no poder pagar el alquiler, de endeudarse y de romperse emocionalmente cada día a causa de la angustia y la desorientación. Estamos rotos y los políticos siguen comunicando datos.
Más privados que públicos, nosotros los idiotas
Te convertís en idiota al pasar más tiempo en asuntos privados que en asuntos públicos dice la raíz etimológica de la palabra. ¿Pasamos hoy más tiempo en nuestra burbuja de contenidos de Instagram, Twitter, canal de tv predilecto que en espacios públicos encontrándonos con lo diverso?
Un matrimonio revuelve el container de la esquina para sobrevivir. De seguro no aparece en ninguna de tus pantallas ni en las mías, pero están. Miles de hermanos nuestros cayéndose del sistema en silencio. Se nos terminó de romper la sensibilidad pública al estar encerrados. Y los que debieran tener el termostato más afinado — la gran clase polìtica, salud — está desconectada de los dolores actuales de la comunidad y — como dijimos más arriba — desnuda de mensajes y saturando de datos la atención fragmentada que tenemos. Difícil.
Sugerencia final de Storytelling: pensar narrativas para heridos
Naomi Eisenberger, una científica norteamericana dedicada a investigar las bases neuronales del dolor, demostró hace pocos años que el dolor social (ser rechazado, insultado, quedarse sin trabajo, perder status, etc) provoca la misma reacción en el cerebro que el dolor físico.
¿Cómo explicarías una medida (si sos político), un dato (si sos especialista), una historia (si sos comunicador/a) a una persona que tiene un balazo en la pierna? ¿Cómo serían los primeros treinta segundos de tu comunicación? Si logramos ser sensibles al dolor recortaremos capas innecesarias de información que sabemos que en estado de shock no son posibles de asimilar por nuestra audiencia. El storytelling no es otra cosa que editar el mensaje a comunicar para que coincida con la ventana de atención justa que tiene tu audiencia para escucharte. Y como ya estarán imaginando, la ventana de atención de una sociedad herida es más bien limitada.
L.B