Un puerto en el que no hay lugar ni para nuevas promesas
“Este puerto nuevamente está en movimiento, el gobierno nacional va a acompañar las obras y todo esto va a generar más trabajo para los marplatenses” dijo Guillermo Dietrich luego de visitar la terminal marítima local y reunirse con el Intendente Municipal y Martin Merlini, el Presidente del Consorcio Portuario.
El Ministro de Transporte de la Nación anunció la construcción de un nuevo espigón para el puerto con el objetivo de ampliar y mejorar su capacidad de amarre, y cuyo “proyecto” estaría definido en dos o tres meses.
En un par de semanas se cumplen dos años de este compromiso y nadie sabe, siquiera si hubo algún proyecto terminado. Junto a la promesa incumplida esta semana también quedó en evidencia que la falta de espacio en el espejo interior del puerto no solo genera costos adicionales sino que pone en riesgo horas de trabajo, del poco que queda.
La Nación eligió invertir en Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia donde renovó y mejoró la infraestructura portuaria con nuevos muelles. En Mar del Plata eligieron el modelo autosustentable que se paga el dragado pero pierde el Código PBIP y luego tiene que pedir un salvavidas financiero a la Provincia para construir unas pasarelas turísticas por 8 millones de pesos.
Aunque los baños de los muelles son una postal del abandono y la basura se colecciona en todos los rincones, la cuenta corriente del Consorcio tiene 84 millones de pesos, según se ufana Merlini como si administrara una empresa y no un ente sin fines de lucro.
El Consorcio ahorra para el futuro dragado mientras los accesos a las terminales son un colador, el robo de pescado está a la orden del día, como la informalidad entre las empresas de estiba, alguna de las cuales sigue funcionando, como “Pequeña Marina” pero que factura a través de otra, que no está habilitada. La regularización administrativa de Merlini rebalsa de curiosidades.
Está claro que el puerto marplatense es un caos donde uno pose la vista. Pero en estos días la falta de espacio operativo en los muelles generó el mal humor de varios y algunos recordaron la promesa vaga de Dietrich.
El puerto luce colapsado por un par de factores adicionales a la falta de infraestructura. La demora en el comienzo de la zafra de langostino, retarda la migración de barcos al sur.
Por otro lado, terminó la temporada de calamar y muchos armadores eligieron dejar el barco en Mar del Plata…hasta el año que viene. Y una más, hay barcos nuevos, como los de Iberconsa, grupo español que compró Valastro, que descargan acá desde principios de año.
Este combo genera que cada metro operativo de muelle para alistar el barco, hacer combustible, subir los cajones, al iniciar la marea, o descargarlo cuando viene de pescar, se dispute como si fuese una guerra. Y en el medio Merlini y su personal jugando con fuego y tratando de no quemarse, aunque ya están todos chamuscados.
Hace unos años las cámaras armadoras habían sacado un cálculo de los sobrecostos que les generan los obstáculos para operar en el espejo interior. Más de 20 millones de pesos. Hoy casi que debe duplicarse.
Esta semana el congelador API VII de Iberconsa estuvo a punto de no descargar en el puerto por la falta de espacio. Aunque la armadora señala que fue por una cuestión de logística propia, la falta de espacio también sería el motivo por el cual dos poteros de Arbumasa terminaron descargándose en Ingeniero White.
Después de presiones y gestiones ante Merlini y los suyos por parte de los estibadores de Hipocoop, el barco tuvo lugar para descargar 800 toneladas de pescado congelado. Las tareas demoraron casi dos días y en el servicio trabajaron 250 estibadores. En tiempos de vacas flacas y mucha inactividad, prescindir del trabajo parece un sacrilegio que algunos en el puerto parecen dispuestos a asumir.
Uno de los pilares de la gestión Merlini fue recuperar áreas ociosas para sumar metros operativos de muelle. En la Terminal de Cruceros ganó 270 metros, pero pronto debió tachar 116 con la inactiva Draga Mendoza, que flota a la espera del desguace. En el espigón interior de la Norte, antes en manos de la Base, ya no hay espacio para tantos barcos en reparaciones y poteros inactivos hasta el año próximo.
La ochava del muelle 2, con poteros amarrados hasta en décima andana -10 barcos uno al lado del otro- es la muestra más cabal del hacinamiento en que debe operar la flota pesquera activa. En el muelle grande hay barcos enormes inactivos como el Harengus y el Sirius de Loba Pesquera, ahora en poder de Solimeno.
La situación no es mejor en las secciones 4ta. y 5ta del espigón 2. Los 120 metros lineales de muelle que pensaba recuperar el Presidente del Consorcio, tal cual lo anunció en noviembre del 2017, siguen ocupados por una flota abandonada y/o hundida.
Uno de la docena de barcos inactivos es el fresquero “Mar Azul”, de Moscuzza. El Consorcio condonó la deuda por el uso de puerto que mantenía la empresa con la condición que fuera removido a costo del armador. “Pototo” trajo uno nuevo, el “José Américo” el año pasado que amarra en la Norte. El otro sigue intacto en su inutilidad, en el mismo lugar.
Aclaración: los conceptos vertidos de quienes opinan son absoluta responsabilidad del firmante.
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