Una reactivación productiva que puede generar un estallido
Por Roberto Garrone
Una reciente radiografía del mapa productivo con el trabajo atado al pescado fresco en Mar del Plata dio cuenta de la existencia de 250 plantas de reprocesamiento que generan empleo en la industria.
El relevamiento es solo numérico. No distingue cantidad ni calidad del empleo pero permite tener una dimensión de lo que queda de una industria que supo tener más de 15 mil afiliados al SOIP y hoy apenas cuenta con 2514. Esa fue la lista enviada a distintos ministerios para canalizar los últimos subsidios del año pasado y los que quedaron pendientes.
En esa nómina se incluye desde la moderna estructura industrial de Solimeno, sobre Ortíz de Zárate, con personal bajo convenio colectivo, hasta una cueva en la periferia del barrio puerto donde cuatro fileteros precarizados cortan merluza una vez por semana.
La foto laboral la sacó la dirección provincial de Pesca que condujo Miguel Dobarro hasta el 10 de diciembre pasado. La idea era conocer no solo la magnitud de la industria sino saber cuántas no contaban con ningún control. SENASA tiene certificadas 160 establecimientos de los cuales 60 estaban habilitados por la Provincia. El resto, un gran agujero negro.
La Dirección hoy luce acéfala a la espera que la gestión Kiciloff termine de aprobar la ley de emergencia trabada en la legislatura. Soldados de Juan Novero, ex diputado y director de pesca bonaerense, ex secretario General del SIMAPE, ex duhaldista, kirchnerista, massista pero siempre felipista y noverista, ya prueban la llave de la caja.
“Sumando todos los sectores productivos, contabilizamos 37 mil personas que dependen del empleo en el procesamiento de pescado; ahí hay estiba, transporte, hielo, guincheros, astilleros, comercio, todos. Separando solamente ligados directamente al pescado son unos 15 mil. Mano de obra de barcos y de tierra”, dijo Dobarro en una entrevista al portal Revista Puerto el mes pasado.
Gran parte de las piezas de este tablero productivo entraron en riesgo a partir de las últimas medidas dispuestas por el nuevo gobierno en el marco de la ley de “Solidaridad social y reactivación productiva”, que incluyó la aplicación del 9% de derechos de exportación para todos los productos de la pesca.
Ese 9% no es otra cosa que un impuesto al trabajo, a la generación de empleo y de valor agregado. Poco compatible con la pretendida “reactivación productiva” porque en la pesca acentuará las asimetrías.
Si desde hace un par de años el modelo pesquero marplatense viró hacia una concentración de los desembarques de merluza por parte de la flota congeladora, que ya pescan y desembarcan más hubbsi que la flota fresquera de altura (que cambió de especie objetivo y migró al langostino buena parte del año), medidas como estas, incapaces de pasar un peine fino y aplicar mayores aranceles justamente a la flota que menos trabajo y valor genera en tierra generan, y no castigar al que lo hace y promueve.
“Hoy se vende Filet de merluza a Brasil a 2750 dólares la tonelada. Ese es nuestro costo de producción”, reconoce Ciro D¨Antonio, gerente de Frigorífico del Sud Este, una empresa que no cuenta con flota propia, compra pescado entero y reprocesa en tierra, empleando a más de 100 personas.
“Para llegar a ese valor les hemos bajado el precio del pescado a los barcos y a los barcos no les convenga salir a pescar merluza por 32 pesos el kilo. Eso pasó antes de las fiestas. Nosotros trabajamos gratis para que los barcos pierdan dinero”, dijo el industrial en declaraciones al programa radial “Destino Puerto”.
Frigorífico del Sud Este se presentó en concurso y pidió su propia quiebra hace un año. La justicia hoy analiza la continuidad de la empresa desde la figura de la sindicatura con el único objetivo de mantener las fuentes de empleo.
Ese 9% de los derechos de exportación implica que las empresas caigan en una situación de quebranto. Se fundan trabajando. “Nos saca del mercado”, había dicho Fernando Mellino, de pesquera 27 de Noviembre y presidente de CAFREXPOR, la cámara que agrupa a las empresas exportadoras y que no cuentan con buques pesqueros.
“Antes pensábamos en la disponibilidad de pescado para poder trabajar cuando la flota fresquera se iba a pescar langostino; ahora ya no importa si hay o no pescado. Las retenciones absorben la poca rentabilidad que había”, dijo el empresario.
Todavía Liberman no terminó tampoco de conformar su equipo de gestión pero el nuevo Subsecretario de Pesca ya tiene un conflicto que intentar resolver. Soldado de Máximo Kirchner y con poco peso propio, no parece ser la figura que se inmole por la suerte de miles de trabajadores en Mar del Plata.