Sin prohibiciones: ¿se puede tener una “dieta flexible” y saludable?
Hace algunos años surgió el concepto de “dieta flexible”, conocida también con sus siglas en inglés como IIFYM (If It Fits Your Macros). Esta dieta se basa en una nutrición de calidad en la que se enseña a la persona cómo las pequeñas ingestas de forma planificada y medida no suponen un problema en nuestro peso o salud (siempre descartando que no exista ninguna patología de base que requiera de la eliminación de determinado alimento o nutriente), pero sí un beneficio a nivel psicológico.
Este tipo de alimentación es el que enseño, profeso y sugiero, porque más allá de los alimentos con los “pros o contras” de su consumo y lo flexible que pueda ser el plan de alimentación, la flexibilidad tiene que ser también del profesional que los va a asesorar y la empatía y entendimiento de determinadas situaciones por parte del colegiado, las cuales considero básicas.
Estadísticamente, la adherencia que se genera en las personas a un plan de alimentación tiene mucho que ver con el profesional que se encuentra asesorándolos, con la empatía de éste, flexibilidad del plan y con cómo se les presenten los alimentos o grupos de alimentos. Por esto es que solemos evitar transmitir que vean los alimentos como “buenos o malos”, como “si o no”, como “permitidos o prohibidos”, ya que no generará una buena relación con los alimentos y si los ingieren seguramente provocaran un sentimiento de culpa y en algunos casos comportamientos compensatorios, y no es lo buscado.
Entonces, es muy importante que los profesionales de la salud que nos dedicamos a la nutrición tengamos presente cómo transmitimos contenidos, qué palabras elegimos, con qué tono decimos las cosas y en qué contexto. Si tenemos como objetivo enseñar/educar a quienes tenemos delante, siempre deberemos encontrar la mejor forma de llegar al otro, con distintas técnicas, con distintas palabras, con empatía.
La idea de la “dieta flexible” se basa en ver a la salud y el físico como un todo, por el cual una comida tiene un impacto mínimo en una persona activa con buenos hábitos de vida en general. Lo que enseña esta dieta o estilo de alimentación, es una de las herramientas más valiosas e importantes que una persona puede tener: la toma de decisiones.
La capacidad que cada uno de nosotros tenemos para tomar decisiones se ve modificada en función de los conocimientos adquiridos sobre lo que debo decidir. Por este motivo, es importante que el paciente sepa, conozca, se eduque sobre el tema y que tenga las herramientas necesarias para que pueda tomar sus propias decisiones.
Si bien no tiene normas establecidas, hay algunos conceptos básicos que son importantes conocer sobre este tipo de alternativa:
- Tener una dieta variada: la alimentación que elijamos va a depender de nuestros objetivos o de lo que pretendamos de ella, pero siempre es bueno hacer hincapié en la importancia de una ingesta variada de alimentos, para que podamos tener un aporte de nutrientes adecuado y en las cantidades que necesitamos. Esto significa que la variedad la tenemos que poner en los alimentos indicados y en las preparaciones, para evitar entrar en cierta monotonía.
- Alimentación sana: es importante tener presente que la alimentación flexible que llevemos adelante debería ser lo más sana posible, y remarco “lo más sana posible” porque todo se trata de un balance. En general, si consultamos a alguien sobre cómo sería flexiblizar su dieta o su alimentación, muchas respuestas plantearían cuestiones como “poder comerme un chocolate”, por ejemplo. Es una idea muy común porque suelen ser los alimentos que se restringen en planes nutricionales. Además, por la naturaleza de los nutrientes de este tipo de ingestas, se los suele relacionar con los prohibidos, con lo que no debo. La alimentación flexible se trata de eso, de poder darle las herramientas al otro para que en el momento de decidir si consumirlo o no, haga todas las evaluaciones necesarias y que “comer un chocolate” se haga sin culpa, sin sentimiento de estarse escondiendo, sin comportamientos compensatorios excesivos, sino desde un análisis que permita discernir que la ingesta no tendrá un impacto negativo en mi estilo de vida/alimentación.
- Alimentación palatable: poder flexibilizar la alimentación en cuanto a las preparaciones y combinaciones de alimentos, conlleva una adherencia a la dieta o plan de alimentación, a largo plazo.
- Alimentación orientada a que cumpla los objetivos personales planteados: el tipo de consumo de alimentos a planificar dependerá de los objetivos que se quieran lograr. Y es en función de eso es que, con las herramientas necesarias, el paciente tomará las decisiones que considere más acertadas.
Lo estricto de las dietas suele ser contraproducente. Son tiempos donde se puede ser permisivos, flexibles, permeables, empáticos, siempre descansando en que el objetivo primordial de los nutricionistas es educar, acompañar, enseñar, entender y brindar las herramientas para alcanzar los objetivos del consultante de la mejor forma posible, reduciendo los posibles sentimientos de frustración que suelen aparecer cuando, por algún motivo, aparece algún impase en el proceso.
No hace falta ningún menú estricto, ni desterrar ningún alimento (a no ser que por patología así se requiera), sino que se trata de poder adaptar la alimentación a los gustos de las personas, siempre teniendo en cuenta los objetivos que tenemos.
Si sabemos qué comemos y tenemos en claro nuestras prioridades y objetivos a la hora de seleccionar los alimentos, tendremos una dieta flexible sin sentimiento alguno de culpa.
Recuerden que todos los alimentos tienen nutrientes y energía que el cuerpo va a utilizar, solo hay que aprender cuándo, cuánto y cómo.
Por Lic. Carolina Cordingley
Nutricionista (MP:2060)
@lic_cordingley